Mié 18.09.2002

ESPECTáCULOS  › MAÑANA SE ESTRENA EL DOCUMENTAL “MATANZA”

Crónica de un país que arde

El trabajo del Grupo Primero de Mayo refleja a través de una historia familiar la lucha de los primeros movimientos piqueteros del conurbano.

› Por Mariano Blejman

Una lluvia atronadora que se mete debajo de los poros del piquete, que pasa la ropa y la humedece, que inunda los patios y no da respiro cuando se acaban los baldes. Una lucha de hombros caídos aunque también de brazos en alto, cuando un grupo festeja la victoria por haber conseguido, por ejemplo, un camión de colchones. Pequeñas hazañas que ingresan en casas de puertas abiertas, sin timbres, ni cable. Hombres y mujeres sentados en la vereda con la parsimonia de quien podría tener la Historia de su lado, si todos juntos dejaran ese banquito a la vez. Relatos de una procesión alguna vez recibida de espaldas por la sociedad que, cuando comenzó a filmarse –y a gestarse–, el 1º de Mayo de 1998, todavía se encandilaba con los estertores del menemismo. Parte de la historia del nacimiento del movimiento piquetero está registrada en el documental Matanza del Grupo Primero de Mayo, nombre que proviene del día en el que empezaron a rodar, que se estrena mañana, en cine el Cosmos (Av. Corrientes 2046).
“El momento del país ayudó a que Matanza tenga difusión. Antes no hubiese ocurrido”, dice Rubén Delgado, uno de los directores. Los otros tres son Nicolás Batlle, Sebastián Menéndez y Emiliano Penelas. Todos juntos apostaron a seguir con sus cámaras el crecimiento y el proceso de una familia que se termina haciendo piquetera a fuerza de desempleo. Desde su inicio hasta el presente, los realizadores filmaron movimientos iniciales de piqueteros en el barrio María Elena del partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires. Allí comenzaba a armarse una pata de la Corriente Clasista Combativa en una zona donde, por entonces, muy pocos hacían foco. “Cuando comenzamos, yo estudiaba en la Escuela de Cine del Incaa. Siendo alumno podía hacer ahí la posproducción pero no lo avalaron, ni los docentes dieron apoyo. Cuando les mostrábamos el material, creían que lo habíamos filmado en el norte y no a 50 minutos de Capital”, dice Delgado.
Matanza tiene un valor testimonial: comienza con un crudo enfrentamiento entre policías y piqueteros, cuando la Bonaerense intenta despejar una ruta cortada. El Himno Nacional Argentino en versión de Charly García oficia de telón de fondo, en una escena que tiene aire de gesta heroica. Siguiendo los pasos una familia tipo de hoy (muchos hijos, dos padres de clase baja, sin trabajo), se muestra la organización del movimiento, presintiendo lo que podía ocurrir poco después. Matanza recupera –en su acepción más trágica– las imágenes de los piquetes ocurridos desde el ‘98 hasta fines del 2001, antes del 20 de diciembre: las imágenes de la represión y la muerte. “Es la historia de una pareja, Ramón y Nuria, golpeada por la situación. En su barrio, la CCC dirige la junta vecinal y allí está Juan Carlos Alderete, de quien la pareja dice haber desconfiado al principio por verlo como un político más. Hasta que se van acercando a la CCC”, cuenta Delgado.
Matanza obtuvo el premio al “Documental que mejor refleja las luchas obreras” en el III Festival Documental de Avellaneda, el año pasado. Participó en el IV Festival de Cine Independiente en Buenos Aires y en el II Encuentro Hispanoamericano de Documentales Independientes, México DF, este año. Para el 2003 estará en el II Festival de Cine Latinoamericano de Nueva York. Y salvando ciertas distancias –sobre todo generacionales– pueden encontrarse referencias directas, estéticas y políticas, a la obra de Fernando Solanas del Cine Liberación o el mismo Fernando Birri y su Escuela Documentalista de Santa Fe. “Esto es la antesala de lo que iba a suceder. En el video están los saqueos del ‘89 y en diciembre hubo un preestreno en el Ciclo de Cine Piquetero justo cuando otra vez se producían saqueos”, dice Delgado.
A 27 kilómetros de la ciudad, Ramón y Nuria narran sus peripecias para conseguir tierras y trabajo. Hay, también, testimonios del dirigente piquetero Alderete, sentado en su propio patio, hace cuatro años, cuandoera un perfecto desconocido a nivel nacional. El rol de Matanza es probablemente el de hacer entender qué se oculta detrás de aquellas caras que se tapan –más por miedo que otra cosa– en los cortes de ruta. Las ruedas incendiadas siguen multiplicándose como luces de colores por el país, ofreciendo un grito desesperado que sólo parece existir cuando interrumpe el transporte cotidiano. “Nosotros no queremos ser piqueteros”, confían en un momento Ramón y Nuria. Por último, y aunque parezca obvio, Matanza recuerda a su público que la lluvia moja más cuando no hay dónde taparse, y el frío cala muy hondo cuando no hay con qué abrigarse.

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