Sáb 09.02.2002

ESPECTáCULOS  › EL FESTIVAL COSQUIN ROCK COMENZO CON TODO EL FUEGO

El rocanrol tomó la plaza

Por Esteban Pintos
Desde Cosquín

Faltaban quince minutos para las seis de la tarde y mientras el sol todavía gobernaba el centro de la histórica Plaza Próspero Molina, el entusiasmo de todo comienzo estalló con Los Nietos de Báez. Una de las elegidas en el pre Cosquín abrió el fuego del Festival Brahma Cosquín Rock y, de ahí en más, otras once bandas sacudieron el escenario Atahualpa Yupanqui. Un piquete de protesta detuvo por un momento la seguidilla, justo cuando caía la noche, pero luego todo se encaminó, aun con el desorden y entusiasmo organizativo propios de todo festival multitudinario (de público y artistas). Los más notorios, esperados y en evidente estado de gracia popular fueron, por supuesto, Los Piojos. Al cierre de esta edición, el quinteto del oeste grambonaerense abría su contagiante show recibido con fervor por la multitud. Banderas, bengalas, esas canciones (“Ay ay ay”, “Tan solo”, “Maradó” y otras tantas): el ritual de siempre. Ya era sábado y el cielo con sus estrellas lucían en todo su esplendor sobre el Valle de Punilla. Antes de Los Piojos, 3D, Scraps, Bastardos, Bangladesh, Los Tipitos, La Mancha de Rolando, 2 Minutos, Cabezones, El Otro Yo y Attaque 77 dieron su descarga de rock adrenalínico por naturaleza, entusiasta y visceral, lo que cobra otro valor simbólico en un país incendiado. Entre los carteles de publicidad, los chicos –más de 15.000 dentro de la plaza, otros 5000 en los alrededores festivaleros–, los espíritus del folklore que evidentemente circulan aquí, en este bello contexto serrano, emergía una bandera a modo de sentencia y pertenencia. “Yo se que vendrán buenos tiempos”, dice. Refiere al título de una canción de Los Piojos, pero también representa una declaración de esperanza que refrendarían estos miles que estuvieron anoche.
Cosquín luce virtualmente tomado, tal como en el tiempo del folklore. Pero otra es la escenografía que aporta el público. Estos pibes de 2000 llevan a Maradona, el Che, Luca, el Indio Solari y Mick Jagger en sus remeras, se sacuden espasmódicamente al ritmo de las guitarras distorsionadas y los coros futboleros. La excepción al panorama de esta primera noche coscoína –y habría que pensar un rato sobre la cuestión, si es así o no– tal vez haya sido El Otro Yo. También son populares, no tanto como Los Piojos. Sus canciones suenan, por momentos, maléficamente infantiles. En otros momentos, explotan en una ráfaga de electricidad. Tienen una escena impactante y saben por donde golpear: es una banda en pleno crecimiento, pero ya les basta para jugar en primera. Su show de anoche fue otra prueba contundente, por si hacía falta.
El día 2 del Cosquín Rock tiene sus atractivos, también. Después de los números de apertura, mendocinos (Vacas Sagradas), cordobeses (Juan Terrenal, Navarros), marplatenses (Dios los cría) y porteños (Xaga), será el turno de mucho del mejor rock y blues del país: Botafogo, Pappo’s Blues, La Mississipi, MAM y Riff. Más tarde, el campeón de los power trío (Divididos) y el aspirante a la corona (Catupecu Machu) serán las atracciones centrales. Los chicos y chicas que acampan, los que duermen donde pueden, los que disfrutan de la hospitalidad local, los del Che, Maradona y Solari siguen esperando por más rock. El rocanrol del país incendiado, que se mantiene vivo.

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