ESPECTáCULOS
Los testigos de su muerte cuentan las últimas horas del Che Guevara
I-Sat estrena esta medianoche un especial de la TV inglesa, armado con entrevistas a sus compañeros de lucha en la selva boliviana.
› Por Emanuel Respighi
En la mañana del 8 de octubre de 1967, el soldado Mario Terán fusiló a Ernesto “Che” Guevara, con dos ráfagas de ametralladora, en un aula de una escuela del pequeño pueblo de Santa María, en Bolivia. Inmediatamente, el cuerpo fue trasladado al hospital Malta de Valle Grande: Susana Osinaga, la enfermera que participó en la autopsia, cuenta que el rostro del Che “era pálido, pero transmitía una gran bondad”. Nunca olvidará esos momentos. “Recuerdo que iba a un lado y él me miraba. Me dirigía al otro y sus ojos me seguían mirando. Las facciones de su rostro y su barba lo hacían parecer a Jesús.”
El cadáver fue expuesto para que los habitantes de la zona acudieran a verlo, ya que el Che era muy famoso, casi un santo laico. Varios de ellos se fotografiaron junto al cuerpo. Uno de esos admiradores fue Waldo Rojas, que tenía 13 años por aquel entonces. “Me entristeció –dice– ver las condiciones en que estaban los guerrilleros y el Che en particular. Pero tengo una imagen que no olvidaré nunca: el Che parecía estar vivo, muy vivo.” Estos testimonios son parte de un documental que la señal I-Sat estrena esta noche, que forma parte del flamante ciclo El último día de... y se emitirá a partir de la medianoche.
Realizado por la televisión inglesa, el documental centra su mirada no en el último día sino en los últimos finales del Che en tierras bolivianas. A partir de los testimonios de los únicos tres sobrevivientes (Pombo, Benigno y Urbano) al ataque del ejército boliviano contra las tropas revolucionarias, y de las últimas personas que vieron el cuerpo, el programa intenta demostrar de qué modo las convicciones del revolucionario argentino subsistieron hasta el último instante de su vida. Está claro que fue él mismo, por ejemplo, quien pidió al hombre al que habían encomendado matarlo que cumpliera con tranquilidad su faena.
El programa cuenta cómo fue que luego de la victoria en Cuba y de permanecer un lustro con cierta tranquilidad en el gobierno socialista de Castro, Guevara decidió retomar a la lucha armada. Así fue que viajó al Congo y, en 1966, llegó a Bolivia. Tras un año de combate en la clandestinidad, las tropas del Che estaban exhaustas: eran sólo 22 hombres, muchos de ellos heridos. El 7 de octubre acamparon en la Quebrada del Yuro, con escasos alimentos. “Nos encontrábamos en una situación extremadamente difícil”, cuenta en el documental el soldado Benigno, amigo y compañero de Guevara. “Teníamos poco alimento. Las cosas se tornaron muy drásticas. Sin embargo, para sorpresa de todos, el Che ordenó preparar una cena con toda la comida que quedaba. Comimos arroz, pan de maíz y carne ahumada. Tomamos café. Esa comida fue para nosotros un verdadero manjar”, recuerda.
Enterado de que los guerrilleros Daniel y Orlando habían desertado, el Che mandó a Pombo y Urbano a vigilar el campamento. “Nuestra misión era defender la Quebrada en la cumbre de la colina. El Che nos había dado esa orden, especificando que si el ejército boliviano llegaba debíamos detenerlos a toda costa”, subraya Pombo. La idea era mejorar la salud de los heridos y continuar la lucha. “El Che buscaba llegar a Valle Grande para tomar el cuartel militar por sorpresa, aprovisionarnos de alimentos y medicinas, y levantar así la moral combativa de la tropa”, testimonia el ex combatiente.
Sin embargo, el centenar de soldados bolivianos fue suficiente para la veintena de guerrilleros. Guevara fue arrestado y trasladado hasta al pueblo de Higueras, donde pasó sus últimas horas de vida. El único civil que presenció el arresto fue Aníbal Quirogo, por entonces alcalde del pueblo. “Le pedí permiso al capitán para darle de comer. Le di un poco de queso y papas. El Che comió, me agradeció y me dijo: `Dale algo a mis camaradas’. Repartí comida entre todos y volvió a agradecerme. Nunca más lo volví a ver”, apunta.