ESPECTáCULOS
› “SUEÑO CON SIRENAS”, O LOS ESTEREOTIPOS MASCULINOS
Un paseo por los vestuarios
› Por Cecilia Hopkins
Escrito por el actor Pablo Novak, quien además de integrar el elenco también es autor de letra y música de las canciones, este Sueño con sirenas se enrola en esa clase de espectáculos destinados a rever las tradiciones masculinas vinculadas con las fantasías que el varón tiene sobre la mujer. El registro irónico de personajes y situaciones es el elegido, de modo que los hombres aquí representados sólo piensan en la mujer en función de cómo conseguir sus favores, cómo sacárselas de encima en el momento preciso o cómo engañarlas con eficacia, entre otras cosas. Abrevando en las estrategias del musical (además de actuar, los actores cantan en vivo y hacen sus pasitos de baile), Sueño... presenta a tres “dignos representantes masculinos” que han compartido gran parte de sus vidas (se conocen desde la escuela primaria) para revivir algunas de las situaciones que los tuvieron como protagonistas. En la piel de la espigada María Rojí, el personaje mítico de la sirena representa aquí a la mujer ideal e inalcanzable. Ella conoce como ninguna los vericuetos del alma del varón de toda edad, y actúa aquí como hilo conductor de las escenas que presenta el grupo.
Ni bien transcurren unos minutos del espectáculo, se puede estar en condiciones de advertir que los textos no están dirigidos a las reservas sensibles o intelectuales del espectador. Las historias que entrelazan sus protagonistas están viciadas de lugares comunes. Dotados de una psicología primaria, esta modesta galería de personajes corporiza modelos largamente estereotipados por la televisión, subrayados sus rasgos hasta el grotesco. Interpretado por Carlos Kaspar, el bueno de Víctor –un clásico “cornudo alegre”– no tiene idea de lo que pasa a su alrededor: ignora que su mujer lo engañó con uno de sus mejores amigos y desconoce también que su hijo es fruto de esa relación, aun cuando todo el mundo está al tanto del asunto. En la piel de Luis, el propio Novak encarna al seductor del trío, un tipo que traiciona a todos sin pausa, haciendo alarde de su falta de escrúpulos. A Rolo, el conflictuado (Alejo García Pintos), le está reservada cierta dignidad moral, no porque haya hecho mérito sino a causa de su pasividad, al terror que siente por tomar la más mínima de las decisiones. Si en su edad adulta estos personajes ofrecen un perfil tan poco interesante, sus años de infancia no ofrecen en el escenario un atractivo mayor. En cuanto a las mujeres que pasan por sus vidas (madre, abuela, maestra, novia, todas a cargo de Rojí), el texto de Novak vuelve a revelarse superficial y sin ingenio.