ESPECTáCULOS
› JUANJO DOMINGUEZ PRESENTA SU NUEVO CD EN EL ATENEO
“La guitarra me lo dio todo”
El notable músico concreta en “Tiempo de guitarras” un sentido homenaje a las seis cuerdas. “Era una cuenta pendiente, necesitaba reconocer al instrumento y a todos los que lo tocan”, argumenta.
› Por Karina Micheletto
Juanjo Domínguez dice con total seriedad que su instrumento le dio “todo”. “Y también me sacó cosas. Un matrimonio, por ejemplo. Pero no me quejo, yo elegí”, agrega con media sonrisa. La guitarra es el instrumento que Domínguez toca desde los cinco años, y desde los catorce profesionalmente. A los 51, el músico tiene más de cien discos en su haber. Muchos como instrumentista de gente como Roberto Goyeneche, Chabuca Granda, Edmundo Rivero y Lalo Schiffrin, por ejemplo. Pero también desplegando su amplio conocimiento de la música popular, y del tango en particular, al frente de su cuarteto. Por eso ahora Domínguez decidió que era tiempo de hacerle un homenaje a “su compañera de siempre”. Eso es lo que hizo en Tiempo de guitarras, el CD que acaba de editar y que presenta hoy a las 22.30 en el teatro ND Ateneo. Allí presenta temas que tienen como protagonista al instrumento, o que fueron compuestos por guitarristas. Así se suceden los tangos “Vieja viola” (con recitado de Quique Pesoa) y “La bordona”, el chamamé “Volver en guitarra” y la zamba “Guitarra de medianoche”, con la voz de sus autores, Roberto Galarza y Horacio Guarany, la “Zamba azul” y una excelente versión del choro “Dedo duro”, de Oscar Alemán, con la participación de Domingo Cura. Lo de Domínguez no tiene nada que ver con demostraciones de virtuosismo o lecciones de guitarra o de ritmos. Acompañado por Rubén Díaz y Miguel Vignola en guitarras y por su hermano Raúl “La llave” Domínguez en guitarrón, el músico va enhebrando géneros populares con la sencillez de quien sabe que sabe, pero no necesita demostrarlo.
–¿Por qué decidió encarar este homenaje ahora?
–Era una cuenta pendiente. Necesitaba reconocer no sólo al instrumento, también a los que estuvieron, están y estarán con una guitarra en la mano. Porque a mí me parece que la guitarra siempre fue considerada media segundona.
–¿Cómo es eso?
–Siempre tomaron a la guitarra como un acompañamiento. Entra un tipo a un boliche con una guitarra y preguntan: “Che, ¿quién va a cantar?”. Para mí es un instrumento que no tiene que estar acompañando nada, forma parte del asunto. Eso era lo bueno de tocar con el Polaco, por ejemplo. Con él la voz y la guitarra comulgaban, era la unión perfecta.
–Usted tocó muchos años con Goyeneche. ¿Qué recuerdos guarda de él?
–Era superior. Como dicen los futbolistas, una cosa es estar mirando el partido desde la tribuna, y otra estar adentro de la cancha. Yo sabía todo lo que le costaba al Polaco gambetear y hacer un gol, cuando no estaba rindiendo al ciento por ciento. El lo hacía, y con calidad. Y jamás me pidió que bajáramos medio tono o que aflojáramos la velocidad del ritmo. Con ese poquito de garganta que le quedaba en el último tiempo lo vi hacer cada cosa... Por eso me daba tanta bronca cuando lo criticaban. Yo quería gritarle a todo el mundo que si él no hacía otro bis o no firmaba un autógrafo era porque no podía, porque no le daba más la voz o porque le temblaba la mano. Pero era un cantante superior.
–En este disco encara ritmos populares latinoamericanos, un choro brasileño, un valsecito peruano... ¿Piensa salirse del tango de aquí en adelante?
–¡Claro que no! Lo hice como un homenaje, y con mucho respeto por esos géneros. Sé lo que es un vals peruano, pero también sé que los que le pueden dar el sabor justo son los peruanos. Lo nuestro es el tango, ahí no tenemos contra. Yo crecí escuchando a Gardel y a sus guitarristas, y ellos son mis referentes. ¡Qué personalidad que tenían esas guitarras! Uno escucha la introducción y ya sabe que va a entrar Gardel. ¡Mire que hay que tocar para lograr eso!
–Usted canta la milonga “Mi sonora compañera” aclarando en la grabación que es sólo para rendir un homenaje. ¿Por qué se preocupó por dar tantas explicaciones?
–Porque son necesarias. No quiero que ningún crítico tonto salga a decir: “Ahora éste se las da de cantante”. Yo soy muy respetuoso de los cantantes, y largarme a cantar a la par de Roberto Galarza, por ejemplo, me hubiera parecido una falta de respeto. Por eso lo presento como una yapita, es algo que hice de corazón y a pedido de mis compañeros. Y que no voy a hacer nunca en vivo, a menos que esté en una reunión de amigos.
–Cuando cumplió 50 años amenazó con retirarse de la música, y parecía muy seguro. ¿Por qué cambió de opinión?
–Porque en el medio los bancos se quedaron con mi plata, empezó a darme miedo tanto desempleo y tanta inseguridad... Detrás mío hay mucha gente que trabaja de esto, y usé el sentido común. Yo propuse y Dios no dispuso. Pero sigo sosteniendo la misma idea, si mañana se dan un par de condiciones dejo de tocar profesionalmente y me pongo a enseñar guitarra.
–¿Justo ahora, cuando no para de grabar y de tocar?
–¡Por eso mismo! Yo toco la guitarra desde los cinco años, y profesionalmente desde los catorce... ¡Es mucho tiempo! En todos estos años pasé más tiempo viajando que con mi familia. Paco De Lucía decía: “No quiero morirme en un avión”. Bueno, yo tampoco. Tengo una hija de doce años, y se me está piantando su infancia. Ya se me piantó un matrimonio por culpa de la guitarra. Bueno, no la culpo, es una elección mía. Es que si yo tengo que elegir entre la guitarra y mi mujer... Y, pierde mi mujer. Las cosas son así. A la guitarra no le gana nadie.