Hace tiempo y allá lejos, cuando la televisión aún era sólo un sueño o una realidad en los hogares de unos pocos privilegiados, una muchedumbre de argentinos solía agolparse en las puertas de los viejos cines de barrio con sobrado entusiasmo. El rito tenía su pico máximo de fervor los jueves de cada semana, día en el que se renovaba la cartelera y se presentaban nuevas películas. Pero también porque se trataba del momento en que una nueva edición del noticiario “Sucesos argentinos” tomaba la posta minutos antes del comienzo de cada película. Semejante devoción tenía una explicación de peso: “Sucesos argentinos” fue durante más de 30 años el único registro audiovisual de la realidad argentina. La inconfundible estética en blanco y negro, acompañada por la grave voz en off del locutor de turno, retornará a la pantalla a partir de esta tarde, cuando Volver reponga los envíos del histórico noticiero. Como no podía ser de otra manera, la señal dedicada a rescatar la memoria audiovisual de los argentinos programó “Sucesos argentinos” para las tardes de agosto, de lunes a viernes, entre el fin y el comienzo de las películas que se emiten desde las 15 hasta las 20.
“Sucesos argentinos” nació en agosto de 1938 con la idea de captar en imágenes los acontecimientos de la realidad nacional. En una época donde la televisión aún no había desembarcado en el país, el noticiero tiene el honor y la relevancia histórica de haber sido la primera versión audiovisual de la historia argentina, llevando sus imágenes a más de 800 salas de cine diseminadas en todo el territorio nacional. Gracias a la aventura comenzada por Antonio Angel Díaz, el creador del noticiero cinematográfico, los argentinos pudieron ver en imágenes muchas de las noticias que habían leído en los periódicos de la época.
“‘Sucesos argentinos’ fue un medio muy importante durante mucho tiempo, ya que era el único registro visual de noticias nacionales e internacionales”, explica a Página/12 Tadeo Bortnowsky, quien fue director técnico-artístico del noticiero entre 1948 y 1972, cuando el avance masivo de la televisión dio por concluida la emisión del noticiero. “Las noticias eran tratadas de manera desigual. No había un tratamiento homogéneo de las noticias ya que teníamos mucha gente que colaboraba desde el interior del país o desde el exterior y que imponía su propio criterio artístico. Era imposible unificar reglas porque contábamos con muchos colaboradores. Aunque muchas veces las noticias no salían tal cual nos las enviaban, porque la editábamos, había un componente estilístico que dependía de cada colaborador”, recuerda el ex director de origen polaco, quien llegó al país con la experiencia de haber trabajado como corresponsal de la Segunda Guerra Mundial.
Esa heterogénea masa de trabajadores, esa suerte de anomia estilística que gobernó al primer noticiero visual argentino, se vio reflejada en el tratamiento de las noticias y en su disparidad temática. Desde asunciones presidenciales y golpes de Estado hasta noticias ecológicas y sociales de relativa o nula importancia, pasando por infaltables noticias deportivas, todo lo que ocurrió en el país entre 1938 y 1972 fue cubierto por las cámaras de “Sucesos argentinos” y emitido en algunos de los miles de envíos de no más de ocho minutos de duración que se realizaron. Imágenes acompañadas por el discurso patriótico y solemne de Eduardo Rudy, Enrique Mancini, Cacho Fontana y Jorge Paz, quienes durante años le pusieron su voz al noticiero.
“El noticiero tenía como premisa expresar nuestra opinión a través de las voz de los locutores. Teníamos una línea editorial muy marcada que no callábamos, incluso cuando era contraria al statu quo o al gobierno de turno”, remarca Bortnowsky, recordando los problemas que tuvo que sortear el noticiero con los gobiernos militares y los de Juan Domingo Perón.
“‘Sucesos argentinos’ es sinónimo de noticiero en el país. La reposición les causará melancolía a los más viejos y asombro a los más jóvenes. Mostrará que en algunas épocas el país estuvo mejor que ahora y que enotras mucho peor. En fin, mostrará la historia argentina. Nada menos”, concluye Bortnowsky.