En medio de sus infinitos escándalos y de su desenfrenada búsqueda de rating, la televisión nacional suele regalarles a los televidentes, de vez en cuando, alguna grata sorpresa. Probablemente, la primera temporada de “Los simuladores” haya sido la revelación del año, demostrando que con inteligencia y buenas historias, además de hacer programas de calidad, también se puede tener éxito. A tal punto logró acaparar la atención de buena parte del público que Telefé se vio obligado a repetir los capítulos inmediatamente después de haber finalizado la temporada, llegando la gran mayoría a medir más que cuando se estrenaron. A la espera de la segunda temporada del ciclo de unitarios y de una versión cinematográfica del equipo que se encarga de resolver problemas domésticos –ambas producciones previstas para el próximo año–, Canal (á) exhibe hoy, a las 16 y a las 20, un programa especial en el que se muestra el detrás de escena del programa más original de la temporada televisiva 2002.
A contraposición del funcionamiento normal de la TV, la idea de hacer el ciclo de unitarios surgió de los actores Alejandro Fiore y Martín Seefeld, unidos por una gran amistad. Dispuestos a producir su propio programa, decidieron convocar a Federico D’Elía y Diego Peretti. Sin embargo, no sabían qué programa iban a hacer: sólo los guiaba el deseo de trabajar juntos. “Se tiraron ideas sobre distintos proyectos y se convocó a Szifrón para que dirigiera el programa, que no sabíamos cuál sería. Terminó siendo él quien trajo la idea de `Los simuladores’”, cuenta D’Elía.
La propuesta de hacer “un equipo de justicia paralela” –tal como lo definió Szifrón en aquella reunión– prendió inmediatamente entre los actores, quienes empezaron a grabar el programa piloto con escasos recursos. Szifrón recuerda que “se hizo con un equipo de gente muy reducida, casi todos amigos míos de la Universidad del Cine. Se grabó con elementos mínimos: una cámara y en video. Pero con un proceso más tendiente a lo cinematográfico que a la forma en que se trabaja en tv”. Peretti, en tanto, describe que por la forma en que se grabó, hacer un piloto medianamente interesante fue “como ganarse la lotería”.
Un poco por razones presupuestarias, y otro poco para conservar las virtudes del trabajo artesanal, “Los simuladores” está escrita, editada y dirigida por Szifrón. “Es raro que a un director no le guste ir a la etapa de montaje porque una misma historia se cuenta de tres maneras: cuando la escribís, cuando la dirigís y cuando la editás”, explica. En el programa, los actores-productores confiesan que salieron con sólo tres o cuatro libros terminados, por lo que siempre tuvieron que trabajar contrarreloj. Una de las atracciones de la serie es que el grupo de simuladores está dividido como un cuerpo humano, en el que cada pieza tiene una función específica: D’Elía vendría a ser el cerebro, Fiore la fuerza física, Peretti el espíritu y Seefeld el corazón. La idea de comparar al equipo con un cuerpo humano, cuenta Fiore, fue de Szifrón. “El ya tenía definido el rol de cada uno. Supongo que fue porque ya nos conocía a todos”, analiza. En el documental, todos coinciden en que el hecho de que los televidentes desconozcan la vida de los personajes le da un toque especial a la serie. “La idea de no contar quiénes son y qué hacen la tomamos de las series yanquis, que no cuentan demasiado esos temas. Sólo cuentan cómo se resuelven los casos. Si nos metiéramos a contar las historias de los personajes saldría otro programa”, explica D’Elía. Sobre el final, Peretti se anima a esbozar una suerte de explicación sobre la buena performance del programa. “`Los simuladores’ rescata el defecto que tienen la dirigencia y el pueblo argentino de creer que estamos en el Primer Mundo. Pero, en realidad, es todo una gran simulación, como el presidente Méndez. `Los simuladores’ utilizan esa capacidad imaginativa pero como una virtud. Hacen un trabajo profesional para ayudar. Cobran, es verdad, pero por lo menos solucionan los problemas a la gente.”