ESPECTáCULOS
› UNA MUESTRA DE ARTE “TUMBERO” EN EL HALL CENTRAL DE CANAL 7
“Con esto me olvido de las rejas”
Unas cincuenta mujeres participaron del taller de serigrafía “La estampa”, que se desarrolla desde hace tres años en el Instituto Correccional de Mujeres de Ezeiza. La iniciativa dio lugar a la exhibición en el canal, vivida como un triunfo por las reclusas.
› Por Oscar Ranzani
Cuatro veces a la semana y durante ocho horas diarias, Susana vive otra vida. Diferente, más alegre, con proyectos y esperanzas que la distancian por un momento del sufrimiento cotidiano que implica estar encerrada en una cárcel. Susana está presa desde hace seis años en el Instituto Correccional de Mujeres (U3) de Ezeiza. Esa es la parte oscura de su historia. La otra, la que le cambió la vida y logró comenzar su camino hacia la libertad es el taller de serigrafía “La estampa” en el que participa junto a otras ocho compañeras desde 2000, cuando fue inaugurado. “A mí no me gustaba dibujar”, confiesa Susana. Lo llamativo del caso es que “si no hubiese estado en la cárcel nunca me habría metido a hacer arte porque no era mi fuerte. Ahora, cuando me meto en el taller me olvido de las rejas y de que me están vigilando”. Los trabajos de estas mujeres, que participan del taller de serigrafía coordinado por los artistas plásticos Fernando Bedoya y Emei, se están exhibiendo en el hall central de Canal 7 (Figueroa Alcorta 2977) de lunes a viernes de 16 a 20 hasta el 7 de agosto con entrada gratuita. La muestra de arte tumbero femenino está organizada por el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, la Secretaría de Cultura de la Ciudad y el Sistema Nacional de Medios Públicos en el marco de los programas de reinserción social que impulsa la Secretaría de Justicia y Asuntos Penitenciarios, a cargo de Pablo Lanusse.
El taller “La estampa” nació hace tres años y desde entonces han participado unas cincuenta mujeres del penal. No es la primera vez que estas obras saltan el cerco de la unidad carcelaria para que la sociedad conozca la potencialidad artística de las mujeres encarceladas en Ezeiza. Hasta el momento hubo dieciocho muestras en distintos puntos del país, como Mendoza, Neuquén y Chubut, entre otras. En Capital se presentó en Arte BA y en el Centro Cultural Recoleta y en noviembre algunas obras participarán de la Bienal de Arte de La Habana.
“El arte les cambia la vida”, subraya Bedoya. “Si algo podemos rescatar del arte es que se tocan lugares a los que no se llega habitualmente por otros lados. El arte te permite llegar a fondo al tema de tus fantasmas”, agrega. Esta reflexión se reafirma por la opinión de Susana: “Yo me meto adentro de la obra trabajando y me olvido de que estoy en la cárcel. Es como que me meto adentro de un túnel porque mis trabajos son todos abstractos”. Su compañera, Clara, sostiene que “el taller fue la apertura a un mundo distinto. Generalmente se piensa que el arte es para exclusivos y se entiende al artista como gente tocada por la varita mágica. Nuestros profesores nos enseñaron que artista también se puede hacer. Y especialmente en momentos de conflicto es cuando nace la necesidad de desarrollar algo que tenemos adentro y que es la única manera en que podemos seguir adelante, fundamentalmente en un lugar de encierro como en el que estamos, donde los días son muy largos y las noches también”.
Clara estudia además Sociología y está en la cárcel desde hace siete años y medio, mientras que Susana aprovechó su tiempo no sólo con la serigrafía sino con otros oficios: estudió apicultura y peluquería. Por otro lado, las obras que realizan se comercializan: el 35 por ciento es para las internas que trabajan en el taller mientras que el 65 por ciento restante se utiliza para los gastos y la compra de materiales. “Cada vez que se va una obra, siento también que se va una parte de mí a la calle”, señala Susana. “Así que yo siento que cada vez estoy más cerca de la calle”, dice emocionada. La elección de la serigrafía antes que otra disciplina artística tiene sus motivos para los coordinadores. “El grabado es una técnica muy solidaria y colectiva, ya que tenés que trabajar obligatoriamente en equipo”, dice Bedoya. “No es un trabajo de aisladas. Está quien tiene que sacar la copia y esa persona tiene que tener las manos limpias. Está la que tiene que pintarse las manos y alguien debepasar la rasqueta. Eso genera todo un vínculo a través del trabajo”, afirma.
Una de las obras que componen la exposición es Tiro Penal. “Es un mosaico mural donde se juega con todo el tema de los pies”, relata Emei. “Ellas aman a los futbolistas y han hecho todo el tema pies”. Esta obra es de 2000 y en esa época “estaban investigando el tema de la identidad. Por eso no se ponían ellas sino sus piernas”, analiza la artista plástica. En tanto Ramona y Vestido de Ramona son un homenaje al artista Antonio Berni. En La Quiniela ilustran precisamente los números de la timba y Otro vestido de muro. Huella de artistas es la única obra a color.