ESPECTáCULOS
La “Semana Bartók”, una cita con final desconocido
Lo de “desconocido” no es caprichoso: el cierre de este festival dedicado al genial músico húngaro será con la versión original del “Concierto para viola y orquesta”, considerado “imposible de tocar” hasta que apareció el violista Paul Neubauer, quien actuará con la Filarmónica de Buenos Aires.
› Por Diego Fischerman
El musicólogo alemán Carl Dahlhaus teorizó acerca de la obra tardía entendida como categoría. Cabría, también, teorizar acerca del género obra inconclusa. La Atlántida de Manuel de Falla, la Sinfonía Nº 10 de Gustav Mahler. Turandot de Puccini, el Requiem de Mozart, El arte de la fuga de Bach o, por supuesto, la Inconclusa de Schubert (cuya inconclusión está en duda, ya que varios estudiosos aseguran que el autor quiso escribirla en dos movimientos y no en los cuatro habituales) abonan una mitología en la que abundan las leyendas de cabezas inertes caídas sobre las partituras truncadas y trazos detenidos por la mismísima muerte. El final anunciado de Béla Bartók, ya enfermo de leucemia cuando huyó hacia Estados Unidos desde la Hungría ocupada por los nazis, dejó obviamente obras inconclusas. Pero la mejor historia sucedió después.
Una de las obras que no llegó a terminar fue su Concierto para viola y orquesta. La partitura tiene escritas, entre otras cosas, las mediciones de la temperatura que el compositor debía hacerse periódicamente por indicación médica. Pero el primer veredicto fue que la parte solista era tan extremadamente dificultosa que debía ser adaptada para que pudiera ser tocada. Se atribuyó a la enfermedad que Bartók no tuviera en cuenta los límites entre lo posible y lo imposible. Y el concierto fue terminado a partir de esas modificaciones a lo escrito por el autor. Hasta que llegó un violista virtuoso, que había sido, entre otras cosas, el más joven en llegar a ser solista de su orquesta, la Filarmónica de Nueva York. Y Paul Neubauer dijo lo que nadie esperaba que dijera: “La parte original escrita por Bartók puede tocarse”. La revelación, confirmada por la propia ejecución de Neubauer, obligó a replantear lo que hasta el momento se tenía como versión oficial del Concierto para viola y orquesta (la misma que había tocado Yehudi Menuhin con dirección de Antal Dorati) y allí apareció un músico argentino, Nelson Dellamaggiore, que fue el encargado de la nueva revisión. El Concierto, en esta nueva versión que, en realidad, rescata las intenciones y lo escrito originalmente por su autor, será estrenado en Buenos Aires por la Filarmónica de esta ciudad, con la actuación solista de Neubauer y la dirección de Gabriel Senanes. El concierto será el próximo jueves y cerrará la Semana Bartók, un festival que empieza hoy y con el que el Colón homenajea a uno de los más grandes compositores del siglo XX.
La importancia de Bartók, su fenomenal modernidad, la potencia y, al mismo tiempo, su metódico buceo en el folklore húngaro y de las zonas limítrofes, tiene que ver con una elección personal, desde ya, pero también con una época para la que los lenguajes populares que hasta ese momento habían sido vistos como menores empezaron a tener cada vez mayor importancia. De todas maneras, aunque Bartók está lejos de ser el primero de abrevar en el folklore (Bach, Mozart, Beethoven o Schubert, entre muchos otros, también lo habían hecho), es el primero en hacerlo de la manera en que lo hace. En primer lugar, no utiliza jamás citas textuales. Más que usar el folklore usa algunos de sus principios y lo hace para componer nuevos materiales. En segundo lugar, lo que para otros autores había sido un argumento de color, una concesión a algún pintoresquismo o a la necesidad de evocación de lo exótico, en Bartók pasa a ser parte esencial del lenguaje. Muchas de sus investigaciones, a través de las cuales recopiló él mismo infinidad de músicas populares, estaban destinadas, como lo muestra en su libro de escritos sobre ese tema, a oponerse precisamente al pintoresquismo y a mostrar las diferencias entre lo húngaro y su versión turística, el gitanismo. Y si para otros lo popular aparecía como una manera de ablandar el discurso, de hacerlo más asequible, para Bartók el sentido es el contrario. Como más tarde sucedería con Luciano Berio y sus indagaciones en los folklores italianos, en particular los de Sicilia, lo que se busca allí es lo más duro y agreste, aquello que no fue limado por la tradición tonal y por los supuestos embellecimientos de la música académica.
Además del concierto de la Filarmónica, en el que también podrán oírse por primera vez en Buenos Aires las Cuatro Piezas Orquestales de Bartók y una composición argentina donde resulta esencial el uso (o la recreación) de elementos folklóricos, las Danzas de Huemac de Pascual de Rogatis, la programación de este semana incluirá conciertos de cámara, conferencias y una exposición de fotos aportadas por su hijo. La apertura, hoy a las 20.30, tendrá como protagonistas al Cuarteto Buenos Aires, conformado por Haydée Seibert Francia y Cecilia Barraquero en primer y segundo violín, Marcela Magin en viola y Edgardo Zollhofer en violoncello, haciendo el genial Cuarteto para cuerdas Nº 2, el violinista Fernando Hasaj en la Sonata para violín solo, las Improvisaciones sobre canciones campesinas húngaras, Op. 20, por Manuel Massone en piano y las piezas para dos pianistas del Microcosmos por él y Silvia Dabul.
Mañana, a las 17.30 en el Microcine, la profesora Alicia Terzian dará una conferencia acerca de “El estilo de Béla Bartók: del folklore real al imaginario” y el próximo lunes 24 a las 18, el grupo Encuentros, que ella dirige, brindará un concierto dentro del ciclo El Colón x 2 pesos, junto a importantes solistas invitados. El programa incluye los Contrastes para clarinete, violín y piano –que el compositor grabó en disco junto a Benny Goodman en clarinete y Joseph Szigeti en violín– por Eduardo Ihidoype, Claudio Espector y Sergio Polizzi (violinista de la Sinfónica Nacional que alguna vez tocó en el crimsoniano grupo Bubu), las Escenas de la aldea, por la mezzosoprano Marta Blanco acompañada al piano por Espector, una selección de los Cuarenta y cuatro dúos para violines por Rafael Gintoli y Polizzi y, en la transcripción para viola y cello realizada por Peter Bartók, por Mario Fioca y Carlos Nozzi y la fundamental Sonata para dos pianos y percusión, por Espector y Miguel Angel Scebba en pianos y Angel Frette y Arturo Vergara en percusión. Otro de los platos fuertes de la Semana Bartók será la conferencia sobre el Concierto para viola que darán Neubauer y Dellamaggiore el miércoles 26 a las 17.30, en el Microcine.