ESPECTáCULOS
› INTELECTUALES Y ARTISTAS MOVILIZADOS Y ALERTAS
La cultura argentina le dice no a la guerra contra Irak
David Viñas, Tato Pavlovsky, Patricio Contreras, Héctor Bidonde, Leonor Manso, Norman Briski, Juan Falú y Rodolfo Mederos, entre muchos otros, promueven acciones concretas para concientizar a la sociedad sobre la prepotencia de Estados Unidos en su cruzada 2003.
› Por Julián Gorodischer
“Amamos a Jane Fonda, a Humphrey Bogart y a Woody Allen”, lee David Viñas, y eleva el tono. “Amamos la danza de Fred Astaire y la pintura de Frank Lloyd Wright. Sentimos nuestros aliados a los artistas de Hollywood que, hoy mismo, por denunciar la guerra imperial, se enfrentan a un nuevo macartismo.” El auditorio ovaciona. La palabra del escritor y ensayista ruge convertida en un “Yo acuso...” de la víspera de la invasión, cuando parece que no queda nada por hacerse y sin embargo se suceden las marchas por la paz, los actos como éste en la Federación de Box, en Almagro. Artistas apelan a los gestos, las palabras, la obra, el llamado de atención, sin importar la lejanía o la medida de la repercusión, para sentirse más cercanos a Sean Penn, Susan Sarandon, Martin Sheen, entre tantos estadounidenses rebelados. “Nosotros no queremos al Cristo muerto en la cruz –continúa Viñas–, preferimos al Cristo vivo, indignado, expulsando a los mercaderes del templo...”
Como en la Nueva York devastada que se prepara para más muertes, allí donde en muchas esquinas se exhibió, a fines de febrero, una puesta de Lisistrata o la rebelión de las mujeres, también en la Argentina los actores, músicos y escritores se preparan para ejercer una forma de resistencia. ¿Cómo hacer oír una voz desde Buenos aires, cómo generar un eco? Patricio Contreras prepara, por caso, un proyecto para leer un texto-manifiesto antes de cada función, en cada teatro,. Contreras lee al Subcomandante Marcos, y está convencido de que toda palabra por la paz es útil y necesaria, actualiza una resistencia, y entonces cita al jefe zapatista para fundamentar su plan: “El señor Bush llegó al poder gracias a un fraude tan grande que sólo pudo ocultarse bajo los escombros de las Torres Gemelas. Detrás de esta guerra no hay más Dios que el dinero. Hoy hay un NO que debilita al poderoso y fortalece al débil. Debemos universalizar el NO”.
La Asociación Argentina de Actores acompaña la resistencia a la guerra imperial desde que el 8 de marzo un grupo de actrices se unió con Amnesty International para hacer oír una serie de textos y canciones. Después, llegó la movilización a las marchas por la paz, las más concurridas de América latina, y ahora se preparan adhesiones y muestras de solidaridad con los actores victimizados por el nuevo macartismo que se impone en Estados Unidos. Rita Terranova, secretaria general de Actores, se pregunta si esa forma de la discriminación no habrá llegado, ya, a la Argentina: “Es la primera vez en muchísimos años –dice– que no tengo propuestas de trabajo, y lo ligo con mi militancia en Actores. Tenemos una marca muy grande de los años imborrables de la dictadura y todavía funciona el prejuicio para con el actor comprometido. Sigo, igualmente, generando cosas: quiero formar una comisión contra la guerra en la Asociación, para poder llevar una movida por la paz, con artistas, a escuelas y universidades”.
“Yo tengo una hija de cinco años y no tengo ningún interés en morirme...”, dice el actor Héctor Bidonde. Su premisa: combatir la creencia de que se está lejos y a salvo, hecha suya por un grupo de actores bajo consigna “Nosotros decimos no”. A fines de febrero, en plena calle Corrientes, Norman Briski, Eduardo “Tato” Pavlovsky, Cristina Banegas y el mismo Bidonde, como presentador, leyeron a Eduardo Galeano y a Adolfo Pérez Esquivel porque están convencidos de que el gesto del artista está en difundir el arte. “No hay otro modo de crear conciencia”, sostiene Bidonde. “Tengo una familia y me pongo a tratar de parar la ansiedad y el temor, sentimientos que reemplazan al odio.” Daniel Fanego, en todas las marchas por la paz y orador en los actos, aporta la adhesión del movimiento que integra, Teatro por la Identidad. “Hoy tengo la esperanza –cuenta– de que esto implique, por fin, el hecho de ser protagonistas de nuestro propio destino. Quiero que entendamos que después de Irak puede tocarnos a nosotros cuando vengan a buscar las fuentes de agua y reservas minerales argentinas.”
Entre los músicos más activos en la cruzada pacifista, Rodolfo Mederos recorre los actos y las marchas con el bandoneón a cuestas y revisita “Adiós Nonino” de Astor Piazzolla. En esos momentos (ocurrió el lunes en la Federación de Box), las Abuelas de Plaza de Mayo, en las primeras filas, cierran todas sus ojos en actitud de plegaria o ruego. “¿Por qué no participar?”, plantea Mederos. “Esa es la pregunta: ¿por miedo, por descreimiento o por estar asociados a los intereses del Imperio? Me decepciona que no haya más gente llenando los actos, las manifestaciones. ¿En qué están pensando? ¿Tienen algo mejor o más importante que hacer en este momento?” Muchos de sus pares prepararon una solicitada que se propone encontrar un responsable directo a la indiferencia. Norman Briski, Julio Lacarra, Juan Falú, Diego Kogan, Leonor Manso, Vicente Battista, Liliana Heer, entre otros, aseguran que hay una culpa y un cargo por la abulia de tanta gente: “El gobierno argentino –se lee en el texto– debe abandonar su ambigua postura de declamar su no intervención al tiempo que asegura la asistencia al vencedor sobre un pueblo arrasado.”.
“Estados Unidos está inflado de ganas de atacar a Irak”, lee la actriz Ana María Casó un texto de Harold Pinter, postulado como manifiesto antes de cada función teatral. “La administración norteamericana es una bestia sedienta de sangre; las bombas son su único vocabulario. A menos que Europa reúna la solidaridad, la inteligencia, el valor y la voluntad para resistir, Europa misma se hará merecedora de la declaración de Alexander Herzen: Nosotros no somos los médicos, nosotros somos la enfermedad.”
Subnotas