ESPECTáCULOS
“Manipulo sonidos para encontrar algo que no haya escuchado antes”
El músico neoyorquino David Van Tieghem explica por qué aborda la percusión desde una perspectiva más estética que rítmica.
› Por Pablo Plotkin
David Van Tieghem resopla los restos de una improbable resaca en el subsuelo de un hotel de la calle Suipacha. Altivo y lacónico, este eximio percusionista y compositor neoyorquino pasó por primera vez por Buenos Aires para dictar un seminario (“La música y su papel en las artes escénicas”), en el Teatro San Martín. Su experiencia incluye trabajos con Laurie Anderson (Big Science y Strange Angels, entre otros discos) Brian Eno y David Byrne (My life in the bush of ghosts), Robert Fripp, Ryuchi Sakamoto y decenas de diseños sonoros para teatro. Colector obsesivo de toda clase de ruidos, Van Tieghem aborda la percusión desde una perspectiva más estética que rítmica, siempre abocado a la explotación de su perfil dramático (se reconoce, de algún modo, como un actor frustrado). En ese cruce, su obra decisiva es el video “Ear to the ground” (“Oído al suelo”, de 1985), en el que usa las calles de Nueva York como instrumentos de percusión. A casi dos décadas de aquello, Van Tieghem se restrega los ojos y se sienta a hablar con Página/12.
–¿Cómo sonarían hoy las calles de Nueva York?
–La ciudad cambió mucho, al igual que los sentimientos que yo tenía con respecto a ella. Tantos edificios nuevos, el desarrollo de Times Square... Una buena parte de mi performance se concentraba alrededor del World Trade Center, y el videasta con el que trabajé vivía frente a las Torres, así que... Sería un sonido muy distinto, imagínese.
–¿Cree que todavía es una ciudad de arte de vanguardia, como solía ser?
–No sé si como solía ser, pero ciertamente hay un montón de cosas sucediendo, mucha gente joven que hace cosas de las que yo, que vivo en las afueras, ni siquiera me entero. Ya no existen las escenas de East Village o del Soho, pero en zonas como Williamsburg, por ejemplo, se está gestando otro tipo de estéticas.
–¿Qué parte de su trabajo es la que más disfruta?
–Me gusta mucho tocar en vivo, pero sólo la parte del show. Empacar instrumentos, poner todo en marcha y luego desarmar equipamiento, eso no me gusta nada. Pero mientras estoy en el escenario, es genial. Me gusta también encontrar nuevos sonidos: me sorprende seguir descubriendo cosas después de haber dedicado toda mi vida a la recolección de sonidos. Disfruto mucho trabajando con la computadora, es lo que hago durante la mayor parte del tiempo: manipular sonidos y tratar de encontrar algo que no haya escuchado antes.
–Entre todos los músicos con los que tocó, ¿de quiénes aprendió más?
–Peter Gordon (músico de jazz) me enseñó muchas cosas. Estuve en su banda por un tiempo y fue muy productivo. El compositor Arthur Russell, también. Era un tipo muy interesante, que me conectó con muchos músicos. Por supuesto, también aprendí mucho de Laurie Anderson, Robert Ashley...
–¿Qué recuerda de su trabajo con Brian Eno y David Byrne?
–Fue muy bueno estar en un estudio y no tener que preocuparme por el tiempo. No nos corría nada ni nadie. Fueron días de experimentos, y en ese tiempo para mí no era común estar probando cosas en un estudio y ver cómo funcionaban. Eno nos daba el demo de una canción e insistía en que cada músico tocara la idea que tenía en la cabeza. Nos pedía que no nos detuviéramos si sentíamos que no había sincronización con el resto, que siguiéramos adelante hasta el final. En una cinta aparte registraba todo lo que ocurría, por si de pronto aparecía algo interesante.
–¿Escucha música pop?
–A veces. Escucho muchas cosas sólo para ver qué está pasando. Si algo me provoca escucharlo por segunda vez, entonces quiere decir que ahí hay algo. Una de las cosas más interesantes y divertidas que escuché últimamente es (la banda neoyorquina) Fountains of Wayne, que son un poco como The Cars o XTC pero con letras muy graciosas. También me gusta una banda (de San Francisco) que se llama Train...
–¿Le interesan fenómenos como el hip hop o la música dance?
–No como cultura, pero me interesan ciertos sonidos y construcciones. El resto, no me dice mucho.
–¿Sale con frecuencia de Estados Unidos?
–No tanto como solía hacerlo. En una época viajaba mucho a Europa y Japón, pero ya no. Casualmente el mes que viene viajo a Kioto, a tocar en el 400 aniversario de un templo cuyo nombre no recuerdo. Pero ésta es la primera vez que estoy en Sudamérica.
–¿Qué opina en general de las bandas de sonido de Broadway y Hollywood?
–No suelo ver más obras de teatro que las que me involucran como compositor. Soy un hombre muy ocupado, así que no tengo mucho que decir con respecto a Broadway. Ocasionalmente hago música para Broadway, así que espero estar llevando algo diferente a ese mundo. En cuanto a Hollywood, me gustan cosas de John Williams, Jerry Goldsmith, Thomas Newman...
–¿Todavía quiere ser actor?
–No tanto. Lo intenté durante un tiempo, pero requiere mucha energía. Después de ver a tantos actores trabajando, respeto mucho lo que hacen: es muy duro, noche tras noche, manufacturar emociones ante el público. Y yo no pude sostener ese circuito de ir de audición en audición, sentir que lo había hecho bien y nunca recibir una llamada del director. No tuve la energía para sostener eso.