ESPECTáCULOS
El amor y la traición también se meten en las camas más famosas
El ciclo “Grandes romances del siglo XX”, que emite la señal Cosmopolitan, da cuenta de aquellas pasiones que hicieron historia.
› Por Verónica Abdala
La escritora y periodista española Rosa Montero había dedicado largos meses a leer e investigar la trama de algunos romances célebres, cuando concluyó: “Vistas de cerca, la mayoría de las historias de amor más conocidas son atroces. De los amores propios conocemos la aspereza de lo real, mientras creemos que los ajenos pueden mantener intacto el embeleso. Pero cuando aproximamos el microscopio enseguida aparece, como en la gota de agua, un raro hervor de monstruos”. Esas historias –que ella narró primero para el suplemento dominical del diario El País y luego reunió en un volumen titulado Pasiones– prueban de algún modo la inmensa cantidad de variantes e incluso deformaciones que puede llegar a consentir una pareja bajo la excusa del amor. La entrega, la complicidad, la generosidad y la fascinación iniciales pueden permanecer intactos, o mutar con el tiempo hasta volver irreconocibles a los amantes.
“Grandes romances del siglo XX”, el ciclo que el canal Cosmopolitan estrena este mes (los programas se emiten los lunes a las 20, y repiten los miércoles a las 19.30 y los sábados a las 16 por las señales 39 de Cablevisión y 42 de Multicanal), responde al mismo principio. La idea es rememorar las circunstancias, anhelos y ambiciones que en determinado momento favorecieron la formación de una serie de parejas famosas -.Marilyn Monroe y el jugador de béisbol Joe Di Maggio, Eva Duarte y Juan Perón, Orson Welles y Rita Hayworth, el Príncipe Rainiero de Mónaco y Grace Kelly, Spencer Tracy y Katherine Hepburn, Richard Burton y Elizabeth Taylor, entre otros–, y acompañarlas en su derrotero. Algunas de las historias que exponen estos documentales brillan hasta el final, como las estrellas fugaces, y arrancan suspiros. Otras muestran el escenario en que el amor se desvanece o, convertido en violencia irreflexiva, un buen día se hace trizas contra el piso.
El caso del magnate naviero Aristóteles Onassis y la cantante de ópera María Callas, que se podrá ver mañana, demuestra hasta qué punto pueden contrastar la ambición inagotable de un hombre y la pequeñez de su vida doméstica. Para Onassis, muestra el documental, la conquista de mujeres era otra forma de posesión de bienes. Callas se convirtió en su presa a mediados de los ‘50, cuando transitaba la gloria de su carrera, y a pesar de haber tenido siempre un buen pasar, junto a él conoció una vida de lujos inéditos. Onassis la supo suya cuando ella le prometió en la cama que abandonaría a su marido. El pobre hombre dormía ajeno a la traición de su esposa en un cuarto contiguo al de ellos, en un crucero al que el matrimonio había sido invitado para pasar unas vacaciones. Callas fue entonces su joya más preciada. Pero la pasión duró hasta que otra mujer ganó su atención y la ambición volvió a hacerle cosquillas en el cuerpo: “El desafío siempre es tener más y más éxito: sólo por la emoción”, explicaba el griego a comienzos de los años 60, poco antes de lanzarse a la conquista de quien entonces parecía un imposible: la esposa del entonces presidente de los Estados Unidos, Jackie Bouvier Kennedy.
También mañana se verá el capítulo dedicado a Elizabeth Taylor y Richard Burton: un idilio volcánico que estalló durante la filmación de la película Cleopatra –uno de los más costosos y estrepitosos fracasos cinematográficos de la historia– y que se prolongó durante décadas, más allá de lo que duró el matrimonio y hasta la muerte de él, en 1984.
El próximo lunes, en tanto, les llegará el turno a las parejas conformadas por Ingrid Bergman y Roberto Rossellini, por un lado, y Franklin y Eleanor Roosevelt. Y habrá que ver si se comprueba aquello que decía Kafka: que por debajo de los deseos y la vida en común late “un parvo riachuelo digno de ser llamado amor, inaccesible al que lo busca y que no lanza sino un fugaz destello”.