Vie 28.03.2003

ESPECTáCULOS

“Carmina Burana”, en una versión conmocionante

El Teatro San Martín está presentando la versión del coreógrafo Mauricio Wainrot de la famosa obra de Carl Orff.

Por Judith Wiskitski

¿Qué tendrán de especial estos poemas, poemas líricos de otros siglos, en viejas lenguas escritos, que permanecieron escondidos siglos en un convento del viejo continente, que se recuperaron recién en el siglo XIX y siguen conmoviendo en el siglo XXI? Hoy, la respuesta parece ser que en el momento en que el mundo sufre y deplora una guerra en el escenario mundial, la representación de un poema de amor casi épico parece un desafío. La modernidad de la puesta no tapa sino que potencia la sensación de que llegan desde el pasado lejano voces que, al trasladar un mensaje de humanismo puro al espectador actual, lo motivan a deplorar la retórica bélica transformada en violencia real contra un pueblo.
Carl Orff (1895-1982), compositor famoso por sus trabajos de pedagogía y de teatro musical, escribió entre 1935 y 1936 esta cantata secular. Para ello utilizó una recopilación de cancioneros latinos de la Edad Media, seguramente del siglo XIII (Carmina significa canción en latín), compuestos por un clérigo alemán y guardados en el monasterio benedictino de Beuren. Allí, esos cancioneros tomaron el nombre de Burana. Los manuscritos fueron hallados en 1803. Los poemas se componen de versos religiosos políticos, morales, eróticos y satíricos. El estreno de esta obra se produjo en Frankfurt en 1937.
La versión de Mauricio Wainrot denota libertad y creatividad al posicionarse con autonomía de los textos originales. Inicialmente la coreografía fue creada por él para el Royal Ballet of Flanders (Bélgica 1998) cuyas presentaciones transcurrieron durante tres temporadas en ese país, Alemania y Holanda. Durante el 2001 la vieron en Buenos Aires más de 30.000 espectadores. Orff dejó escrita esta obra musical, pensada para ser danzada, sin especificar cuáles o cómo deberían ser las coreografías, dejando a los creadores la libertad de hacerlo a su modo y de acuerdo a su época. No usó ninguna de las melodías originales. Estos poemas, sin embargo, cambiarían por entero su carrera: la historia repite que escribiendo Carmina Burana halló su propio e inconfundible estilo. Wainrot retoma el desafío de coreografiar una variada composición musical, aun cuando la música de Orff se caracteriza por una base simple, para gran orquesta y coro, sobre la que se entreteje una múltiple riqueza sonora estructurada con ritmos enérgicos.
La obra alude a lo cíclico, tanto desde el texto –metáfora de la rueda– como desde su propia estructura. La versión que se presenta en el Teatro San Martín se desarrolla en cinco partes: Fortuna, Primo Vere, In Taberna, Cour d’Amours y Fortuna. La composición coreográfica se amalgama con la música, con el espíritu del poema gracias a un integrado trabajo entre coreógrafo, bailarines y escenógrafo vestuarista. La interpretación del cuerpo del baile del Teatro San Martín aporta la expresividad que requiere esta obra, logrando el arte del equilibrio entre las habilidades corporales y de movimiento y la comunicación de un hecho estético. La obra comienza y termina con el mismo poema –Fortuna–, pero la vivencia estética del espectador es muy distinta una y otra vez. Al final, su sensibilidad ha sido enriquecida por la vivencia de una obra que destila humanidad.

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