ESPECTáCULOS
› EL MITICO GRUPO HUERQUE MAPU, DE REGRESO EN LOS ESCENARIOS
“Volvemos en un país esperanzado”
El grupo, que acompañó con sus canciones el fervor revolucionario de los ‘70 y llegó a grabar “La cantata de Montoneros”, vuelve a tocar hoy en la Facultad de Arquitectura donde debutó hace 31 años.
› Por Cristian Vitale
Un día como hoy, hace 31 años, el Ejército acribillaba a 19 guerrilleros que habían intentado fugarse del penal de Rawson. Ese mismo día, a unos 1500 kilómetros, en la Facultad de Arquitectura de la UBA, se realizaba un festival de música popular cuyo objeto era afín a la época: apoyar a los presos políticos y juntar fondos para la huelga que mantenían los obreros de Sitrac-Sitram, en Córdoba. “El nacimiento de Huerque Mapu fue mágico”, introduce la historia Ricardo Munich, uno de los fundadores. “Una hora antes de comenzar el festival llegó la noticia de la masacre, y generó un momento de mucha profundidad emocional. Yo, que venía de la música clásica, me encontré con algo que no había sentido nunca.” Lo mismo les pasó a otros músicos (Lucio Navarro, Tacum Lazarte, Hebe Rosell y Naldo Labrín, todos en proyectos distintos), quienes no tardaron en ponerse de acuerdo para formar el grupo. Tres décadas después, habiendo pasado por una experiencia sinuosa y comprometida, Navarro y Munich rearmaron la agrupación con nuevos integrantes (Claudia Lapresa, Silvana Turco y Jorge Torres) para presentarse en el lugar donde nacieron. Sucederá hoy a las 18.30 en el Aula Magna de Arquitectura y Urbanismo, en Ciudad Universitaria. “La vuelta, además, expresa simbólicamente nuestro sentimiento hacia la Argentina que viene, que se siente esperanzada y latinoamericana”, define Navarro.
–¿Cuál es el perfil musical de este retorno?
Lucio Navarro: –Vamos a tocar viejos temas como “El Canelazo” y “La fiesta de San Benito” y nuevas versiones de “La maldición de Malinche” o “Cinco siglos igual”, de Gieco, que siguen vigentes pese al tiempo.
–¿Contribuye el contexto político actual?
L.N.: –Estoy alegremente sorprendido con Kirchner. Se está cumpliendo el sueño que teníamos en los ‘70, el de la unidad latinoamericana dada hoy por el eje Cuba, Venezuela, Brasil, Argentina. Chávez dijo que la única forma de terminar con la pobreza era darles poder a los pobres. Magistral.
El grupo editó su primer disco en diciembre de 1972. Contenía versiones de Violeta Parra (“Run Run se fue pa’l norte”), Quilapayún (“Vamos mujer”, extraída de la cantata Santa María de Iquique) y “Coplas del Valle Calchaquí”, una recopilación de Atahualpa Yupanqui. Pero la composición más relevante es propia (firmada por Labrín) y se llama “Trelew”. “Es instrumental, porque no había palabras para definir Trelew. Sentíamos un dolor profundo, imposible de traducir en letra”, explica Navarro.
–¿Cómo siguió la historia del grupo?
Ricardo Munich: –Después del disco iniciamos una gira por el sur. En uno de esos recitales seguramente estuvo Kirchner. Hace poco le hicieron una nota sobre su juventud y nos mencionó como uno de sus grupos favoritos.
–Después llegó “La cantata de Montoneros”, que reivindicaba la lucha del peronismo revolucionario y homenajeaba a militantes caídos en distintas acciones. ¿Cómo se originó ese proyecto?
L.N.: –En 1973, con Cámpora en el poder, muchos sectores del peronismo revolucionario habían accedido a puestos clave del gobierno. Una de las ideas del Ministerio de Educación era generar una especie de Dicap –el sello chileno que editaba los discos de Parra, Quilapayún, Inti Illimani– para que grabaran todos los músicos populares. Y “La cantata...” fue la experiencia piloto. Hubo que hacerla con rapidez, porque tenía que coincidir con el lanzamiento del Partido Montonero, donde confluían el ERP 22 de Agosto, FAR y Montoneros. Tenían el fin de participar de competir electoralmente. La hicimos en un mes y se estrenó en el Luna Park con un coro de 50 personas. Fue la única vez que la tocamos en vivo.
–¿Por qué?
J.N.: –Porque, con la expulsión de Montoneros de la Plaza, se pinchó todo. Se cercenaron lugares y la Triple A comenzó a matar gente. Además,Montoneros pasó a la clandestinidad y los que estábamos en la superficie quedamos pegados. Aquella fue una actitud temeraria del sector más militarizado. Nosotros queríamos trabajar con los obreros, en villas y fábricas, para generar un campo político más profundo, de masas. Pero esa actitud nos dejó desamparados.
En 1975, Huerque Mapu grabó el cuarto disco y luego encaró una gira por España, donde se exiliarían al año siguiente. “Un día, tocando en El Periscopio, en Carlos Pellegrini al 100, nos tiraron dos bombas de gas lacrimógeno. Era irse o irse.” En el Operativo Claridad elaborado por la dictadura, el grupo apareció con su nombre, pero no se individualiza a sus integrantes. “Tal vez fue la razón por la que no nos chuparon”, señala Munich hoy, a la distancia de aquellos días de plomo.