ESPECTáCULOS
› MIGUEL CANTILO Y KLEIMAN-BEVILACQUA, JUNTOS
Los hermanos se han unido
El mítico solista y el dúo de rock & blues a la criolla comparten esta noche la tercera fecha del ciclo de recitales gratuitos de Página/12.
› Por Cristian Vitale
“Primero los rubios y las rubias/ luego los castaños si estudian/ y los morochos a la cola... con derecho de admisión/ Vamos a entrar... al primer mundo/ Los ricos mucho más ricos, los pobres mucho más pobres/ pero muchos más los pobres que los ricos”. Las frases pertenecen a “Al Primer Mundo”, una canción que Miguel Cantilo editó en 1991. Aquel disco, Canciones para vivir mejor, pasó inadvertido en la fiesta liberal. Pero el tema fue reeditado en Canciones para una década infame, título que representa lo vivido en todo este tiempo y que también sirve de resumen para el show que Cantilo ofrecerá esta noche en la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines, en el ciclo gratuito Los viernes música impulsado por este diario.
Se trata en rigor de un programa doble, ya que en la misma velada el dúo Kleiman-Bevilacqua recorrerá su repertorio de rock & blues a la criolla. “Respetamos la herencia de la gente que admiramos del rock nacional, porque entendemos que acá hubo un rock con mucha identidad, que nos impulsa a continuar”, dice el músico y periodista Kleiman para graficar un set de canciones psicodélicas con sitar y tablas y un par de covers de Pappo’s Blues y Manal. La dupla también compartirá el cierre de la noche junto a Cantilo. “Tocar con Miguel es casi como tocar con Dylan. Para mí, debería ser considerado en el mismo nivel que Spinetta y Charly García. No entiendo por qué no se lo reconoce de esa manera.”
Cantilo, por su parte, prefiere un tono más humilde. “Una de mis luchas principales es rebelarme contra la presión de los medios y las voces de mando que imponen sufrimiento al ciudadano con palabras como ‘crisis terminal’ o ‘catástrofe’, que magnifican una situación que es difícil pero no dramática. Lo peor es que están transformando al hombre en un psicópata”, dice.
–¿Por qué?
–Porque está muerto de miedo y deprimido con el futuro. Creo que es producto de una campaña de los centros de poder para someter al individuo, ya no sólo económica y políticamente sino también anímicamente. La lucha del arte popular pasa por crearle al ciudadano una salida anímica contra el mandato bajoneante. El término corralito es una palabra asfixiante.
–Usted compuso himnos de los 70 como “Apremios ilegales” o “La marcha de la bronca”. ¿Por qué prefiere moverse con un perfil bajo?
–Yo elegí ser un hombre común. Cuando uno elige un estilo de trabajo, elige también marginarse. Hay tipos que marcaron una huella como Yupanqui, Pugliese o Piazzolla, que tuvieron momentos de difusión y de abandono. Pero que, tras su muerte, lograron el reconocimiento merecido. El ejemplo es que hay que seguir haciendo lo que uno hace más allá de que lo acepten o no los medios. O elegís esto o elegís estar en los rankings y la TV.
–Sucede también que hay canciones que se desprenden de su creador y pasan a ser patrimonio de todos. Superan al artista...
–Y son la llave que permite que la gente entre a la obra de un autor que pasó la vida componiendo canciones. Agradezco tener canciones que la gente recuerda porque me brindan la posibilidad de que me reconozcan por ellas.
En el set acústico que presentará junto a Kleiman-Bevilacqua, Cantilo combinará canciones como “Loco carnaval del estar bien” (Contracrisis, 1982) o “Dónde va la gente cuando llueve” con composiciones más recientes. Pero también habrá poemas y temas de su próximo disco Sudamérica va, cuyas primeras tomas fueron registradas en un idílico estudio entre montañas de Bariloche. “En el último trabajo puse de relieve los efectos de una nueva década infame con canciones políticas y muy humanas. Ahora, en cambio, salgo al nuevo siglo con una visión diferente. En Sudamérica va el acento está puesto en la identidad cultural. Es un disco sudamericano del oeste. Mucho tango, milonga, bossa nova y onda caribeña.”
–La fusión remite a Pedro y Pablo.
–No hay nada que yo haga que no tenga relación con Pedro y Pablo. El espíritu es el mismo: canciones con fuertes raíces sudamericanas y letras como pantallazo de lo que vivimos.
–¿Cuánto le pesa su historia con el dúo que lo hizo famoso?
–Tuve que desprenderme de Pablo, en el sentido de que tuve que dejar de trabajar con Jorge Durietz, un amigo al que quiero mucho pero con el que artísticamente dejamos de funcionar. Ahora, desprenderme de Pedro y Pablo sería como negar la infancia o la adolescencia. Es algo que me ayudó a conectarme con la gente. Sin embargo, está claro que la vida ha cambiado. Ya no existen las expectativas políticas que motivaron a Pedro y Pablo. Lo que en los 70 era pacifismo hoy es supervivencia.
–¿Qué opina del éxito de la FM La Mega con su versión del rock nacional?
–El rock nacional es como una gran chancha que amamanta un montón de lechones. Cada uno ordeña y saca de ahí lo que le conviene. La Mega hace su negocio eligiendo una parte del todo y uno no puede estar de acuerdo con eso. Yo no podría mezclar a Los Pericos con Manal, es como La Biblia y el calefón. Manolo Juárez dice que el folklore no tiene la culpa de la gente que lo toca. Con el rock pasa más o menos eso.