Marcel Marceau, el “maestro del silencio”, quien con su personaje Bip logró contar historias de la vida cotidiana sin hablar, apenas ataviado con camiseta a rayas, pantalón blanco y una flor roja sobre su sombrero aplastado, cumple hoy 80 años. “El arte de la pantomima confiere juventud eterna”, le predijo uno de sus maestros, Etienne Decroux, en 1944. Desde entonces, Marceau presenta sobre el escenario un programa que su público, con pocas excepciones, conoce desde hace años. El llama “mimodramas” a esos números poéticos, en los que Bip aparece como David y se transforma en Goliath o en Don Juan, y que hablan del amor y la felicidad, la alegría y la tristeza, la vejez y la muerte. Su lírico lenguaje corporal, con el que expresa “sentimientos a través de posturas características”, nunca es agresivo. “Nunca fui un extremista”, dice el hijo de un carnicero judío que fue asesinado por los alemanes en Auschwitz. Marceau, nacido en Estrasburgo con el nombre de Mangel, huyó con su hermano y su madre en 1940 a la ciudad de Lille, en el norte de Francia. En el movimiento de resistencia adoptó el nombre de Marcel y tras la llegada de los aliados a París sirvió al ejército de liberación. Mientras cumplía el servicio militar en Alemania, actuó por primera vez como mimo ante sus compañeros. El éxito artístico le legó como arlequín en la película Los niños del paraíso (1945), del director francés Marcel Carné. En 1947, creó Monsieur Bip, el payaso triste e irónico, al que concibió en base a un personaje de Charles Dickens, como un heredero de Pierrot, pero con conciencia social.