Jue 21.08.2003

ESPECTáCULOS  › “CONTINENTE VIRIL”, DE LOS MACOCOS

Los represores fríos

El grupo teatral presenta hoy en el Foro Gandhi la que define como su obra más siniestra, un retrato paródico de tres militares y un civil recluidos en una base antártica.

› Por Silvina Friera

“La realidad no se limita a lo que nos es familiar, al lugar común, ya que en gran medida consiste en una palabra futura, aún latente y tácita”, decía Fedor Dostoievsky. En Continente viril, versión de Los Macocos de la pieza de Alejandro Acobino, que se estrena hoy a las 20.30 en el remodelado Foro Gandhi (Corrientes 1743). Las perversiones de la última dictadura militar afloran amortiguadas por la comicidad. Si el grupo define esta comedia como “siniestra”, es porque lo real se desintegra en una zona de vacilación: nada parece ser lo que es. En la base militar argentina de la Antártida, congelada en los tiempos de posdictadura y guerra de Malvinas, un coronel, un sargento y el único civil de la delegación resultan hombres inclasificables por la grisura y monotonía con la que realizan sus tareas. Cuesta captar en sus rostros opacos la obscenidad de sus delitos. Se sabe que las peores cosas las perpetúa gente a quien nadie distinguiría en una muchedumbre, que detrás de la sonrisa amable del anciano que pasea a su perro en una plaza se esconde el torturador, el asesino. “Aunque no tenemos límites éticos ni políticos con el humor, jamás parodiaríamos a un desaparecido”, subraya Marcelo Xicarts a Página/12.
Lejos de aprovechar el impacto mediático de la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y el arresto de los militares acusados por delitos de lesa humanidad, hace más de tres años que Los Macocos querían hacer humor con el peor período de la historia reciente, pero no encontraban una obra apropiada a esa necesidad generacional. “El tema nos venía resonando cada vez con más fuerza. Cuando empezamos a hacer teatro, con el nacimiento de la democracia, no se nos cruzó por la cabeza meternos con la dictadura porque, entonces, preferíamos expresar otro tipo de inquietudes”, comenta Daniel Casablanca. Aunque habían escrito un texto, El armadillo (2000), algo no terminaba de cuajar y decidieron pedirle ayuda al dramaturgo Mauricio Kartun. Este les mencionó Continente viril y el grupo empezó a trabajar en una versión, como siempre con la dirección de Javier Rama, que llevara la impronta macocal: la búsqueda del efecto cómico para apuntalar una visión crítica de lo real. Nada de teatro solemne y apolillado. Ganadora del premio Germán Roszenmacher a la nueva dramaturgia en el III Festival Internacional de Buenos Aires (2001), en Continente viril (que se presenta los jueves a las 20.30, viernes y sábados a las 21.30 y domingos a las 20), la llegada del científico Esteban Tadeo Sosnowsky, con la misión de establecer la causa de los suicidios de pingüinos, convulsiona la bucólica vida en la base militar de la Antártida. El científico, con esa extraña mixtura de hombre de ciencia y poeta aficionado, pronto se convertirá en un revoltoso “enemigo interno” para los militares que residen en la base.
“Aunque el científico parece ser el más inocente, porque no es responsable directo, en él opera esa concepción ingenua, tan repetida para expiar las culpas, de que nunca supo lo que estaba ocurriendo. Los únicos inocentes de la historia son los pingüinos”, advierte Salazar. “Esta obra es una respuesta estética a algo que no tiene ética.”
–¿A qué refiere la virilidad del título?
M. S.: –Es una historia muy masculina, vinculada con el estereotipo del varón castrense de principios de siglo pasado. Tal vez por eso, todo resulta muy cruel y áspero.
D. C.: –Ese universo es tan masculino, tan viril, que pronto se percibe una ambigüedad sexual reprimida en los personajes, sin que ellos sean conscientes o puedan dominar la situación. Esa ambigüedad se asemeja a lo que le sucede al militar retirado en Belleza americana.
M. X.: –Lo viril está relacionado con una brutalidad emergente, despiadada. Mi personaje, un coronel golpista que está esperando elretiro, tiene una motivación excluyente: camuflarse en el rol de un “viejito divino”, gracias a su jubilación de “patriota”.
–¿La mentalidad militar que desnuda la obra prevalece no sólo en el Ejército sino también en otros estratos de la sociedad?
M. X.: –Claro, ¿si no cómo se entiende que Antonio Bussi haya ganado la intendencia de Tucumán? Con la resonancia que adquirió ahora la posibilidad de que los militares sean enjuiciados en el país, nos planteábamos si debíamos modificar el final de la obra, si era imprescindible dejar un espacio abierto para la esperanza en la medida que la actitud del presidente Kirchner abría una brecha en este sentido. No es nuestra misión generar expectativas positivas en los espectadores, porque la esperanza empelotudece. Prefiero a la gente inquieta y molesta, antes que ver a alguien sentado, cómodamente esperando a que pase algo.
M. S.: –Hace poco, en un programa en cable, había un militar retirado que se preguntaba por qué sólo se intentaba castigar a los militares y no a los del otro bando. Plantearlo en términos de bandos ideológicos, de una guerra o arengar con la teoría de los dos demonios es siniestro porque genera confusión, cuando en realidad las cosas son mucho más claras. Permitir que esa postura, la de victimizar a los victimarios, tenga eco en la sociedad es muy peligrosa. Si hubiera que contestarle, la respuesta es obvia: no se pueden castigar a los del otro bando porque están todos muertos y ustedes fueron los que los asesinaron. Es una estupidez pensar eso, pero hay personas que se prestan a esgrimir este tipo de argumento.
Gabriel Wolf: –En esta obra, el civil colabora desde la omisión. En la medida en que se hace el boludo, contribuye a que se mantenga el statu quo. Es el tipo de personas que aunque estén golpeando a alguien a su lado, para no escuchar los gritos, se tapa los oídos o sube la radio. Representa a una porción importante de la sociedad que ve, sabe y acepta cuando están matando o torturando al vecino, y no hace nada para impedirlo.
–¿La situación planteada en la obra excede lo coyuntural?
M. S.: –Más allá de que haya justicia y se condene a cadena perpetua a todos los que torturaron y mataron, igualmente esta pieza habla sobre la violencia militar en cualquier circunstancia y contexto, pero con personajes argentinos.
D. C.: –En un país donde no se hace justicia, todos somos responsables. Aunque la risa surja de escenas terribles, funciona como sanadora y liberadora. Pero, además, debe servir para repensar la dictadura militar.
–¿Es la obra más siniestra que hicieron?
M. S.: –Sin duda. Los Albornoz era una comedia negra sobre cómo la crisis económica afectaba a una familia de clase media. Continente... es una comedia siniestra. El concepto de lo siniestro hace que lo que uno observa de una manera en realidad sea de otra. Pienso en el Mundial 78: mientras la gente festejaba, otros gritaban de dolor.

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