ESPECTáCULOS
El amor a través de los tiempos
En “Posesión”, el director estadounidense Neil LaBute se aleja de sus corrosivas sátiras urbanas sobre la guerra de los sexos y se permite una incursión en el prestigioso cine de época a la manera de “La amante del teniente francés”.
› Por Horacio Bernades
Posesión está en los antípodas exactos de la clase de película que podía esperarse de Neil LaBute, realizador treintañero que se hizo un nombre dentro del cine independiente estadounidense con películas tan ligadas a la contemporaneidad urbana como En compañía de hombres, Amigos, vecinos y amantes y Nurse Betty, las dos últimas lanzadas en la Argentina directamente en video. En todas ellas, este realizador y guionista dotado para la sátira más corrosiva veía las relaciones humanas y amorosas bajo el signo de una despiadada guerra de poder. Basada en una novela de la escritora británica A.S. Byatt (de quien antes se había llevado al cine Angeles e insectos), Posesión es la clase de película literaria y correcta que suele ser abordada por realizadores que hablan el inglés de Shakespeare, y contra cuya bruñida superficie los afilados dientes de LaBute debían salir inevitablemente romos.
Circunstancialmente en Inglaterra, Roland Michell, joven académico estadounidense (el camaleónico Aaron Eckhart, actor fetiche de LaBute), descubre que un prestigioso poeta victoriano llamado Randolph Ash (Jeremy Northam, especialista en personajes de época) habría tenido una relación secreta con su colega Christabel LaMotte (Jennifer Ehle), quien a su vez mantiene una relación clandestina con una pintora (Lena Headey). Miembro de un equipo que investiga vida y obra de Ash, Michell se guarda el secreto para sí y apenas aceptará compartirlo con la feminista Maud Bailey (Gwyneth Paltrow, funcionando una vez más como la más inglesa de las actrices de Hollywood). No es difícil adivinar que a medida que avancen en su investigación y bajo el influjo de aquella victoriana pasión, Roland y Maud irán limando sus mutuas desconfianzas para dejarse quemar en esos fuegos.
Haciendo dialogar estas dos historias de amor de un siglo a otro, si la historia de Posesión suena demasiado parecida a ese otro hito del cine de prestigio que se llamó La amante del teniente francés, es porque lo es. Una de esas películas que de tan correctas pueden llegar a producir retortijones, en el guión de Posesión intervinieron David H. Hwang (autor de la mucho más inquietante M. Butterfly) y Laura Jones, especialista en adaptaciones literarias que trabajó junto a la Jane Campion de Un ángel en mi mesa y Retrato de una dama. Refugiado en una impersonalidad de qualité inevitablemente decorada por Luciana Arrighi (brazo derecho de James Ivory), de LaBute aflora lo peor: una misoginia que en películas anteriores funcionaba como leña en el fuego de la incorrección política y que aquí resulta simplemente cavernaria. Como si no bastara que en la historia del pasado un apuesto galán seduzca a una escritora lesbiana, en la del presente a la aguerrida feminista le basta con conocer al colega guapetón para enterrar para siempre la militancia sexual.