Mié 18.12.2002

ESPECTáCULOS

“Los Monthy Python triunfamos sin que nos interesara el éxito”

Terry Gilliam repasa su carrera, desde el grupo inglés hasta su éxito como cineasta, en un especial que Film & Arts estrenará esta noche.

› Por Oscar Ranzani

Nacido en Minneapolis, educado en Los Angeles y radicado en Inglaterra, Terry Gilliam transitó tanto por el mundo como por el universo cinematográfico: fue guionista, actor y luego director. Algunas de sus producciones hicieron historia, en el mundo del cine, si se tiene en cuenta que fue el director de Brazil, un film cómico a partir de una visión apocalíptica del futuro inmediato, Las aventuras del Barón Munchhasen, una superproducción de aventuras en el siglo XVIII, 12 monos, otra vuelta de tuerca al tema de un futuro de temer, y Pescador de ilusiones, un trabajo sobre la utopía en el mundo moderno. Previamente, en los ‘70, y a pesar de ser estadounidense, integró el grupo cómico inglés Monthy Python –responsable del inolvidable film La vida de Brian– junto a Terry Jones, John Cleese, Michael Palin, Graham Chapman y Eric Idle. El realizador repasa estas etapas de su vida profesional en el especial que exhibirá la señal Film & Arts hoy a las 21 dentro del ciclo “Perfiles” (repite el sábado a las 19).
Antes de su inicio en el mundo del cine y la televisión, Gilliam era un profesional del comic. “Hacía dibujos animados para las revistas norteamericanas Sunday Times y Queen Magazine”, cuenta el cineasta, aunque aclara que le aburría dibujar para revistas y que ansiaba producir para la televisión. Fue a través de John Cleese que se integró a los Monthy Python. “Lo agradable de Python es que no sabíamos lo que hacíamos, sólo queríamos complacernos y eso es un buen recuerdo. No fingíamos saber lo que quería el público y no nos interesaba el éxito, sólo queríamos hacer algo que nos hiciera reír y eso hicimos”, confiesa. Una característica de la serie que revolucionó la historia del humor televisivo fueron los dibujos que aparecían en pantalla. “La gente no había visto ese estilo. Habían visto las animaciones de Disney o las de Hanna Barbera, pero no recortes o mezclas de dibujos con toques especiales. Lo particular es que le daba un toque clásico”, apunta Gilliam.
Las dos películas previas a su consagración como director fueron Jabber Wocky y Time Bandits. En la primera descubrió algo que lo asombró: “Los actores creían en los directores y los respetaban. Todo lo contrario a los Python”, dice antes de comentar una dificultad que se le generó en la realización del film: “El problema fue que como preparé un bosquejo del libreto, donde incluso planifiqué cada toma y dibujaba cabezas grandes con cuerpos pequeños, se me hizo difícil lidiar con personas con proporciones normales. Eso fue difícil para los actores”. En cambio, “en Time Bandits busqué actores que se parecieran a mis dibujos. Para ello usé personas pequeñas. Lo interesante de Time Bandits es que quería hacer un film para toda la familia: con un trasfondo para adultos y que, a la vez, fuese interesante para los niños”.
Brazil, el film que lo proyectó internacionalmente, fue planificado durante diez años. El artista cuenta que pensó la idea de la película a partir de un trabajo con sus propias frustraciones y la sensación de ser incapaz de lograr sus metas. “Los temores de Brazil no radican tanto en el hecho de que el mundo sale de control por el sistema, porque nosotros somos del sistema. De eso trata Brazil. El sistema no está conformado por líderes que lo controlan todo sino por cada individuo que hace su trabajo.” Gilliam se detiene en Pescador de ilusiones, que narra el encuentro de un conductor de radio en desgracia (Jeff Bridges) y un alucinado profesor medieval (Robin Williams), ambos caídos en desgracia que se lanzan a la búsqueda del Santo Grial. “Fue mi primer film como cineasta adulto”, afirma. “Un día vi la película y pensé que era tan fuerte por los lazos emocionales. Una vez que tenés eso podés trabajar en la fantasía que lo envuelve, lo cual te lleva a un nivel más alto. Sé que de ahora en adelante debo incorporar esa complejidad emocional. Ya no tengo que entretener sino que puedo tomar a la gente por el cuello ydecirles: ‘Vengan, así es la realidad’ y que ellos pueden ser como los personajes. Al compararlo con otros films pienso en lo superficiales que son, porque éste sí que es profundo.”

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