Mié 13.02.2002

ESPECTáCULOS  › GUSTAV PETER WöHLER, PROTAGONISTA DE “SABIDURIA GARANTIZADA”

“Fue una experiencia ‘zensacional’”

El film de Doris Dörrie, que se estrena aquí mañana, presenta al actor alemán como un aprendiz del budismo, recluido en Japón.

Por Ana Bianco

El actor alemán Gustav Peter Wöhler es un rostro conocido entre los seguidores de la directora alemana Doris Dörrie. En su anterior film, ¿Soy linda?, Wöhler, a pesar de su figura rolliza, fue a parar a un hotel de paso con la protagonista de la historia. Ahora personifica a Gustav en la nueva película de Dörrie, Sabiduría garantizada, que se estrena mañana en Buenos Aires. El personaje de Wöhler es en esta oportunidad un hombre que se identifica con la filosofía zen y, en la búsqueda de su interioridad, decide recluirse por unos días en un monasterio en Japón. Un acompañante ocasional, su hermano Uwe, se acopla a último momento a este desafío porque su mujer lo dejó plantado. En Tokio y entre los letreros de neón indescifrables, los nimios actos cotidianos se convierten para este dúo en una tragedia humana. Sabiduría garantizada es una verdadera aventura fílmica, rodada en Japón, Munich y Frankfurt, con una pequeña cámara de video y con elementos documentales. Se refiere a la contraposición de la cultura occidental con la oriental, esta última tratada con sumo respeto. Además aborda los vínculos afectivos y, en especial, trata el tema de la tolerancia. Estos dos hermanos antitéticos, una especie de Stan Laurel y Oliver Hardy, conforman una dupla particular: algunos rasgos de la vida real de los protagonistas prevalecieron, dejando atrás y modificando el guión original.
Wöhler, reticente a jugar nuevamente roles que lo presentaban como un perverso, explica en la entrevista con Página/12: “Antes de terminar el rodaje de ¿Soy linda?, Dörrie me preguntó si iba a tener tiempo en noviembre del año siguiente. No tenía la menor idea de qué trataba el nuevo film y le respondí: ‘Doris, lo que quieras y cuando quieras’. Una mañana estaba en mi casa tomando un café con un amigo, cuando sonó el teléfono”. El espectador intuye que algo del Gustav de carne y hueso hay en el film, y el actor lo corrobora: “Cuando Doris me envió el guión y las instrucciones para mi personaje, la llamé y le dije: ¡Cuánto sabes de mí!. Naturalmente, habíamos conversado algunas veces durante el rodaje de ¿Soy linda? Ella sabía que yo practicaba budismo zen, pero todo lo demás me dejó estupefacto. En realidad tengo una gran simpatía por el budismo. Conozco el budismo, pero no me denominaría un budista auténtico. Me siento más cristiano”.
La filmación en Tokio, con esa inmensa masa humana que se desplaza a ritmo vertiginoso y munidos de celulares, como seres de otro planeta, no debe haber sido una tarea sencilla. El actor alemán lo ejemplifica desde el mismo comienzo. “Lo más difícil fue, tal vez, al principio en el aeropuerto de Tokio. Ahí pensé que las cosas se iban a complicar, porque comenzamos a rodar y nos detuvieron. Uwe y yo pasamos el control y detrás de nosotros iban el cámara y Doris haciendo fotos, y de repente ya no estaban ahí. Y nosotros esperando con el productor...” En realidad, filmar con una cámara de video es algo cotidiano en Japón, pero Gustav señala que eso excluye a los edificios públicos. “La escena en la que canto en los pasillos del subte fue muy problemática. Tuvimos que cambiar tres veces de sitio, porque la policía me prohibía cantar. Apenas pasaban treinta segundos y ya venían. Nos observaban todo el tiempo. Uno llega allí y ve que todo está limpio y que la gente es muy amable, pero la agresividad aparece de otra manera. En la escena en la que llamo gritando a Uwe en medio de la calle, también vino la policía. Y eso que había mucho ruido y estaba repleto de coches. ¿Cómo puede molestarse alguien porque yo grite ‘Uwe’?”.
Los rituales en el monasterio no dejan de ser jocosos. Los protagonistas practican la rutina de levantarse a las 3 de la mañana y, con una suerte de taparrabo, realizan el baño diario inmersos en una bañera con agua fría. Quizás teniendo en cuenta la frase de Buda que Gustav repite en elfilm, “Vivir es sufrir”, Wöhler recuerda bien los ritos en el templo: “Me resultaron tremendamente difíciles, porque quería hacerlo todo bien. Como no teníamos un guión fijo, Doris usaba los elementos reales que salían a la luz, como mi miedo a cometer errores. Ese es mi gran problema. Experimentar en un trabajo y averiguar cosas sobre mí que me hacen evolucionar como persona. Más allá del trabajo, fue una experiencia personal. Se trataba de mí, de Gustav en la vida real. En ningún rodaje me había sucedido algo así.”
Es evidente la buena química que prevalece con el hermano de Gustav, el popular actor y cantante Uwe Ochsenknecht, otro abonado a los films de Dörrie. “Yo le tenía mucho respeto, pero enseguida conectamos. Nos conocimos en el estreno de ¿Soy linda? en Hamburgo. Sabíamos desde hacía un par de días que íbamos a trabajar juntos en Sabiduría.... Conectamos enseguida al saber que los dos habíamos estudiado en la Escuela de arte de Bochum, y que incluso habíamos vivido en el mismo piso. A partir de ahí fuimos como carne y uña. Doris nos dijo que la íbamos a odiar por llevarnos al monasterio, pero Uwe y yo nos entendimos tan zensacionalmente que las únicas que estaban hartas eran Doris y Ruth.”

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