Lun 17.03.2003

ESPECTáCULOS  › UN BALANCE DE MAR DEL PLATA, CON EL COORDINADOR ARTISTICO MIGUEL PEREIRA

“Este fue el festival de la refundación”

Unos 150 mil espectadores concurrieron a la muestra, que fue menos ambiciosa que en 2002, pero tuvo mejor nivel cinematográfico. El realizador admite las deficiencias organizativas y sueña con que Mar del Plata sea “una vidriera latinoamericana al mundo”.

› Por Martín Pérez

La señora se removió inquieta en su asiento un par de veces. Y se mantuvo en riguroso silencio cuando algún que otro murmullo cercano a la carcajada atravesó la platea. Apenas si hizo un par de comentarios con su compañera de salida durante toda la película. Eso sí, cuando se encendieron las luces, fue contundente: “¡Qué pavada que acabamos de ver! A mí no me agarran más, la hubiese pasado mejor si iba a ver Chicago”. La multitud que ocupó hasta la última butaca de la enorme sala mayor del cine Ambassador para ver la última función marplatense de Embriagado de amor no opinó lo mismo que ella. No sólo sobre la película protagonizada por Emily Watson, la gran estrella internacional que se acercó este año a Mar del Plata, sino con respecto a buena parte de las películas de una edición que tuvo casi todas sus funciones a sala llena.
El ya tradicional apoyo del público marplatense a su festival internacional, que había mermado en las últimas temporadas, regresó para esta 18ª edición, con entradas a 2 pesos. El resultado fue una concurrencia que superó los 150 mil espectadores, duplicando los números del año pasado. Sin embargo, no se puede inferir de ello que lo haya duplicado en calidad. Mucho más ordenada que en 2002 –que se realizó, hay que recordarlo, en medio de una crisis sin precedentes y con dudas de su realización por la acefalía hasta último momento del Instituto de Cine–, Mar del Plata tuvo esta vez una muestra competitiva de mejor nivel. Además, su grilla de películas no tuvo una sola alteración y se cumplió a la perfección. Claro que tal vez eso haya sucedido porque esta edición ha sido mucho menos ambiciosa que la anterior, con apenas 120 películas en exhibición. Entre ellas hubo muy pocas sorpresas, algo que supo ser una característica del festival aun en sus polémicos comienzos con ánimos megalómanos, gracias a la sección “Contracampo”.
“Hay que tener en cuenta que hemos tenido muy poco tiempo para planificar este festival”, explica Miguel Pereira, coordinador artístico de la muestra, en una entrevista con Página\12. “Yo asumí el 1º de noviembre del año pasado, y en el Festival de Berlín ya estábamos presentando internacionalmente la programación”, precisa el cineasta, a quien se vio luchar con los serios problemas organizativos que sufrió el evento: sala de prensa inexistente, problemas de alojamiento y de viajes para sus invitados internacionales. “Es cierto, desde la parte artística el festival funcionó a la perfección, pero organizativamente tuvo serias deficiencias. Al punto que debimos organizar una especie de comité de guerra para enfrentarnos con todos esos problemas y sacar el festival adelante. Pero son problemas con responsables. Así como yo respondí por lo artístico, otra gente deberá responder por lo que le compete”, dice Pereira, muy calmo. “Yo creo que hubo una gran fuerza negativa contra este festival, pero no somos ajenos a la realidad del país. Aquí también se dirimen contiendas políticas o desplazamientos de gente, porque en la Argentina no hay señores, nadie se va con la cabeza alta y orgulloso por su trabajo, sino que deja bombas de tiempo o el campo minado a quienes lo suceden. El día que podamos cambiar esa mentalidad vamos a poder hacer un país realmente en serio.”
La contundencia de las reflexiones del coordinador artístico del festival apuntan también a la mayor desprolijidad del evento, las idas y vueltas con respecto a la legitimidad de la inclusión de Valentín dentro de la competencia oficial. “Alguien con mucha mala intención debe haberse comunicado con la FIAPF para llamar la atención sobre algo que terminó siendo un error, pero que no fue buscado. No fue una negligencia ni se hicieron las cosas a la ligera, sino que todo fue de buena fe”, insiste Pereira, que se mantuvo en ascuas el viernes pasado por el problema que se originó con el film de Agresti, manteniendo reunión tras reunión en buscade una solución. “Pero de los errores se aprende, y además yo creo que esto va a trascender y generar una discusión sobre la actuación de la FIAPF. Porque la lógica dice que una película no debería competir en un Festival afiliado a la entidad sólo si antes ha participado en otro festival de la FIAPF. Si no, ¿para qué sirve la FIAPF? ¿Para qué estamos pagando once mil dólares por año para formar parte de un club, si eso no me sirve para nada?”
Tal vez uno de los aspectos más interesantes de esta nueva versión de la muestra haya sido su concepto latinoamericanista, un proyecto que tal vez ayude a encontrarle un perfil definido al festival. “Mi ideal para Mar del Plata es que termine siendo una vidriera latinoamericana al mundo. Porque hay que ser realista: no tenemos un buena fecha en el calendario internacional, y además estamos lejos del mundo. Las mejores películas, que no son tantas, se reservan para los grandes festivales. Nosotros tenemos que apuntar a que, con el tiempo, el cine latino e hispanoamericano reserve lo mejor para Mar del Plata. Y que el mundo venga a buscar esas películas acá”, imagina un entusiasta Pereira, luego de una edición en la que a duras penas ha logrado llamar la atención el cine latinoamericano, y que careció de un panorama siquiera local para atender a los visitantes extranjeros. “No se por qué no se ha exhibido el cine piquetero que fue a Berlín”, se excusa Pereira ante la consulta de Página/12. “Creo que porque no se presentaron”, calcula.
Sin embargo, el coordinador artístico del festival es el primero en admitir que las buenas intenciones aún están en eso, en intenciones. “Esta edición ha sido como una refundación de Mar del Plata”, apunta. “La idea ha sido relanzarlo, recuperar cierto prestigio. Hemos torcido un poco el ángulo de la idea de su realización, pero si se le da continuidad a esta idea, creo que es lo que más le conviene al festival”, concluye Pereira, que confiesa haber celebrado los premios oficiales, cuidadosamente repartidos entre España, Brasil y Argentina. “Pero no hubo sugerencia de ningún tipo para ellos”, apunta categórico el jujeño, que asegura que encargarse de un festival fue como producir cinco películas al mismo tiempo. “Además yo soy un director, nunca soñé con hacer esto. Y para un director de cine esto es terrible. Es como estar sentado todo un partido en el banco de suplentes, viendo jugar a los demás sin poder salir a la cancha. Pero no puedo negar que el desafío me ha gustado. Porque me he dado cuenta de que las cosas pueden mejorar, y que no es tan difícil lograrlo”, explica Pereira.
El director de La deuda interna tiene planeado dirigir en noviembre El hombre que llegó a un pueblo, su demorada adaptación de un cuento de Héctor Tizón. “Pero vos sabés cómo es el cine, uno dice noviembre y después terminás rodando en junio. La verdad es que me gustaría poder seguir con esto, aplicar todo lo que he aprendido, y poder darle una vuelta más para afianzar todo lo que comenzamos con esta edición. Porque yo creo que una vez que se asiente la polvareda, lo que va a quedar de Mar del Plata es que la frivolidad le va a dar paso a algo más serio”, concluye.

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