ESPECTáCULOS
› LOS ACTORES EXPLICAN DE QUE SE TRATARA “COSTUMBRES ARGENTINAS”
Erase un país en que nadie votaba
El programa que comienza el lunes contará una historia de telenovela –dos familias enfrentadas pero obligadas a convivir– recortada contra el paisaje de la Argentina en 1980.
› Por Oscar Ranzani
La tira “Costumbres argentinas” es una de las apuestas centrales de un verano televisivo marcado por las apuestas decididas de los canales, necesitados del oxígeno del rating durante los doce meses del año. El programa, una comedia romántica poblada de caras reconocibles para el espectador, irá desde el lunes todos los días hábiles, a las 21, franja en que competirá con “Malandras”, del 9, que comenzó esta semana, y “Gitanos”, del 13, que arranca esa misma noche. Carlos Calvo, Ana María Picchio, Fabián Gianola, Tomás Fonzi, Daniela Herrero –joven cantante que empieza a trabajar en televisión–, Osvaldo Santoro, María Valenzuela y Carlos Belloso, entre otros, están al frente del elenco que contará una historia acaso conocida: el de la enemistad de dos familias. El libro de esta historia, que arranca en los ‘80, es de Adriana Lorenzon; la producción general, de Sebastián Ortega, y la realización general, de Marcelo Tinelli. La idea es intentar retratar alguno de los aspectos de la vida cotidiana argentina cuando todavía se vivía en dictadura militar y la democracia era un sueño de multitudes. Claro que en el código de las telenovelas.
La historia arranca cuando Mariana (D. Herrero) se muda al lado de la casa de Gabriel (T. Fonzi). Los adolescentes se enamoran a primera vista, pero desconocen el odio que existe entre sus familias. Es que Ernesto Pagliaro (O. Santoro), padre de Mariana, le robó su novia Clara (M. Valenzuela) a su mejor amigo Vicente Rosetti (C. Calvo) veinte años antes, en los ‘60. O, mejor dicho, ella eligió irse con él y se casaron. El matrimonio de Ernesto y Clara atraviesa dificultades económicas y se ven obligados a vender su vivienda. Se mudarán por casualidad a una casa que está al lado de la de Vicente, que está casado con Carmen (A. M. Picchio). El reencuentro destapará viejos rencores, pero, a pesar de los conflictos, Gabriel y Mariana seguirán adelante.
“Me da alegría volver con una ficción que reivindique el barrio. El barrio es de lo más sano que nos queda en esta sociedad y los valores que tiene el barrio es bueno reivindicarlos”, señala Carlos Calvo, sin temor alguno por los lugares comunes. Respecto de su personaje (Vicente), el actor cuenta que “es el jefe de la familia Rosetti: carpintero peronista e hincha de Boca que, junto a su familia, sufre todo el proceso que padeció la clase media en los ‘80”. Vicente “tiene rencores en lo sentimental”, destaca en referencia a la disputa por su ex novia en manos de su ex amigo.
La esposa, Carmen, es según su intérprete, Ana María Picchio, “una mujer que ama a su marido”, ante todo. Pero pertenece al grupo de mujeres de su generación que eligieron no ser autónomas. “Eligieron no luchar por su libertad sino luchar por tener un hombre”, describe Picchio. “Tuvieron la suerte de enganchar uno, se enamoraron, le dieron una familia y ellas fueron felices.” La actriz dice que lo que más le atrapó de la historia fue el contexto temporal en que se desarrolla. “A mí me parece interesante este proyecto porque, en principio, hay una mirada del país para atrás. Los primeros años de los 80 fueron años muy delicados. La serie arranca cuando la democracia se venía, pero de manera subrepticia. Era un momento en que algunos argentinos eran ‘derechos y humanos’ mientras para otros el silencio era salud. Después vendrían Malvinas, la asunción del tema de los desaparecidos, la democracia.”
Vicente tiene tres hijos. Uno de ellos, Gabriel –Fonzi– es el que vivirá el romance con Mariana que parece central para la acción. El joven actor personifica a “un joven de 17 años, deseoso de ser músico más que nada en la vida y, a veces, lo confunden con un vago porque lo único que hace es tener una guitarrita en la mano. Tiene mucha hormona. No tiene incidencia en la pelea de las familias, se la come de rebote pero forma parte de los ejes que hacen que todo se resuelva”. A su vez, el hermano menor de Vicente, Jorge, es interpretado por Fabián Gianola quien, tras dos años exitosos como conductor de “TV Registrada”, regresa a la ficción, en un papel a su medida. “Represento a un chanta de barrio que le gusta hacer negocios medio oscuros, como le salgan. Trae televisores de afuera para venderlos. Algo que se hacía en los ‘80 con los televisores a color. Siempre está metido en algún negocio que lo lleve al éxito definitivo y, a veces, no mide las consecuencias o los límites. Y siempre tiene a Vicente, su hermano mayor que lo trae a tierra.”
La otra familia está encabezada por Santoro, que se llama Ernesto Pagliaro en la ficción. Su personaje “es un actor ‘fracasado’ que no ha conseguido en su vida un papel importante. Es un artista sin talento que lo único importante que hizo fue una fotonovela que se llamaba ‘El lagarto Yorga’. Vive con ese conflicto permanentemente al que se le suma ahora el que se le presenta con su mujer que se reencuentra con su ex novio Vicente cuando se van a vivir al lado de los Rosetti. Y el problema es que nuestros hijos, ahora quieren repetir la historia”. Mariana, la hija de Ernesto –interpretada por Daniela Herrero– que se enamora de Gabriel Rosetti, “es una nena de 14 años que tiene una familia bastante histérica”, dice la debutante.
Cuando la familia vuelve al barrio, cuenta Herrero, “lo veo a Gabriel (Fonzi) en Año Nuevo y me enamoro a primera vista”. La simpática Herrero nació en el ’85 y no tiene idea de cómo fue el año ‘80 pero promete que, de a poco irá empapándose del ambiente ficcional. “En la tira, soy la mujer de Santoro. Cuando volvemos al barrio se va a crear todo ese enfrentamiento entre familias”, destaca a su vez Valenzuela. “Que la tira transcurra en los ‘80 fue el atractivo mayor porque historias de amor y novelas hemos contado y podemos contar miles. Pero que esté ambientada en los ‘80 es un valor agregado. Se va a subrayar el recuerdo de aquella época, en que olíamos la democracia y nos alegrábamos.”