Roberto Pettinato dejó de vestir esos trajes multicolores con los que solía llamar la atención en la televisión. Sin embargo, la extravagancia es una marca registrada en su personalidad. El humor irónico y sarcástico del ex saxofonista de Sumo encontró en la televisión el sitio ideal para su desarrollo. Primero como compañero de Gonzalo Bonadeo en “Orsai a la medianoche” (y como inesperado coequiper de Sofovich en “La noche del domingo”), luego como conductor del delirante “Duro de acostar” y más tarde haciendo de anfitrión de “Un aplauso para el asador”. Pero fue “Indomables”, el ciclo que conduce por América, donde su descomedida verborragia se hizo incontrolable, en un proceso que incluye su triunfo esta semana en la terna del Martín Fierro como mejor conductor. “Soy el último de los grandes conductores vivos”, apunta Pettinato a Página/12. “Debajo de mí no hay nadie. Cada vez hay menos conductores. Tenía que ganarlo este año, porque si no en un futuro lo iba a ganar por ser el único candidato”, bromea el hombre que hoy a la medianoche comienza en TN “Que parezca un accidente”, un ciclo de humor donde analizará la realidad.
–¿Tenía realmente ganas de ganar el premio? ¿No es usted un iconoclasta, como parece?
–Ganar un premio te pone bien, no importa quien lo entregue. Yo no conozco ni quiero conocer a los miembros de Aptra. Psicológicamente fue muy extraño, porque no sentí que me lo daba Aptra. Sentí que me lo daba la comunidad artística. Más que nada porque me aplaudieron todos los artistas que estaban ahí. No eran aplausos grabados. Porque lo peor que te puede pasar es que cuando vas a recibir el premio nadie te aplauda, y sentís que a los demás les da vergüenza que te hayan premiado. No sentí, como les pasó a tantos otros, que no lo merecía.
–¿Cómo fue que se animó a reemplazar a Mauro Viale en “Indomables”?
–Fue muy difícil cambiar el perfil. Cuando llegué, tuve que dignificar y limpiar al programa. Mis amigos freaks antes no lo veían, pero ahora sí porque se cagan de risa. Cuando estaba Mauro, “Indomables” tenía una tensión permanente, porque uno se esperaba a alguien al que iban a incendiar. Me preguntaba: ¿cómo carajo voy a limpiar esto? A mí no me interesa crear un show con una persona a la que le mataron un hijo...
–¿Su llegada volcó al ciclo hacia el humor absurdo?
–La idea es reírnos sin caer en el golpe bajo. Es el resumen de la tele en una hora. “Indomables” no va a buscar o generar una nota corriendo a los famosos para que atropellen a alguien. No buscamos la sangre. Sólo reportamos los hechos. “Indomables” es una exageración del periodismo amarillista. Es la realidad llevada al absurdo.
–¿Su condición de músico y tipo alegre le sirvió para no estar atado a las formalidades que tienen los entrevistadores de TV?
–No soy un tipo agresivo. Soy una mezcla de Juan Verdaguer, Pipo Mancera y David Letterman. Todo el mundo quiere venir a mis programas, porque no me porto como el orto ni busco que los invitados digan aquello que no quieren decir. A mí todo me chupa un huevo, pero no me cago por un punto más de rating.
–¿Cómo será “Que parezca un accidente”?
–Es un noticiero humorístico sobre la realidad. La gran novedad es que estará en una señal seria y profesional. Será a TN lo que fue “Orsai a la medianoche” a TyC Sports. Pegar humor con humor no es nada gracioso. Como prueba pueden verse los programas en donde todos los que participan son del mismo costal. “Que parezca un accidente” será la catarsis para el mundo ABC1.
–¿Le gusta, actualmente, mirar televisión?
–No lo sé, porque cada vez que paso de canal me parece ver algo de “Soy gitano” o de “Costumbres argentinas”. ¿Cuántas veces van por día? Tengo la sensación de que uno mira los primeros programas de todo y después losabandona por documentales de cable o alguna serie de Sony. Es raro... creo que perdimos la paciencia. Tendrían que inventar un control remoto que cambie cada 3 minutos de canal y uno no lo pueda manejar.