Por M. P.

“No todos los chinos sabemos karate”, se disculpa el pobre Jimmy Tong, un taxista de barbita en el mentón y remera de Hooters, mientras se revuelca debajo de su vehículo escapándoles a las patadas que le propina un musculoso ciclista enfurecido. Así comienza El Smoking, el último film de Jackie Chan, que bien podría ser justamente el mejor ejemplo de que cualquier chino común y corriente puede ser Bruce Lee. No porque Chan sea común y corriente, pero en pantalla aparenta serlo. Aunque su despliegue de artes marciales recuerde al gran Bruce, al que homenajea apenas en su nuevo film, vistiéndose por un rato como Kato, el chofer del Avispón Verde.
Con una trama inútilmente complicada involucrando a un malvado millonario que quiere contaminar el agua del mundo para así hacerse aún más millonario gracias a su empresa de agua mineral, El Smoking es un film que –como ha venido sucediendo casi invariablemente en los productos norteamericanos de Chan– no le hace honor a su estrella. Es verdad que, a los 48 años, seguramente Chan no puede hacer los mismos trucos que lo llevaron a recaudar más de mil millones de dólares en todo el mundo con sus películas. Pero eso no justifica que El Smoking –dirigido por el debutante Kevin Donovan, multipremiado director de publicidad de cervezas, gaseosas y hoteles– sea apenas una (mala) película más de chistes y efectos especiales, antes que una de Chan y sus artes marciales.