ESPECTáCULOS
› PICHON BALDINU HABLA DEL NUEVO EXITO DE “VILLA VILLA”, AHORA EN JAPON
“Este show rompe las reglas japonesas”
Del Recoleta a Europa, de Europa a Nueva York, y ahora en Tokio: De la Guarda está cautivando a los orientales, que se encuentran con un espectáculo que los descoloca y los invita a un frenesí al que se entregan gustosos.
› Por Roque Casciero
De la Guarda suma y sigue con Villa Villa: desde mediados de julio, el grupo argentino está presentando su espectáculo en un teatro de Tokio. Hay funciones programadas durante dos meses, lo que ya constituye una rareza dentro del mercado japonés, aunque los productores locales apuestan a seguir dos semanas más debido al éxito de público. Como si eso fuera poco, continúan las presentaciones en Nueva York (donde están hace casi cinco años) y en Corea (un año). Por eso no llama la atención que Pichón Baldinú, uno de los fundadores de De la Guarda, se muestre exultante en una conversación transoceánica con Página/12. “La reacción del público japonés nos sorprendió mucho, porque nunca pensamos que la gente iba a integrarse tan directamente con el show”, asegura. “Villa Villa va dirigido a los sentidos y a las emociones, y los japoneses no tienen ninguna complicación con eso. La sorpresa los cautiva y los envuelve completamente. Y son sumamente expresivos, lo viven con una fuerza y con un nivel de excitación... Pero no es que estén sobreexcitados y reaccionen igual a todo: transitan el show de acuerdo con lo que transmite cada una de las escenas. Es un público que puede seguir paso a paso los momentos y los estados que propone el show”, dice Baldinú, a quien los éxitos del espectáculo surgido en el C. C. Recoleta no parecen haberle mellado la capacidad de asombro.
–¿Cómo puede ser que, después de tantos años, todavía lo sorprenda la reacción del público ante Villa Villa?
–No todos los públicos son iguales, por más que haya momentos determinados que generen euforia o baile. Esos son los momentos más evidentes del show, pero nosotros percibimos la reacción desde un lugar mucho más profundo. Y en cada lugar al que vamos la gente reacciona distinto. En cada país descubrimos una nueva forma de expresar la emoción. Hay lugares que son más viscerales. En otros, como en Nueva York, la gente lo pasa bárbaro y se engancha con el show, pero está más acostumbrada a ver espectáculos de todos lados. En Japón, aunque también están habituados a eso, no lo están a estar parados durante una hora y cuarto, a vivir un show de manera salvaje. Nunca vieron que sacaran a volar a alguien del público. Acá uno sube a la vuelta al mundo y hay una lista de cosas que no se pueden hacer, va a una pileta y hay una lista de cosas que no se pueden hacer. Es una sociedad muy reglamentada. Y el show atropella todo eso, rompe con todas las reglas. En Villa Villa hay actrices que les sacan la remera a los varones, y eso las mujeres japonesas no lo hacen. Los actores cargan a las chicas sobre sus espaldas y salen corriendo. Acá los actores no se tocan, están en los escenarios, son estrellas que no se mezclan con el público. En algunos momentos, los pibes están abrazados debajo del agua, saltando como en una hinchada de fútbol, y se mueren, porque suponían que iban a ver nada más que un show.
En Tokio es medianoche y Baldinú ya prepara su retorno a Buenos Aires, previa parada en Italia para visitar a familiares. Su tarea en Japón ya ha terminado. “El show se organiza de manera que pueda funcionar sin que nosotros estemos”, explica. A diferencia de lo que sucedió con Villa Villa en otros países, en Japón la producción es completamente argentina. Desde Buenos Aires se embarcó la estructura, los efectos y el material descartable que conforman la escenografía, y se organizó el traslado de 47 personas, entre actores, técnicos y management. “Había gente que venía de trabajar en Corea y otra que hacía uno o dos años que no trabajaba con nosotros. Tenemos a una checa, un australiano, dos ingleses y una estadounidense. Pudimos organizar todo eso desde nuestra oficina en Buenos Aires, y eso es todo un logro. Nos apasiona mucho que esto llegue de esta manera. Es una oportunidad llegar a una capital del otro lado del mundo, a una capital importante de Oriente, con todo el clima argentino y con una producción manejada desde Buenos Aires, por eso estamos tan compenetrados con esto”, se enorgullece Baldinú.
La historia entre De la Guarda y Tokio empezó a tejerse casi al tiempo que el grupo estrenó Villa Villa en Nueva York. Desde entonces, los productores buscaban un lugar adecuado para montar el espectáculo. Finalmente dieron con el Akasaka Act Teather, que se cerrará cuando terminen las funciones del espectáculo argentino. “Es muy paradójico para nosotros, que le buscamos una vuelta al teatro sin renegar de que hacemos teatro, terminar sobre un escenario en Japón, del otro lado del mundo”, reconoce Baldinú. “Pero no estamos sólo nosotros sobre el escenario, el público también.”
–¿Está entre los planes de De la Guarda armar un nuevo espectáculo o por ahora sólo seguirán presentando Villa Villa por el mundo?
–Armar un nuevo espectáculo es algo que siempre tuvimos en mente, que está en nuestros deseos de forma constante. Nos tomó bastante tiempo poder armar éste y duró un montón de tiempo. Este show nos gusta mucho y toda esta demanda nos hace trabajar detrás de este show. En algún momento va a aparecer el paso siguiente. Por ahora estamos desarrollando ideas pero sin una fecha o un momento concreto para presentarlas. Vamos siguiendo el rumbo que nos da Villa Villa, porque siempre hay gente que se interesa en llevarlo a su país, aunque es un espectáculo difícil de montar. Todo lo que tiene de atractivo y de raro, lo tiene de complicado.
–Cuando empezaron con De la Guarda, ¿en algún momento se permitieron imaginar que actuarían en Europa, Estados Unidos y Japón?
–La verdad, nunca se me hubiera ocurrido. Cuando empezamos, la aspiración de éxito tenía que ver con concretar el espectáculo, con poder verlo funcionando y que se pareciera a lo que imaginábamos. Siempre soñamos con que tuviera éxito, pero ese éxito era poder existir, poder hacer funciones. Después, cuando empezamos a pensar en sacarlo al exterior, nos decían: “No, en Buenos Aires está todo bien porque es Buenos Aires, pero a Europa no van a poder ir jamás”. Después fuimos a Europa y nos dijeron que a Nueva York no íbamos a poder ir, porque no iban a dejarnos volar. Al final, esa negativa se convirtió en una especie de cábala que aprovechamos. Pero la realidad es que jamás pensamos que íbamos a llegar a esta escala y estamos muy felices de haberlo logrado, en especial porque el éxito es de un laburo que salió de nuestro vientre.
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