Jue 19.09.2002

ESPECTáCULOS  › ENTREVISTA AL MUSICO GILBERTO GIL

La senda de Marley

En una entrevista exclusiva con Página/12 el bahiano explica los motivos ideológicos y artísticos de su brillante disco de homenaje a la obra de Bob Marley.

› Por Esteban Pintos

“Yo también cumplí 60, eh...”, dice Gilberto Gil desde su casa en Araras, en las afueras de Río de Janeiro, y luego se ríe. Gil se refiere al reciente y promocionado cumpleaños de su amigo y coterráneo Caetano Veloso, pero no hay rencor alguno en su comentario. En este año de cumples redondos para los creadores del tropicalismo, justamente, Gil publicó un disco de sincero e inspirado homenaje a otra de las más grandes figuras de la música del Tercer Mundo, el jamaiquino Bob Marley, Kaya N’Gan Daya. Son quince versiones interpretadas por él y su banda, más una canción propia “Table tennis table”, con la participación de invitados estrella como los jamaiquinos Sly Dumbar y Robbie Shakespeare –seguramente la pareja bajobatería más importante de la historia del reggae– y el coro femenino The I-Threes, con Rita Marley a la cabeza.
Además, grabaron en el disco los brasileños Samuel Rosa (guitarrista y cantante de Skank) y, tal vez lo más revelante para el público argentino, la formación completa de Paralamas, con un recuperado Herbert Vianna, en dos canciones: “Nao chore mais” –su adaptación al portugués del clásico “No woman no cry”– y la combativa “Them belly fully” (“But we hungry”). El disco, recientemente editado en la Argentina, tendrá una versión en vivo que aparecerá en Brasil y el resto del mundo a principios de 2003, justo al momento en que Gil regrese de una larga gira por Europa, Estados Unidos y Centroamérica. En abril, informa, será el tiempo de Sudamérica. ¿Vendrá a la Argentina? “Yo tengo muchas ganas, pero sé que ahora es un tiempo muy difícil para organizar shows allí. Así que... veremos. Ojalá se pueda concretar”, responde Gil en su muy correcto castellano.
La mención de los 60 años dispara la conversación telefónica con Página/12. “Seguimos siendo las mismas personas, con una estructura psicológica y física básica, y la misma personalidad. Pero sí hay cosas que cambian, el flujo de las energías físicas... Este es un tiempo más calmo para mí, es como ingresar en otra estación. Un otoño es diferente de un verano ¿no?”, reflexiona uno de los músicos latinoamericanos más importantes del siglo XX. Kaya N’Gan Daya, en verdad, parece continuar una etapa de homenajes en la carrera de Gil. Su anterior disco es también de versiones, en este caso de Luiz Gonzaga (As cançoes de Eu Tu Eles), músico folklórico bahiano conocido en su región como el Rei do Baiaiao. A eso se refiere Gil en el texto que abre el librillo del nuevo cd, cuando traza una comparación entre el cangaçeiro (bandido rural, justiciero, del nordeste brasileño, de los años veinte y treinta) y el rastafari, como para acentuar el lazo que une la negritud en Jamaica y en Brasil. Sobre el final de su texto de introducción, Gil define: “Gonzaga: un cangaçeiro implícito, idílico. Marley: un rastaman explícito, real”.
–¿Podría explicar el sentido de su comparación entre el cangaçeiro y el rastafari?
–Los cangaçeiros eran hombres que se rebelaron contra el sistema político brasileño, en los años treinta. Defendían a los pobres en la región nordeste de Brasil, armados con fusiles y actuaban como guerrilleros. También amaban la música nordestina, muy alegres, movidos por un deseo cultural, no sólo político. Cuando yo pensaba sobre los rastafaris, se me ocurrió que para el público brasileño sería bueno contextualizarlos y relacionarlos con los cangaçeiros. Ellos eran el grupo más cercano para la comparación, porque tenían un ideal social, libertario y un componente cultural muy fuerte. La gran diferencia sería la utilización de armas: los cangaçeiros con armas reales, los rastafaris con armas espirituales.
–¿Cómo concibió este proyecto de homenaje a Marley y con qué criterio realizó la selección del repertorio?
–No consideré la cuestión de que se trataba de un repertorio muy conocido, con canciones que son verdaderamente universales. Me guié por la pasión, el afecto que tengo por el universo de Marley. Hace tiempo quería hacer un álbum con sus canciones para marcar muy fuertemente el compromiso de un músico, un autor como soy, con la música de Marley. Para decir que este tipo de música que nos debe interesar porque es muy importante, que debe ser considerado como un clásico: como Tom Jobim, Cole Porter, Astor Piazzolla. Porque es eso... canciones bellas que además reflejan una lucha político-social. Pero en primer lugar, la música. El sonido, los arreglos, la concepción musical que tenían Marley y los Wailers. A eso quería homenajear, hacer un tributo. Por eso me quedé con la concepción básica, con pequeños cambios en las armonías, en la rítmica, cambios muy sutiles para mantener la esencia. La participación del coro I-Threes y de Sly and Robbie fue muy importante, porque ellos mantienen un sonido que es irreemplazable en esas canciones.
–La única canción que usted compuso para el disco, “Table tennis table”, hace referencia a la cultura rastafari y también a un célebre discurso de Muhammad Alí. ¿Cómo estableció esta relación para escribir la letra?
–Cuando pensé en componer una canción para homenajear a Marley, pensaba en utilizar varios elementos de su contexto. Los rastas, la cultura jamaiquina, la negritud, Africa... especialmente la lengua que hablan los rastafaris, con expresiones propias de su lenguaje como el I and I, que significa nosotros. En el proceso de composición, me acordé de Alí, que también tenía un contenido de protesta, y el pequeño discurso que dio en una universidad americana: Me we. Creo que tiene casi el mismo sentido que el I and I. Refiere al sentido de pluralidad que hay en un individuo, y en la individualidad que hay en los colectivos.
–Entre los invitados del disco, resalta la presencia de Paralamas, incluso con Herbert Vianna. ¿Cómo se dio esa participación?
–Fue muy importante para mí, porque determinó la vuelta de Herbert a la actividad musical, fue el primer trabajo que hizo después del accidente. En verdad, fue mi esposa quien me recordó que invitara a Paralamas. “Creo que son imprescindibles”, me dijo. En ese momento, pensé que no sería posible, pero cuando volví de Jamaica, vi a Herbert por televisión tocando y cantando en su casa. Ahí se me ocurrió que podría llamarlo. Es más, fui a su casa y le conté que quería grabar “Them belly fully” con él, Joao Barone y Bi Ribeiro. Herbert se puso muy contento, y me mostró tres nuevas canciones que había compuesto luego del accidente. El quería grabar “Exodus”, también, porque me dijo que significaba mucho para ellos como banda. Pero después, terminamos grabando “No woman no cry” y “Them belly fully” (“But we hungry”). Después de esa experiencia, Herbert se animó mucho y ya está terminando su propio disco, también grabaron uno los Paralamas. Me alegro mucho porque creo que fue fundamental para su recuperación.

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