Sáb 25.01.2003

ESPECTáCULOS

El zar ya cumplió el sueño del teatro español propio

El empresario Alejandro Romay invirtió 15 millones de euros en la reforma del Teatro Alcalá de Madrid, que llevaba 14 años cerrado. Entre las obras que programó se destacan “Tanguera” y “Venecia”.

Por Susana Moreno
Desde Madrid

Los aires porteños han resultado vivificadores para un teatro que llevaba 14 años olvidado en el barrio de Salamanca. El antiguo Alcalá Palace se ha desperezado de su letargo gracias al aliento económico de Alejandro Romay, que gastó 15 millones de euros para que el teatro vuelva a lucir como nuevo. El próximo miércoles, el Nuevo Teatro Alcalá se sacudirá el eco de los aplausos de antaño para recibir ovaciones renovadas con el espectáculo Tanguera como plato de estreno. Entre los títulos que subirán al escenario del nuevo Alcalá Palace durante el 2003 se destacan dos de probado éxito internacional (El violinista en el tejado y Variaciones enigmáticas) y uno que obtuvo en la Argentina una notable respuesta del público y la crítica: Venecia, de Jorge Accame.
“Después de 20 meses de obras y una inversión muy fuerte, hemos conseguido un recinto cómodo y moderno, equipado con la última tecnología, que lo convierte en el primero de la lista de los teatros privados”, describe el autor y productor del montaje musical de reapertura, Diego Romay. Su padre, Alejandro Romay, lleva medio siglo trabajando en el espectáculo y en los medios argentinos. A principios de los años ‘60 produjo “uno de los sucesos más rutilantes de la década, la comedia musical My Fair Lady”, como recuerda el hijo. Y a partir de ese momento empezó a comprar teatros, reconstruyó algunos y sufrió atentados en otros (en 1973, por ejemplo, incendiaron el Teatro Argentino la noche anterior al estreno del musical Jesucristo Superstar).
El éxito comercial ha sido el hada madrina de Romay. En 1997 vendió su pieza más preciada, Canal 9, en casi 200 millones de dólares. Un año después comenzó a comprar teatros en la avenida Corrientes. Se hizo cargo del Broadway y reconstruyó el histórico Teatro Nacional. En el 2000 viajó a Madrid para comprar el Alcalá Palace. “Somos un grupo competidor de CIE (Corporación Interamericana de Entretenimiento), la empresa que tiene en la cartelera de Madrid espectáculos musicales como El fantasma de la Opera o My Fair Lady, y hemos producido grandes obras en Broadway”, recalca Romay hijo. La ambición artística y creadora de los Romay es tan arrolladora como la confianza de ambos en los musicales que producen. Y Tanguera no es una excepción, según el productor. “Esta función lleva 11 meses de éxito ininterrumpido en la Argentina y cuenta con el apoyo de público y crítica. Estará 12 semanas en el Nuevo Teatro Alcalá y después comenzará una gira española y americana que culminará con su estreno en Broadway”, planea Romay. La fuerza del espectáculo radica, según dice, “en que es único en el mundo. No hay otra producción musical de tango donde además el propio relato de la historia se expresa a través de la danza”, agrega.
Cuarenta artistas sobre el escenario, ocho parejas de baile, un vestuario de 140 trajes de época sirven de marco para las peripecias de Giselle, una joven francesa que emigra a la Argentina a principios del siglo XX con promesas de casamiento y que acaba trabajando en un cabaret y luchando por un amor imposible que llegará a través de los pasos y movimientos del tango. El papel protagónico femenino está encarnado por Mora Godoy, que ejerce también de directora coreográfica de la pieza. Las letras de las canciones están escritas por Eladia Blázquez.
El servicio de venta anticipada está funcionando a buen ritmo gracias a los nostálgicos que antaño frecuentaban el Alcalá Palace. “Mucha gente del barrio ya ha comprado la entrada, más que atraída por el espectáculo, interesada en ver con sus propios ojos cómo ha quedado el recinto por dentro y por fuera”, dice el productor. Tanto los incondicionales como el resto del público van a encontrarse con una fachada que conserva su aspecto tradicional, aunque más limpia y reparada. “Cuando pedimos permisopara rehabilitar el teatro, el Ayuntamiento de Madrid hizo hincapié en que no podíamos cambiar la imagen exterior del edificio”, rememora Romay.
Con una enorme aspiradora de euros, los responsables del teatro han desempolvado el patio de butacas y han dividido el edificio en dos salas; una especialmente grande rinde tributo a la actriz Lola Membrives, está destinada a espectáculos musicales y tiene capacidad para 1323 personas; la otra sala es polivalente, se encuentra en el subsuelo del edificio, tiene 310 asientos y lleva el nombre de María Guerrero. Además, en la segunda planta del edificio está el conservatorio Manuel de Falla. “Es una escuela de danza, música, canto y actuación destinada a formar a los futuros protagonistas de la comedia musical”, definen los promotores.

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