Jue 19.09.2002

ESPECTáCULOS

Tanguy, el hombre que no quería desprenderse del cordón umbilical

El film francés “Grupo de familia” gira en torno de un grandulón que amenaza con ir a China, pero nunca les da ese gusto a sus padres.

› Por Martín Pérez

“Eres tan bonito”, dice la feliz madre, sosteniendo en brazos a su pequeño vástago, quizá por primera vez en la placidez de su hogar. Así que entonces a su piropo le agrega una promesa dirigida al bebé, que se tomó trece días más de los esperados para salir al mundo: “Si quieres, puedes vivir aquí toda tu vida”. Veintiocho años más tarde, aquella amorosa madre escucha cómo otra se queja por un viaje que hará que su hijo abandone el hogar con dieciocho años recién cumplidos y, luego de consolarla, se esconderá en el baño para desahogar su rabia. Es que aquel hijo parece haberse tomado en serio la promesa, y vive de lo más cómodo en la casa de sus padres. Peor aún, no parece tener planes de irse.
Hijo único y sobreprotegido de padres hijos únicos a su vez, Tanguy es un prodigio que estudia filosofía, japonés y está preparando una tesis sobre el chino. Da clases en una escuela y planea viajar a Pekín al finalizar su tesis, el esperado límite de su estancia en el hogar, para la inconfesable desesperación de su madre y extraña placidez de su padre. Nadie parece capaz de odiar al culto y educado Tanguy, salvo su abuela, que simplemente lo llama con cierto desdén “el pekinés” frente a su padre. “¿No se va a ir a vivir a Pekín? Entonces lo puedo llamar así”, dice ella, que sabe que Tanguy no se irá a ningún lado. Cuando su sabiduría se haga evidente, estallará la guerra entre el hijo y sus padres.
Cuarto opus de la directora francesa Etienne Chatiliez, la idea argumental de Grupo de familia nació de una noticia recogida por los diarios. Dos, en realidad. Una que daba cuenta del juicio iniciado a su madre por su propia hija por quererla echar de su casa, y otra que comentaba la tendencia cada vez mayor de los hijos de seguir viviendo en casa de sus padres. Ese es el centro de la comedia que dispara Chatiliez, primero a partir de la enfermiza obsesión de la madre por no ver más a su hijo, y luego con la displicencia con la que el hijo ocupa cómodamente su lugar en el hogar de sus padres, hasta que el hasta entonces displicente padre también entra en la batalla.
Comedia de personajes antes que de situaciones, y fenomenal éxito de público en Francia, en Grupo... es fundamental el aporte de sus protagonistas. Por un lado, Chatiliez cuenta con la versatilidad de Sabine Azema (Conozco la canción) para el papel de la madre angustiada por un odio que parece ir contra su naturaleza. En el esencial personaje del padre descolla André Dussolier, compañero de Azema en el film de Resnais y también escondido como la voz narradora de Amelie. Es fascinante la sádica transformación de Dussolier, de padre indiferente a conspirador fanático. Pero la revelación del film es Eric Berger, un actor de teatro que encarna a Tanguy con una displicencia que irrita desde su primera escena. Más precisamente, desde el estirar de su cuello desnudo en su primera escenade sexo en la casa paterna, cual tortuga incapaz de salir del caparazón familiar.
Con estos elementos no hay nada violento en Grupo..., que a pesar de tanta amenaza es un film complaciente. Complaciente con el hijo, complaciente con los padres, con la abuela e incluso consigo mismo. Al punto de llegar a transformar las sorprendentes arcadas de la madre que descubre que odia a su hijo, con el correr del metraje, en una morisqueta más.

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