ESPECTáCULOS
› ALEJANDRO AGRESTI ANALIZA EL EPISODIO “VALENTIN” EN MAR DEL PLATA
“Nunca quisimos hacernos los vivos”
Para el cineasta, cuya película fue retirada y luego repuesta en la competencia –terminó ganando el Premio Especial del Jurado–, la Federación Internacional de Productores tuvo al respecto una actitud equivocada, basada en “información incorrecta”.
› Por Emanuel Respighi
La 18ª edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata finalizó hace un par de semanas. Sin embargo, la polémica que se generó en torno de la inclusión de Valentín en la competencia oficial continúa encendida, lejos de apagarse. El mismo día en que se proyectó el film del argentino Alejandro Agresti, las autoridades del festival hicieron pública la decisión de retirarlo de la competencia, ante las objeciones realizadas por Bertrand Mouiller, delegado de la Federación Internacional de Asociaciones de Productores de Films (Fiapf). El funcionario argumentaba que Valentín no podía competir en Mar del Plata debido a que había participado en octubre en el Festival de Biarritz. Pero sorpresivamente, a las pocas horas, las autoridades del Festival revieron la decisión y readmitieron a Valentín en la competencia, donde finalmente se llevó el Premio Especial del jurado. La decisión se debió a una relectura de los reglamentos de la Fiapf y a una consulta con otras autoridades de festivales. A la entidad no le gustó ese cambio y ahora amenaza con retirarle la categoría “A” al festival.
Aún enojado por el incidente en el que se involucró a su película, Agresti afirma en una entrevista con Página/12 que concede desde Holanda que “es imposible que nos quiten la categoría, porque Valentín podía participar de la competencia sin ningún inconveniente”. “El problema es que, en primer lugar, Biarritz no es un festival de cine ni pertenece a la Fiapf: es una muestra. Además, tampoco está reconocido como festival internacional, ya que es un ‘encuentro de cultura y cine latinoamericano’. Para que sea internacional el reglamento establece que debe participar al menos un film del país organizador. Y en Biarritz no hubo películas francesas. El inconveniente es que, extrañamente, el delegado confundió a una muestra de cine con un festival internacional”, subraya.
–Usted remarca que “extrañamente” el delegado confundió a Biarritz con un festival internacional. ¿Piensa que hubo algo oscuro detrás?
–Y... Los organizadores del festival la incluyeron en la competencia oficial con un mes de anticipación, sin que apareciera ningún reclamo de la Fiapf. Sin embargo, el día de la proyección, el delegado dice que Valentín no podía participar. Y encima sin fundamento, porque Biarritz no es un festival de cine. En ese momento investigamos y encontramos con que había otras películas que también habían estado en festivales y no pasó nada. La canadiense The nature of Nicholas, por ejemplo, fue anteriormente proyectada en el Festival de Montreal 2002 y en el de Vancouver. Y la española Volverás había estado en el de Palm Springs, Estados Unidos. Yo mismo me comuniqué telefónicamente con Mouiller y le expliqué que la película canadiense también había estado en otros festivales, por lo que tenía que utilizar el mismo criterio. El tipo hizo un profundo silencio y me dice que esa información habría que chequearla, pero que ya era muy tarde. Ahí me di cuenta de que había algo raro. Y entendí su actitud cuando me enteré de que Mouiller no es francés, sino canadiense.
–¿Cree que el delegado de la Fiapf no fue imparcial?
–No sé. Tampoco sé si se trató de una mera coincidencia pero, al menos, resulta extraño su ensañamiento con mi película y su flexibilidad con la canadiense. El tipo quería bajar a Valentín a toda costa. Si hasta declaró que los argentinos éramos corruptos endémicos y que nos ayudábamos a nosotros mismos. Pero eso no es verdad, porque nosotros actuamos de buena fe, no quisimos hacernos los vivos. Si hasta en el mismo catálogo del festival figuraba que Valentín había estado en Biarritz. Si habla de corrupción, creo que tengo yo más elementos para fundamentar mi paranoia que para sostener la suya. No hubo ningún tipo de mano negra. En todo caso, si la hubo, no vino de nuestro lado.
–¿Por qué piensa que el incidente tuvo tanta repercusión en medios nacionales e internacionales?
–A nivel local, porque se manejó información incorrecta. Y a nivel internacional, creo que se debe a que para todo el mundo la corrupciónpasó a ser un elemento de venta. Es verdad que vivimos en una sociedad corrupta, pero no todos los argentinos son corruptos. En la decisión de mantenerla en competencia, el festival se jugó la cabeza pero lo hicieron con la convicción de que era lo correcto. Lamento que suceda este despelote. Este tipo de polémicas son las que me alejan de la Argentina. Es parte de nuestra idiosincrasia: todo tipo que hace algo debe ser vapuleado de alguna manera. Por algo hay gente que habla pestes de Piazzolla, otros tantos que dice que Arlt escribía mal...
–¿Considera posible que el Festival de Mar del Plata pierda la categoría?
–No, porque los organizadores se apoyaron en las reglas. La Fiapf no es tremendamente importante. No hace ni deshace ningún festival de cine. Hay muchos festivales del mundo que no pertenecen a la Fiapf. Ni Toronto ni Nueva York, por ejemplo, tienen vínculos con alguna asociación, ni tienen la categoría “A” y son tremendamente importantes. No les interesa ser reconocidos, porque un festival es importante por la calidad de sus películas y su historia. Lo que pasa es que la gente no sabe esto y se piensa que no tener la categoría “A” es como bajar de división. Pero la Fiapf no es la ONU o la OTAN. Es una simple asociación de productores que sólo tiene una pequeña oficina en Francia.
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