ESPECTáCULOS
› “CIRTANGO”, EL UNIVERSO DEL 2X4, EN UNA VISION FEMENINA
“Satirizamos a los guapos”
Las cantantes y actrices trasladan al mundo de los cartoneros la letra de “Donde hay un mango”, en un pasaje de su varieté tanguero.
› Por Silvina Friera
Dos cartoneras, cansadas de recoger lo que otros desechan, arrastran sus carritos y cantan “Dónde hay un mango”. Una saca un retrato presidencial sin rostro, que será completado por quien el espectador imagine. La otra le saca la banda presidencial y la escarapela, porque los que saquearon el país, los que las expulsaron a las calles de Buenos Aires a mendigar papeles, no merecen ser considerados argentinos. Además de poner las cosas en su lugar, deciden quemar esa figura. Marcela Paoli y Patricia Browne, actrices, bailarinas y cantantes, logran con este cuadro, uno de los momentos dramáticos más intensos de un varieté tanguero –Cirtango, que se los sábados a las 22 en Molière, Balcarce 682– que cuenta con música en vivo, ejecutada por Pablo Jaite (piano) y Gonzalo Fuertes (contrabajo), y con la participación del bailarín Julio Zurita.
“Nuestra mirada está orientada hacia la interpretación. No salimos a cantar un par de tangos convencionales. Cada tango tiene su teatralización, porque en cada letra subyace una historia, aflora un personaje que componemos minuciosamente”, explica Browne a Página/12. Brown y Paoli, que integraron el elenco de la exitosa Chicago (en muchas funciones reemplazaron a las protagonistas), aunque no son “tangueras de alma” se sirven del canto, la música y la danza. Así entregan sus cuerpos y voces para enhebrar cuadros que transitan por atmósferas construidas alternativamente en torno del barrio y sus consabidas chusmas (con el tango “No es por hablar mal”) o a la sordidez del cabaret (“Prostibulario”). “La idea del título es asociar el circo, con su inmensa capacidad de dar alegría y ofrecer una galería de personajes singulares, con el sentimentalismo y nostalgia del tango. Aunque pareciera que son mundos incompatibles, si hay necesidad de diversión es porque estamos tristes”, apunta Paoli, a quien le gusta repetir una frase de un amigo que condensa, en cierto modo, lo que a ella le pasó con la música ciudadana: “El tango siempre te espera”.
El repertorio del espectáculo responde a los gustos personales de Browne y Paoli, ajenos a ortodoxias y cánones tangueros. En Cirtango conviven Homero Manzi, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Enrique Cadícamo, Enrique Santos Discépolo, Eladia Blázquez, Francisco Canaro y Astor Piazzolla, entre otros. “En casa siempre se escucharon las orquestas de D’Arienzo, Pugliese y Di Sarli”, recuerda Paoli. “Pero cuando tenía 13 años me gustaba Piazzolla. Para mis viejos su música era una herejía. La discusión de si Piazzolla hacía o no tango siempre me pareció inútil. El tango tradicional y el de Piazzolla son dos montañas de una misma cordillera”. Según Browne, se animó al tango porque mucha gente le comentaba que tenía muy buena voz. “A medida que incorporé temas, que investigué en letras no tan conocidas, me fui enamorando del tango”, aclara.
Aunque ambas coinciden en que en el espectáculo hay muchas canciones con un sesgo excesivamente machista, como “Pedime lo que querés” (Canaro y Caruso), les parece lógico que los tangos concebidos en el período que va de los ‘20 a los ‘40 tengan esa impronta. “Nos gusta satirizar el machismo, poner en ridículo a los guapos. Esas letras responden a la idiosincrasia de la sociedad de entonces. Las mujeres, en cierto modo, también eran machistas. Hoy el lugar de la mujer es otro, porque se hace escuchar, trabaja o es sostén de la familia. Interpretamos ese tango como parodia de un tiempo que ya no existe”, precisa Paoli. El dúo también arremete con “Los amores con la crisis”, que opera como homenaje a Tita Merello. Allí las actrices encarnan a dos prostitutas. “Pero no de cabaret –acota Brown–, o las típicas chicas que hacen la calle. Nos inspiramos en prostitutas más finas, que buscan hombres con plata para salvarse”.
Mientras armaban el espectáculo, se negaron a escuchar tangos cantados por mujeres, para evitar copiar o contagiarse del estilo. “No quisimos escuchar los originales. A lo sumo, lo hicimos una vez para transcribir laletra. Pero no queríamos imitar los clisés de las cantantes de tango, porque el propósito no era homenajearlas sino apropiarnos de esos tangos, investigar qué nos pasaba con esas letras y de acuerdo a lo que nos transmitían sentirlos nuestros”, señala Browne. La fuente de las historias la encontraron en los personajes que pululan por Buenos Aires: la doña Rosa que todavía perdura en los barrios, la abuela de Paoli, las cartoneras, hasta las chicas que patean Godoy Cruz, todos ellas y muchas otras constituyen la materia prima de los personajes que transforman el escenario del Molière en un circo sui generis, con el glamour y la sensualidad del cabaret y la nostalgia por el barrio y sus personajes.