ESPECIALES • SUBNOTA
› Por José Pablo Feinmann
Recuerdo que era de noche, pero no si hacía frío. Por la fecha del año, calculo, raro que hiciera calor. El calor estaba en nosotros, en nuestras discusiones. Discutíamos si existía o no la realidad externa. Eramos alumnos de Historia de la Filosofía Moderna y estábamos, creo, preparando el final. Debía ser algo así; si no, no se explica que estudiáramos tanto y discutiéramos un punto tan, digamos, puntual. El punto era Descartes y su Discurso del método. Hay cierto momento en que Descartes se pregunta si las cosas que él ve ahí afuera son verdaderas o algún genio maligno lo está engañando. Entonces dice que son verdaderas porque él las ve, y si las viera y no fueran verdaderas Dios lo estaría engañando. Y Dios es bueno y no puede engañarlo. Se trata de su recurrencia a la veracidad divina. Pero hay un problema: para demostrar que hay cosas fuera del ego cogito porque Dios es bueno y no puede engañarme, tengo que demostrar que Dios existe. Y esto es fácil para Descartes. Porque dice: tengo en mí la idea de la perfección. Yo, que soy imperfecto, no pude haberla puesto ahí, donde está: en la conciencia. La tiene uqe haber puesto un ser perfecto. El único ser perfecto es Dios. Dios existe.
Durante esos días, una revista marxista –enemiga de las filosofías idealistas que deducen todo de la subjetividad– había publicado un chiste memorable. En el primer cuadrito un tipo con barbita y pipa decía: “Es muy fácil. Ese florero existe...”. Y en el cuadrito estaban el tipo y un florero. Segundo cuadrito: el tipo dice “porque yo lo pienso”. Siempre el tipo y el florero en el cuadrito. Tercer cuadrito: el tipo dice “si yo no lo pensara...”. Siempre el tipo y el florero. Cuarto cuadrito: el tipo dice “el florero dejaría de existir”. En el cuadrito, ahora, sólo está el florero. Esas eran nuestras bromas y esos eran nuestros temas de estudio y discusión. ¿Existe la realidad externa? ¿Sobre qué intenciona la conciencia fenomenológica? ¿Sobre la realidad externa? ¿La conciencia determina la vida o la vida a la conciencia? Pero, la realidad externa, ¿existe?
Salimos de la facultad. Bué, nos hicieron salir. Bajamos porque estalló el infierno. Había entrado la cana. Filo estaba en Independencia. Los canas habían hecho una doble hilera y por ahí, por el medio, teníamos que salir. Nos gritaban comunistas de mierda, zurdos podridos y judíos de mierda, esto, judíos de mierda, mucho y hasta más que mucho porque, según nos enteramos después, el golpe venía muy católico, muy Santo Tomás, muy filosofía medieval y nosotros ya estábamos en moderna. De pronto un cana le encajó un bastonazo a uno. Y a otro. Y a otro más. Nada demasiado grave. En otras universidades fue peor. Pero cuando salimos a la calle,cuando corrimos hacia la esquina, cuando nos subimos al bondi y pudimos respirar tranquilos y hablar de nuevo, ya teníamos algo resuelto para siempre: la realidad externa existía. Y no sólo existía: te puteaba, te cagaba a palos y era fascista.
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