ESPECTáCULOS
Cómo robar en Las Vegas disfrazado del Rey Elvis
En la línea de sus films sobre Borges, Soriano y Osvaldo Bayer, Eduardo Montes-Bradley se lanzó a desacralizar al autor de “Rayuela”. A su vez, “3000 millas al infierno” remeda a “La gran estafa” en ritmo de clip.
› Por Horacio Bernades
Estruendo, pastiche y sampleo de todo el cine previo. Esa podría ser la fórmula detrás de 3000 millas al infierno, película de acción dirigida al mercado adolescente. De allí su aire pop, cool y ligeramente cínico, servido entre ráfagas de tiros, explosiones y clipeo visual. Pero como no es cuestión de perder en el camino al público “adulto”, allí están los old timers Kevin Costner y Kurt Russell encabezando el elenco y la linda Courteney Cox, para atraer el ojo masculino. El pastiche se completa con referencias retro (Elvis a la cabeza) e incrustaciones sensibleras y hasta cursilonas, que parecen salidas de otra película y no tienen nada que ver con ésta. Se samplea un poco de postarantinismo, otro poco de comedia criminal en la línea de Juegos, tiros y dos armas humeantes y se sacude la falta de gracia e ingenio con dosis del más estruendoso trash-rock. Así se presenta al público un nuevo fabricante de productos destinados al hipermercado audiovisual global, llamado Demian Lichtenstein.
3000 millas al infierno es básicamente “una de robo”, con Costner, Russell, Christian Slater y otros tomando el relevo de Clooney, Pitt & Cía. en La gran estafa. Como en aquélla, el plan maestro de esta nueva banda de veteranos es robar el casino de un hotel de Las Vegas. Quien dice Las Vegas dice Presley, y entonces todo tendrá lugar durante los fastos de la Convención Elvis Internacional, con los miembros del gang subidos a un Cadillac 59 descapotable, luciendo tremendos jopos y patillas y una lluvia de lentejuelas en sus vestimentas. Así disfrazados, pasarán inadvertidos entre los centenares de dobles del Rey que inundan salas, pasillos y escenario del hotel, abriéndose paso hacia las cajas fuertes y cubriendo su retirada a sangre y fuego. Alguno caerá durante el tiroteo con las fuerzas de seguridad (lideradas por el mismísimo Paul Anka, lo más festejable de la película junto con el “tiro al aire” que compone David Arquette) y el resto huye en helicóptero.
Quien haya visto una película de robo sabe que recién allí empieza la acción, con los miembros de la banda desconfiando unos de otros y exterminándose de a poco, para ver quién es el que la tiene más grande y se queda con el botín. Hasta que sólo queden Costner & Russell, y todo se convierta en un duelo casi de western. No tendría nada de malo echar mano de películas anteriores (desde Alma negra hasta El mundo está loco, loco, loco), géneros (film noir, western y cine de gangsters) y estilos enteros (los maratónicos tiroteos y explosiones de John Woo) si todo ese reciclaje se hiciera para algo, y no simplemente para emparchar baches y tiempos muertos, como ocurre aquí. Una vez que vació las existencias de cine anterior, Lichtenstein no tiene empacho en adosar a todo ello la love story más cursilona entre Russell y Cox (con happy end familiar y todo) y el psicologismo más risible, al develar que lo que en realidad mueve al psychokiller de Kevin Costner a asesinar a quien encuentre a su paso es ... su condición de hijo no reconocido de Elvis. Después de tanto pastiche, no podrá quejarse Demian Lichtenstein de que Tarantino, WalterHill, Guy Ritchie, John Woo y una legión de padres inconsultos no quieran saber nada con él.
(3000 Miles to Graceland) EE.UU., 2001
Dirección: Demian Lichtenstein.
Guión: Richard Recco y D. Lichtenstein.
Fotografía: David Franco.
Música: George S. Clinton.
Intérpretes: Kurt Russell, Kevin Costner, Courteney Cox, Christian Slater, Kevin Pollak, David Arquette, Jon Lovitz, T. Haden Church y Paul Anka.
Estreno de hoy en los cines Village Recoleta, Hoyts Abasto, Cinemark Beruti y Pto. Madero, Monumental y Showcase Belgrano.