ESPECTáCULOS
“Hoy lo normal es estar afuera del mercado”
Jorge Fandermole presenta esta noche en el Alvear su flamante CD “Navega”, donde profundiza su acercamiento al folklore. “Ahora mi lenguaje es más sintético”, dice el ex miembro de la trova rosarina.
› Por Fernando D´addario
Sin caer en el reduccionismo de que el entorno geográfico hace al artista, no debe desestimarse, al menos en el caso de Jorge Fandermole, la particular escenografía que envuelve su vida: el músico (que nació en un pueblo llamado Andino) vive en Granadero Baigorria, una localidad que alguna vez perteneció al cordón industrial rosarino. De hecho, está casi pegada a Rosario, a la vera del río. Como otras ciudades con las que comparte el curso norte del Paraná (Capitán Bermúdez, Fray Luis Beltrán, San Lorenzo, etc.) su pujanza fabril pertenece al pasado. “En los últimos años, la gente de Rosario se ha establecido en Baigorria en busca de un poco más de espacio y contacto con la naturaleza”, señala Fandermole en la entrevista con Página/12. Su último disco, Navega, es consustancial a esas referencias, y refuerza las características que definen la obra del rosarino: la permanente confluencia de lo urbano y lo rural, la influencia del río como generador de imágenes e ideas. “De mis compañeros soy el menos urbano. Pero últimamente noto que se está acrecentando la tendencia de acercarse al río, después de años de haberle dado la espalda.”
Fandermole es un autor prolífico, que no vio reflejada esa riqueza creativa en una consecuente cantidad de discos. Allá lejos y hace tiempo escribió algunos temas fundamentales de la denominada trova rosarina, (todos recuerdan “Era en abril” en la voz de Juan Carlos Baglietto) y su posterior producción discográfica estuvo regida por la irregularidad, breves períodos de silencio (al menos, si “el ruido” es lo que se escucha en Buenos Aires) y encuentros con otros músicos afines. El más notorio de estos cruces artísticos fue Rosarinos, que compartió con Lalo de los Santos, Adrián Abonizio y Rubén Goldín. En Navega (disco que presentará esta noche en el Teatro Alvear) incluyó doce canciones propias, que funcionan a modo de pantallazo para descubrir, a grandes rasgos, “en qué anda” Fandermole. El folklore lo recorre de manera sutil, sin imposiciones. Algunos temas ya habían sido popularizados por artistas de mayor exposición pública: por citar algunos, “Sueñero” tuvo una gran versión en la voz de Mercedes Sosa; “Canto versos” no solo fue grabada por Vitale-Baglietto, sino que la frase “qué hacer en esta tierra incendiada sino cantar” sirvió para bautizar su último disco. “Para mí, escuchar un tema mío en la voz de Mercedes, o de Juan o de cualquiera que lo haga con honestidad, es un regalo. Es como un gesto definitorio, un chispazo de significación”, dice Fandermole.
–¿En qué cambió su música en todos estos años?
–Ahora mi lenguaje es más sintético. Hay una búsqueda de cierta simplicidad, también me siento más libre para abordar determinadas formas tradicionales del folklore. Por ejemplo, puedo ponerme a hacer una zamba. En realidad, la “canción” se ve como una forma expresiva global, universal, una subespecie de cosas que no pueden encasillarse. Como si todo lo que no es gato ni chacarera, ni zamba ni vidala, debiera englobarse como “canción”. Un híbrido, ni del todo urbano ni totalmente rural. Para mí es una forma de expresión de lo más natural. Si hago una zamba, no deja de ser una canción. También se ven los estilos como una limitación formal. Y no es así. La forma muchas veces pueden funcionar como una liberación. A mí me pasa.
–Lo suyo es, de algún modo, folklore, sin que usted sea un folklorista.
–En el folklore no se me ve como folklorista, y en el rock no se me considera rockero. Pero eso tiene que ver con la necesidad de etiquetar, y a mí no me corresponde juzgarlo. Si voy a San Pablo y escucho a un músico, no me voy a poner a pensar si expresa el folklore paulista, si hace ritmos nordestinos o gaúchos. Me voy a fijar si es bueno o no.
–¿Cuál es su posición con respecto a ser independiente y a estar afuera o adentro del mercado?
–Si uno toma las estadísticas, lo normal es estar afuera del mercado, afuera del sistema. Hagan números, cuántos están adentro y cuántos afuera.La normalidad es tener que hacer producciones independientes. Se es independiente porque no queda otra. Pero también te da muchísima libertad.
–¿Le pesa que todavía se lo relacione con aquella trova rosarina, cuando en realidad se trata de músicos muy diferentes entre sí?
–Todos los integrantes de la llamada trova rosarina son distintos entre sí. Hubo una convergencia generacional, de actitud frente al trabajo y de compartir una oportunidad enmarcada en determinado contexto histórico. La etiqueta no me preocupa. Lo que me molesta es que ese rótulo parecería aludir a algo del pasado. Nosotros no nos quedamos en el pasado. Cada uno de los integrantes de eso que se vio como una movida está produciendo. La actividad y la diversidad estaban claramente marcadas en los ‘80 y también lo están hoy. En muchos casos, la actividad es aún mayor ahora que antes. Cada uno fue evolucionando. No somos los mismos de entonces.