Mié 29.01.2003

ESPECTáCULOS  › UNA RARA APOLOGIA DE LA VIOLENCIA EN “ARDETROYA”

La webada de Matías Martin

El conductor que deplora las cámaras ocultas repite un video en que un automovilista agrede a un joven que le limpia un vidrio “de asalto”.

A principios de los ‘90, las cámaras ocultas y los bloopers desembarcaron en la Argentina con un ímpetu notorio: Marcelo Tinelli y Mario Pergolini, estaban cambiando los modos en que se conducían programas de televisión y a veces parecían chicos con un juguete nuevo. No es que fueran nuevos en el mundo ni que aquí nunca hubiese habido programas que apelaran a esos recursos, pero pasó que fue entonces, cuando comenzaba la era menemista, que sintonizaron con un ánimo social aparentemente festivo. Hoy, cuando el ánimo social es otro, las cámaras ocultas parecen mala palabra y los bloopers se pasan como pidiendo disculpas: la sociedad no se banca del todo a una televisión que se ríe de los inocentes.
A tal punto las cámaras ocultas han pasado a ser malditas –luego de la gaffe del programa de Jorge Rial con Marcelo Corazza– que los conductores de dos de los nuevos programas periodísticos de América, “ardetroya” y “La otra verdad” se obligaron a pronunciarse al respecto. Matías Martin dijo que fue obligado por Marcelo Tinelli a incluirlas en el anterior programa que condujo, “Fugitivos”, y los hermanos Korol repitieron una y otra vez, antes de presentar sus informes, que las personas cuya intimidad se mostraba en ellos habían sido informadas previamente a la realización de las notas de que iban a ser filmadas. Hasta aquí, todo bien: en la Argentina siempre es preferible la corrección política a las burlas contra los ciudadanos inocentes.
Sin embargo, Martin suple la ausencia de las cámaras ocultas y bloopers con un recurso que no por tecnológico deja de tener el mismo sesgo ideológico: la reproducción de webadas, es decir de estupideces y chistes gruesos que circulan en video por Internet. Algunos de ellos,desafortunados, aun en el clima relajado y de buena onda que propone el programa, que más allá del rating –oscilante, de 2.6 a 7 puntos– es una de las sorpresas del verano. El que primero llamó la atención fue el de una abuela jugadora de fútbol que patea un bebé, aunque es obvio que la imagen es trucada. Es un chiste, grueso, y de mal gusto, pero un chiste.
El segundo, presentado, representado y repetido por Martin como “la venganza de los automovilistas”, parece inadmisible. En la imagen se ve primero a un muchacho de los que limpian parabrisas de asalto abordando una 4x4. Luego, se dirige a la ventanilla del acompañante, esperando una moneda. A continuación, la sorpresa: desde adentro le disparan con algo —¿el contenido de un matafuegos?– que parece arrancarle la cabeza. Viendo el fragmento, dan ganas de preguntarle a Martin si alguien lo está obligando, esta vez, a pasar webadas. Si no, cometió un típico error de la televisión argentina: no reflexionar sobre el material que ofrece. Tal vez Martin nunca escuchó “El idiota”, de León Gieco.

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