ESPECTáCULOS
› “COMO PERDER A UN HOMBRE EN 10 DIAS”, DE DON PETRIE
Dos a quererse, y también a odiarse
› Por Horacio Bernades
No por forzado el planteo de Cómo perder a un hombre en 10 días es menos atractivo. Inspirada en una compañera de redacción y con ánimo entre didáctico y sarcástico, la periodista Andie Anderson (Kate Hudson) decide que su próxima columna será una guía detallada de todo lo que debe hacer una chica para espantar al hombre de sus deseos. Versión frivolona de esos científicos que prueban vacunas en carne propia, Andie decide convertirse en cobayo de sí misma y sale en busca de un candidato. El elegido resultará ser un ganador ejecutivo publicitario llamado Benjamin (Matthew McConaughey), quien a su vez, y para convencer a su jefe de que lo sabe todo sobre las mujeres, acaba de apostarle que en 10 días es capaz de conquistar a no importa quién.
Tratándose de una comedia romántica es obvio que la colisión de intereses no durará para siempre. Lo más disfrutable de Cómo perder a un hombre en 10 días es el crecimiento de las hostilidades entre ambos contendientes, con Benjamin extremando su profesionalismo seductor y Andie poniéndose cada vez más insoportable. Guionistas y director se toman todo el tiempo necesario para presentar, desarrollar y rematar cada metida de pata de la chica. Estas incluyen la exigencia de una gaseosa urgente justo cuando está por definirse la final de básquet (haciendo que el pobre tipo se la pierda) y el bautismo del órgano sexual de su pareja, apelativo que sacará a relucir en las más inoportunas circunstancias.
El problema es que, una vez que el sistema narrativo está establecido, la cosa se pone mecánica y termina por resultar cansadora: se sabe que después de una desubicación de Andie vendrá otra mayor, y así al infinito. Hay buena química entre Kate Hudson (siempre entre el derroche de simpatía y el mohín que satura) y Matthew McConaughey, a quien se lo ve muy cómodo en el papel de machote ganador. La magnífica secundaria Bebe Neuwirth le saca todo el jugo al papel de editora implacable, tal vez el personaje más moderno de una comedia que, como suele ocurrir en el género, más que en Nueva York 2003 parecería tener lugar en el limbo.