ESPECTáCULOS
Deterioros de la convivencia, en un intrigante juego de simulación
La pieza teatral “Cuerpos”, dirigida por la actriz Patricia Palmer, presenta una historia de cruces amorosos y desengaños existenciales.
› Por Hilda Cabrera
Cómo sobrellevar un mal matrimonio, enfrentar el miedo a la vejez y aceptar morir con una carga de resentimientos. ¿Cómo nos vamos a ir de la vida? ¿Insultando?, se pregunta uno de los personajes de Cuerpos. Dónde quedaron las caricias dadas y recibidas, y dónde el enamoramiento. No es sólo la muerte lo que desata preguntas existenciales en esta pieza breve del inglés James Saunders, sino una lejana, y sin embargo extrañamente presente, experiencia de simulación, que aquí se relaciona con la infidelidad amorosa. En algún momento, los protagonistas de esta historia, dos parejas amigas, se sintieron atraídos por el cruce amoroso y furtivo.
Como se dice en esta adaptación, imprevistamente les “cayó la ficha” y comprobaron que el varón o la mujer del prójimo podrían ser extraordinariamente tentadores y sensuales. El planteo parece sencillo. Saunders no abunda en explicaciones y presenta una dramatización con saltos en el tiempo. Distorsiona el ahora insertando un relato (o varios relatos) del pasado y desde el punto de vista de cada protagonista. Utiliza la ruptura como un artificio no arbitrario, en tanto aquello que ocurre en escena surge del pensamiento. Es así que los actores se instalan por momentos ante el público, relatando de forma indirecta lo sucedido a sus personajes y aparentando tomar distancia de sus acciones. Desde la dirección, Patricia Palmer, también intérprete de la disconforme Ana, acierta en la distribución del tiempo destinado a cada secuencia, piezas todas de un rompecabezas que el espectador podrá armar a gusto.
A tono con esa fragmentación se han obviado elementos escenográficos abarcadores. Lo único que abunda son taburetes. La escenografía, conformada por paneles pintados (acaso una alusión al amateurismo de David, el amante que se autocalifica “pintor de domingo”), sirve en todo caso para compartimentar el pequeño escenario del teatro Del Nudo y diferenciar entre un primero o segundo plano de los personajes, o confinarlos definitivamente, como sucede con el fantasmático Simone.
Autor de unas cuarenta obras para teatro, radio y televisión, Saunders refleja en Cuerpos el deterioro de la convivencia. En este caso la de Helena y David (un personaje con tendencia al recitado), y la de Martín y Ana, la esposa alterada ante sus cercanos 40 años, edad en la que –según dice– “se empieza a pensar en la muerte”. Nacido en Islington (Londres) en 1925, Saunders realizó sus primeros trabajos para la escena en 1960. Sus obras iniciales fueron consideradas exponentes del absurdismo británico. Exploró luego en otras estéticas, siempre en la frontera con el teatro tradicional.
La impresión es que en esta historia de parejas en decadencia casi no hay salida. De ahí la sincera pero ingenua pregunta de Martín (interpretado por un destacable Roberto Saiz) sobre lo problemática que resulta la unión de los cuerpos. Lo que interesa saber es qué les dejó el enamoramiento. ¿Sólo “chismes y tics”? Esta duda sacude a Martín, individuo que no quiere “curarse de sí mismo” y aprendió que “si existen sólo cuerpos, no hay experiencia poética”.