ESPECTáCULOS
“El cine es demasiado importante para ser sólo un entretenimiento”
El actor Sean Penn explica por qué eligió actuar poco y dedicarse a la dirección, luego de haber sido una nueva estrella en los ‘80.
› Por Emanuel Respighi
La relación que Sean Penn entabló con Hollywood fue desde siempre conflictiva y contradictoria: pasó del amor a primera vista al odio en poco tiempo y sin escalas. O al menos así le gusta contarlo a él. Fue por eso, dice, que en 1991, con una carrera importante construida en el target de nueva estrella joven, decidió abandonar el asfixiante star system para apostar a su futuro como director. Desde entonces construyó una carrera singular, dirigiendo y actuando en dosis pequeñas pero interesantes. “Me di cuenta de que el statu quo del cine se concertaba únicamente en impresionar al público. Pero yo no me había hecho actor para un cine de ‘impresión’ sino de ‘expresión’. Si querés entretenerte, reuní a un par de putas y jugá billar. Pero el cine es demasiado fuerte para ser sólo entretenimiento”, explica en una entrevista que la señal Film&Arts emite esta noche, a las 21. La velada dedicada a la vida y obra de Penn se completa con la proyección en continuado de Vigilantes de la calle, el policial que protagonizó en 1988 junto a Robert Duvall.
La visión crítica que el actor, escritor y director tiene respecto a Hollywood se traduce también en los trabajos independientes que encaró en la última década, arreglándose para “filmar buenas películas” en la periferia del sistema. “Ni se imaginan el dinero que uno puede llegar a gastar haciendo películas independientes”, dice el ex marido de la cantante Madonna cuando se le pregunta por su status económico. Fue para conseguir dinero, asume, que participó en la última década de proyectos como Carlito’s way,, de Brian De Palma y Mientras estés conmigo, de Tim Robbins, aunque en este caso también le importa la postura política de un film, que se pronunciaba en contra de la pena de muerte. “El guión me sobrecogió. Si bien no sé cual es mi percepción acerca de la moralidad, tengo un buen sentido para saber lo que es bueno y mal. Como actor, mi principal virtud es no ponerme nunca una barrera entre los personajes y la persona que soy fuera del cine. Me identifiqué con la temática: siempre estuve en contra de la pena de muerte”. Para Sean la militancia política no es un tema menor: ayer mismo estaba en Bagdad, despotricando contra las políticas del presidente George Bush.
En el mundo del cine, la figura de Penn es ampliamente reconocida por su talento, pero también por su personalidad compleja. En la entrevista confiesa que dos personas influyeron significativamente en su percepción sobre el mundo. Uno de ellos fue el escritor Charles Bukowski, a quién llegó a conocer antes de su muerte. “Bukowski no era irreverente:no conocía el significado de la palabra reverencia. Era como cualquier persona después de una larga noche de sexo y bebida, o sentada en el inodoro antes de ducharse: enfermo, cansado. Encontraba la poesía donde no había nada que alabar. No tenía que crear un mundo: encontraba el drama y la poesía en la vida cotidiana. Me encanta la gente que hace poesía sin crear un mundo que no podemos tocar”, subraya. El otro maestro fue Robert De Niro. “Lo que más me ha inspirado es la excelencia y la entrega que De Niro le aporta al trabajo, el respeto por la profesión y la disciplina con la que la ejecuta. Cada vez que lo veo actuar me conmueve. Tuvo mucho que ver para que yo sea actor”, cuenta Penn, quién pasó buena parte de su adolescencia surfeando olas en las playas de Malibú, soñando con ser músico.
Sin embargo, y pese a haber realizado una película en la secundaria, el actor cuenta que al terminar el colegio apuntaba hacia la abogacía. Hasta que se decidió a estudiar en el Actor’s Studio. “Tenía dudas de estudiar teatro. Creía que uno tenía que guiarse por el instinto y que se podía llegar a estropear con estudios. Empecé a estudiar para ver qué pasaba, pero luego me di cuenta de lo limitados que eran esos instintos de los que me vanagloriaba”. Aunque reconoce que, a la hora de escribir guiones, es ese instinto el que lo guía. “Escribo la historia deacuerdo a mis intereses y sin pensar en ella como una pieza de música popular con melodía familiar. Quiero bailar mi propio ritmo”, define.