El cineasta Miguel Pérez, director de La República Perdida I y II, lleva años contando la historia argentina en forma audiovisual. También fue el editor de la obra del hoy fallecido Jorge Cedrón, quien llevó al cine el libro Operación Masacre de Rodolfo Walsh. En ese afán por contar la historia del país, y a pesar de confesarse como una especie de ex peronista desilusionado, Pérez conserva su fanatismo por la figura de Eva Perón. “Con ella no puedo pelearme”, admite en la entrevista con Página/12. Esa admiración lo llevó a realizar el documental “Eva”, que Canal 7 emitirá, hoy a las 20, a 51 años de su muerte. Se trata de una reconstrucción de la vida de Eva Duarte de Perón, a través de entrevistas a personas que conformaron su entorno. Participaron del trabajo, entre otros, los historiadores Pablo Vázquez y Noemí Castiñeiras.
–¿Dónde se hizo la búsqueda de material?
–El material audiovisual histórico tiene un límite natural. Una parte estaba en mi anterior película La República Perdida I, en el Museo de Eva Perón y en el Archivo General de la Nación. Lo nuevo que puede aportarse es la mirada sobre Eva. Me considero un fanático de su figura, por lo tanto no quise hacer un trabajo objetivo sino más bien un homenaje. Pero tengo la obsesión de hacer un largometraje de ese tipo. Mi idea es contrarrestar ciertas visiones colonialistas, como la Opera sobre Evita que me parece una infamia. Hay trabajos sobre Eva que dan una visión terriblemente grotesca de un país bananero manejado por unos monos parlantes. Quiero mostrar una visión argentina, no fanática.
–¿Cómo fue su contacto con la figura de Eva?
–En mi casa todos eran antiperonistas. Milité en el peronismo de la JP de los años ‘70; supongo que en el inconsciente habría algo de rebeldía frente a mi familia. Cuando era chico, trajeron un piano a casa y saqué de oído “la marchita peronista”. Era la contra en casa de mis padres. Pero después muchos peronistas tuvimos que comernos nuestra militancia.
–¿Cuál es su visión actual del peronismo?
–Estoy en contra de un Estado paternalista. Creo que Perón, lo digo como ex peronista, nunca permitió que el pueblo pudiera organizarse por sí mismo. Ahora, lo más importante es que tengamos la madurez de romper la tradición de depender de una figura fuerte.
–El documental dice que Eva quería mantener su Fundación “hasta que el Estado se ocupara”.
–Lo genial de la figura de Eva era su intuición. No era una mujer culta, pero estaba llena de buenas visiones. Una de las personas que testimonian, había perdido un brazo. Eva fue a verlo y le dijo: “ahora tenés que estudiar mucho, porque con un sólo brazo nunca vas a poder agarrar una pala y un pico”. Se acercaba a los leprosos, y los sacerdotes se sentían avergonzados ante su tarea. Es cierto que son imágenes de un caudillo, pero su intuición también estuvo presente cuando quiso comprar armas para armar al pueblo. Después de toneladas de teoría revolucionaria ella estuvo más cerca de hacerlo sin preparación intelectual.
–El documental muestra otro país...
–No sólo por el hecho de ser un gobierno peronista, pero era un país feliz. Había una expresión de lucha de clases, por el apoyo a los obreros, los inmigrantes “cabecitas” del interior y de países cercanos. Durante esa pelea de clases tan recalcitrante, la gente comía tres platos. En las imágenes se ve cómo se estaba la gente, cómo se veía, a partir de la caída de Perón se vino la gran debacle nacional. Hoy, me parece, tenemos la obligación de poner todo en remojo y dejar de quejarnos. Yo hice denuncias de la dictadura en la República Perdida II. Si el Presidente permite la salida de los represores me parece bien, pero es hora de dejar de echarle la culpa al resto.
–¿Cuándo dejó de ser peronista?
–Fue a partir del ‘84 y el ‘85, ya en la vuelta de la democracia, pero fue más bien un proceso interno que una cuestión externa. Creo que también la JP y Montoneros, al querer adueñarse del peronismo, hizo una de giles. Y Perón, con esa política de verlo todo entre leales y traidores, fue responsable de la gran tragedia nacional.