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“Cuando canto, no me importa si es barroco, de cámara o sinfónico”
El notable barítono Víctor Torres será hoy el solista del concierto de apertura del abono de la Filarmónica, que dirige Gerardo Gandini.
› Por Diego Fischerman
Ya desde el título, ese ciclo de canciones de Gustav Mahler es uno de los más terribles de la historia de la música. Kindertotenlieder (“Canciones para los niños muertos”), reza la portada de la partitura que Víctor Torres tiene en sus manos. Y el cantante, que con esa obra abrirá hoy el ciclo 2002 de la Filarmónica de Buenos Aires, hace una sutil salvedad: “No entiendo demasiado alemán pero en la traducción inglesa el título es ‘canciones acerca de la muerte de los niños’, lo que tiene un matiz bastante diferente”. Para este barítono preferido de varios directores –entre ellos René Jacobs, con quien grabó varios discos, y Gabriel Garrido, con cuya conducción registró la que según la crítica europea es una de las mejores grabaciones existentes del Orfeo de Monteverdi– el centro de esta obra (y la cuestión de si es siniestra o no) tiene que ver con la relación que en Occidente se establece entre los vivos y la muerte. “Posiblemente tenga que ver con cierta moda orientalista que empieza a haber en Alemania a fines del siglo pasado –explica a Página/12–, pero lo cierto es que en el texto hay una suerte de resignación. De aceptación de la muerte. Se trata de un poeta al que se le ha muerto un hijo y dice que todo continúa como si no hubiera sucedido una tragedia. Como en un tango: el mundo sigue andando.”
No es la única vez que Víctor Torres menciona la música de tradición popular. Hablando del auge en el mundo de los cantantes argentinos, en el repertorio barroco, desarrolla una teoría que atribuye, en su origen, a Garrido. “En América del Sur el folklore proviene directamente del barroco europeo. Recibimos esa herencia por línea directa. Creo que es eso lo que tenemos los cantantes argentinos que seduce a los europeos. Yo canto el Orfeo como supongo que lo cantaría Mercedes Sosa. Nada más.” Pero a pesar de ser uno de los artistas más requeridos en el mundo de la música antigua, Torres está lejos de dedicarse sólo a eso. Mientras acaba de ganar un Choc (la calificación más alta) de Le Monde de la Musique por su grabación de arias del barroco Philipp Heinrich Erlebach junto al grupo Stylus Phantasticus (donde toca otro argentino, el violinista Pablo Valetti), se prepara para cantar en el Don Carlo de Verdi que se estrenará este año en el Colón, está armando un concierto con canciones inglesas, de Fauré y de López Buchardo, hará en Europa un programa dedicado a canciones argentinas (grabó un CD con ese repertorio para el sello Testigo) y ensaya en Buenos Aires un concierto con las últimas canciones de Schubert (agrupadas con el nombre de Schwangesang, o sea Canto del Cisne) con la pianista Adriana de los Santos. “Me encanta la idea de juntarme para hacer Schubert con una pianista ligada a la vanguardia y asociada en general con proyectos bastante iconoclastas”, afirma.
El concierto de la Filarmónica de Buenos Aires –a las 20.30 en el Teatro Colón– será el primero del abono a dieciséis que se desarrollará hasta el 30 de noviembre. En esta ocasión contará con la dirección de su titular, Gerardo Gandini, e incluirá, además de la obra de Mahler, la magnífica Sinfonía en Re Menor de César Franck y el Concierto para dos pianos y orquesta de Wolfgang Amadeus Mozart, con la actuación solista del dúo conformado por Lilia Noguera y Oscar Vetre. Para Torres, cantar un ciclo de canciones de Mahler con acompañamiento orquestal significa un placer muy especial. “Había hecho los Lieder de Ruckert en la versión con piano pero esta será la primera vez que cante Mahler con orquesta.” En realidad, a pesar de las proporciones muchas veces gigantescas que este compositor requiere para la orquesta, su escritura es casi camarística, recurriendo mucho más frecuentemente al detalle y a las pequeñas pinceladas (de una inmensa paleta, claro) que a los efectos grandilocuentes. “Hay una serie de prejuicios acerca de la voz”, dice el cantante. “Que si es cantante de cámara no se es cantante de ópera, que si se canta música antigua no se puede hacer música romántica. Por supuesto que hay repertorios adecuados para la voz de uno y otros que no lo son. Yo nunca voy a cantar el Scarpia de Tosca, de Puccini, por más que sea un papel que me encante. No es para mí. Pero dentro de lo que adecua a mi voz, simplemente canto. No estoy pensando si es barroco o no, si es de cámara o sinfónico. Hay cosas que están en la partitura y en lo que uno aprendió acerca de la decodificación de esos signos que son nada más que la manera más aproximada que tuvo el compositor para transmitir su música. Después, resta abrir la boca y dejar que salga la voz. Eso es cantar.”