Lun 07.11.2005

ESCRITO & LEíDO

El influyente de la derecha

¿Qué es el poder? Hay, por supuesto, miles de definiciones, y la teoría política lleva siglos tratando de ponerse de acuerdo, pero hay una que, por genérica, está bastante aceptada: el poder es la capacidad de una persona de influir, vía coerción, persuasión o dinero en el destino de otras. Y esto es justamente lo que ha hecho Mariano Grondona: con sus columnas en los diarios, sus programas de televisión, sus charlas con empresarios, sus consejos a políticos y militares y sus breves pero importantes pasos por la función pública, El Doctor, como lo define Martín Sivak, ha logrado consolidarse como uno de los sostenes intelectuales más importantes de la derecha argentina.
El primer capítulo cuenta el día en que Grondona estuvo cerca de la muerte, de la que fue salvado con una operación en el Instituto del Diagnóstico, para de allí pasar a su infancia y sus años de estudiante universitario, donde se pinta bien el clima de época y las dificultades de un país dividido. Compañero de andanzas de Guillermo O’Donnell, Grondona era un antiperonista feroz e ignorante: de hecho, cuenta Sivak, era ya bastante grande cuando conoció de cerca por primera vez a un peronista.
Encarnación por momentos de una derecha ilustrada y, por otros, expresión de los prejuicios más básicos de los conservadores –en 1958 decía que Frondizi era “comunista”–, Grondona saltó de una profesión y de un cargo a otro, siempre girando alrededor del poder y la influencia: periodista de La Nación, columnista de La Opinión, director de su revista Carta Política, funcionario de más de una dictadura, autor del famoso Comunicado 150, admirador de Onganía, exitoso conductor televisivo.
El Doctor revela aspectos ocultos, como su asesoramiento a la Fuerza Aérea durante el último gobierno militar y su decisión de cobrar durante años una jubilación de privilegio, y repasa en detalle su actitud ante la última dictadura, donde se revela el capítulo más terrible y patético de su vida: su rol como defensor de López Rega y vocero entusiasta del Rodrigazo y, sobre todo, su complicidad con el terrorismo de Estado. “Algo está pasando en Tucumán. La confianza. La fe. El optimismo. Tucumán no parece la Argentina, si la Argentina ha de ser definida como el reino del escepticismo y la frustración”, festejaba la gestión de Antonio Domingo Bussi el periodista Grondona, el mismo que definió a Amnesty International como una “organización de extrema izquierda”, y que exhibió su peor cara de oportunismo y complicidad: Sivak demuestra que en esos años terribles Grondona ganaba mucho dinero, que no le importaba lo que estaba ocurriendo, y confirma de manera irrefutable –por si alguien dudaba– que el hombre sabía muy bien lo que estaba ocurriendo.
Las distintas facetas de Grondona desfilan por una biografía que describe con acierto las múltiples y contradictorias caras de un personaje inteligente y versátil, en un libro que –como corresponde a las buenas biografías– habla también de otras cosas, de la Argentina, del peronismo y el antiperonismo, de los militares y la Iglesia, de la influencia y del poder indestructible de la derecha.

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