ESPECTáCULOS
› NESTOR MARCONI ACTUA HOY EN EL TEATRO COLON
El bandoneón viste de gala
El músico, que presentará en el Festival sus “Tangos concertantes”, explica el interés que despierta el género en el ambiente “clásico”.
› Por Karina Micheletto
Hace tiempo que el bandoneonista Néstor Marconi trabaja como compositor e intérprete con orquestas sinfónicas de todo el mundo. Entre otras salas prestigiosas, llevó por primera vez el tango orquestado a la sala Tchaicovsky, en Moscú, junto a la Orquesta de Cámara del Kremlin. El músico asume este trabajo creativo como una obligación. “Falta material. Las orquestas del mundo están deseosas de hacer nuestra música, y no pueden seguir tocando siempre a Piazzolla. Es una tarea que los músicos de mi generación tenemos que empezar a asumir, o al menos intentarlo”, asegura. Su última creación para bandoneón y orquesta se llama Tangos concertantes, y una parte de esta obra se estrenará en el Festival de Tango. Será hoy a las 20.30 en el Colón, con la orquesta estable del teatro, dirigida por el maestro José Carli (las entradas, que salen dos pesos, podrán retirarse desde la mañana en el teatro).
El programa de esta noche estará dividido en tres partes. Primero, Marconi se presentará con su trío (que completan su hijo Leonardo Marconi en piano, y Oscar Giunta en contrabajo) interpretando composiciones como “Pa’ que bailen los muchachos”, “Un vino de adiós” y “Taconeando”. En el segundo segmento el bandoneonista estará solo, y hará un recorrido tanguero que unirá a Gardel, Troilo y Piazzolla. En la tercera parte se sumará la orquesta del Colón, con dos obras de Marconi especialmente instrumentadas para la ocasión: “Tiempo cumplido” y “Moda tango”, más una selección de temas de Piazzolla. Finalmente se estrenará una parte de los Tangos concertantes, una obra que Marconi define como “un diálogo instrumental entre el bandoneón y la orquesta”.
Además de su trabajo como solista y con el trío, el bandoneonista forma parte del Nuevo Quinteto Real, junto a Horacio Salgán y Ubaldo De Lío (un grupo con el que este año encarará su novena temporada en el Club del Vino), y codirige con Atilio Stampone la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto. En un alto en los ensayos del Colón, el músico dialogó con Página/12.
–¿Cómo compuso los “Tangos concertantes”?
–Fui tomando motivos de distintas obras mías que no estoy tocando en este momento, y a partir de ahí comencé a orquestarlos. En este tipo de trabajos pongo especial énfasis en mantener el sabor a tango a pesar de la cantidad de músicos y los distintos instrumentos que lo tocan. Para mí es muy importante estrenar la obra en el Colón, que es como estrenarla en casa. Siempre teníamos que lamentar que las posibilidades de despliegue que teníamos afuera no estuvieran acá. Por suerte el Festival incluyó este tipo de emprendimientos.
–¿A qué se debe el interés de las orquestas clásicas por el tango?
–En un terreno en el que ya está todo demasiado tocado y demasiado grabado, de repente las orquestas descubrieron al tango, que es un género riquísimo musicalmente, y se fascinaron. Y hoy hay una necesidad creada, un apetito en todo el mundo por explorar las posibilidades que brinda el género. A esos músicos ávidos por nuestra música hay que ofrecerles obras para que ejecuten, el repertorio no puede agotarse en Piazzolla.
–¿Es difícil sacarse de la cabeza el esquema piazzollano a la hora de componer para orquestas?
–No, para nada. Creo que todas las cosas deben pasar por uno. Finalmente, un músico es la fusión de todos los músicos que escuchó, pero se tiene que buscar a sí mismo. Y tampoco es cuestión de decir que hay que escapar de Piazzolla, y en esa huida escribir cualquier cosa. Piazzolla dejó un gran camino para que nosotros lo sigamos, pero repetirlo treinta años después es desandarlo. En todo caso, se puede hacer Piazzolla al estilo de uno: Troilo tocó “Lo que vendrá” y Fresedo hizo “Prepárense”, y no sonaban como Piazzolla. Estoy seguro de que a Astor no le hubiera gustado que aún hoy se siga tocando como lo hacía él. Habría que darle el gusto.