ESPECTáCULOS
“El maccartismo sigue siendo muy fuerte con los músicos populares”
El paraguayo Ricardo Flecha presenta hoy en el teatro Ateneo sus canciones comprometidas acompañado por Teresa Parodi y Jairo.
› Por Fernando D´addario
En la Argentina se tiene una visión muy parcializada de la música paraguaya, limitación que sugiere un desconocimiento similar –y su consiguiente prejuicio– respecto del país en general. En los circuitos donde se mueve su numerosa colectividad prevalece la polca, un ritmo de rara belleza, originario del ámbito rural. Más urbana y menos popular es la guarania, que sin embargo cosechó mayores favores internacionales. Caetano Veloso y Joan Manuel Serrat, entre otros, la abordaron alguna vez, con versiones muy personales. Menos conocida es la llamada canción social, de espíritu latinoamericanista y fuerte compromiso político. Ricardo Flecha, que actuará esta noche en ND Ateneo (Paraguay 918), se ubica cómodamente dentro de este target, y desde allí busca desactivar los preconceptos relacionados con la música paraguaya.
Lo acompañarán como invitados especiales Teresa Parodi y Jairo. Ambos participaron, junto a Mercedes Sosa, del último disco de Flecha, Razones, trabajo que contó con la dirección musical del recordado Oscar Cardozo Ocampo. La mención de estos nombres sirve para ayudar a perfilar al músico paraguayo, que interpreta canciones de Jaime Roos y Piazzolla-Ferrer, le canta a Víctor Jara (con la Negra Sosa), se formó culturalmente leyendo a Cortázar, a Neruda, a Hamlet Lima Quintana, es amigo de Roa Bastos y soñó, desde su Asunción natal, con las viejas consignas del Mayo Francés. “Pero también me crié con las películas de Sandrini y los tangos de Gardel. Gran parte de mi familia se vino a vivir a Buenos Aires, así que me une una relación muy fuerte con la Argentina”, subraya Flecha en la entrevista con Página/12. En rigor, se trata de la cuarta visita del músico paraguayo. Las circunstancias en que se desarrollaron difieren notablemente. En una de ellas, en 1997, en ocasión del ciclo “Buenos Aires Vivo”, Mercedes lo invitó a cantar ante 120 mil personas. En 1986 cantó para sus compatriotas en el tradicional club Deportivo Paraguayo. Pero allí hubo algunos problemas: en las postrimerías de la dictadura de Stroessner, debió soportar la presencia de espías, que informaban sobre las “actividades subversivas” de los artistas populares en la Argentina. En su país las cosas no iban mejor: para actuar debía pedir permiso a la policía.
–Para un músico de sus características, ¿qué cambió con la democracia?
–En realidad, todavía ahora en democracia, el maccartismo sigue siendo muy fuerte. Y además yo tengo incontinencia verbal. Entonces todos saben que soy zurdo. No necesitan prohibirme, porque de hecho la censura está dada en que no me pasan por las radios y los discos los tengo que producir en forma totalmente independiente, artesanal. En este último cd, además, estaban Mercedes y Teresa. A Jairo lo consideran izquierdista. Cardozo Ocampo les generaba dudas con respecto a su filiación ideológica. Justo después sacó el disco del Che. Pero no me preocupa. Sigo haciendo lo mío.
–¿Su propuesta implica un cambio dentro de la música popular paraguaya?
–Yo no estoy en contra de la música tradicional. Pero lo que hago es otra cosa. En la Argentina lo que más se conoce es la polca, porque es lo que más escucha la mayoría de los que emigran. Durante mucho tiempo en Paraguay se vivió al mismo tiempo un exilio político y económico. La gente más humilde venía directamente del campo a Buenos Aires, sin pasar por la ciudad. Y traía su música. Pero también hay otra manera de abordar la tradición paraguaya, con otras ideas, y una concepción más elaborada.
–¿Qué tipo de influencias tuvo en su formación?
–A Paraguay llega todo, pero tarde. Nosotros, por ejemplo, musicalizábamos cosas del Canto general, de Neruda, y después nos enterábamos de que Víctor Heredia ya lo había hecho antes. Yo cantaba versiones traducidas de “Hey Jude” o poemas de Lorca en guaraní. Fui, eso sí, el primero que cantó a Silvio Rodríguez en Paraguay. No lo conocía nadie. Y en mi música está muy fuerte todo lo que tiene que ver con la música popular argentina.
–¿Por qué?
–Mirá, yo hace muchos años cantaba boludeces, canciones de Palito Ortega, Leo Dan, esas cosas, hasta que llegó a mis manos un disco de Cardozo Ocampo. Eso cambió el rumbo de mi vida musical. Por eso cantar aquí, en Buenos Aires, es como empezar a pagarle una deuda eterna a Oscar. El quería que este disco se presentara aquí.