ESPECTáCULOS
› “LOS 8 DE JULIO”, DE B. CATANI Y M. PENSOTTI
El teatro como un documental
› Por Cecilia Hopkins
El escenario aún está vacío cuando se ingresa a la sala. Pero en la pantalla ya están proyectándose los testimonios en video. Todas las personas consultadas hablan acerca de cómo está desarrollándose su día. Es 8 de julio y, por lo visto, para ninguna de ellas es un día especial. En cambio, esa fecha es el día del cumpleaños de Alfredo Martín, el actor elegido por los directores Beatriz Catani y Mariano Pensotti para darle forma a éste, el último biodrama del año que se presenta en la Sala Sarmiento, a saber, una propuesta a medio camino entre teatro y documento.
Catani y Pensotti se propusieron trabajar sobre el tema del paso del tiempo. Y para obtener material escénico realizaron singulares preparativos: fueron convocadas dos personas nacidas el mismo día que Martín, a quienes luego se asignaron diferentes tareas a realizar durante seis meses. Desde el escenario, el actor cuenta la experiencia de filmar a toda hora la vida de María Rosa, con la fantasía de encontrar en ella algún eco de sí mismo, en virtud de haber nacido el mismo día. Así, muestra las imágenes obtenidas de esta mujer que, a su vez, fue instada por los directores a pedir que la fotografíen en paseos públicos.
Silvio, el tercero de los participantes, en cambio es incluido en el espectáculo a través de su esposa, la no actriz Alicia de Francini. En su caso, el piloto aeronáutico y también artista plástico debió pintar un cuadro por mes tomando al mismo árbol como modelo. Para todos aquellos que la transitaron, la experiencia debe haber resultado, al menos, pintoresca. En cuanto al resultado escénico, a pesar de la simpatía de Martín y la buena disposición de Alicia, el espectador no encuentra demasiados motivos como para interesarse en los materiales expuestos que, a pesar del tema en común, quedan dispersos sin la contención de un entramado atractivo.
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