Mar 14.10.2003

ESPECTáCULOS  › HANNA SCHYGULLA EN EL FESTIVAL DE TEATRO MERCOSUR

“Me gusta ser marionetista”

La actriz polaca estrenó en el encuentro “Ella! Louise Brook”, espectáculo de canciones y poemas estructurado sobre las imágenes
de “Diario de una perdida”, legendario film expresionista de Pabst.

› Por Cecilia Hopkins

Desde Córdoba

Nacida en Polonia durante la ocupación alemana, Hanna Schygulla forma parte de la historia del nuevo cine alemán de la década del 70, en virtud de los vigorosos personajes que interpretó bajo las órdenes de Wim Wenders y Margarette von Trotta, especialmente recordada por su participación en los films de Rainer Werner Fassbinder, con quien concretó casi la mitad de los 40 largometrajes en los que actuó, entre los más conocidos, El matrimonio de María Braun, Las lágrimas amargas de Petra von Kant y Lilí Marlen. A pesar de sus 25 años de trayectoria cinematográfica (filmó también con Ettore Scola, Marco Ferreri y Kenneth Branagh), Schygulla siempre destacó que sus inicios en la actuación se debieron más a una casualidad que a una decisión personal, desde que en su brevísimo paso por una escuela de cine (abandonaba sus estudios pensando que el cine no era lo suyo) conoció a Fassbinder, quien le ofreció protagonizar su ópera prima El amor es más frío que la muerte, de 1969. No obstante su exitosa carrera, Schygulla decidió en 1995 alejarse del cine e iniciar una nueva etapa. Fue entonces cuando comenzó a dedicarse al armado de espectáculos unipersonales basados en la combinación de canciones populares y textos literarios.
Con uno de estos montajes (Hanna Schygulla canta a Jean-Marie Sénia), la actriz se presentó en la primera edición del Festival Internacional de Buenos Aires, hace 5 años. Ahora, en el marco del Festival Internacional de Teatro Mercosur, con el auspicio del Instituto Goethe, la actriz estrenó Ella! Louise Brook, espectáculo de canciones y poemas estructurado sobre las imágenes de Diario de una perdida, que la actriz norteamericana protagonizó en 1929, bajo la dirección de Georg W. Pabst.
Una severa disfonía le impidió a Schygulla explayarse sobre esta nueva producción durante la conferencia de prensa organizada el domingo, dado que tenía por delante la prueba de sonido y la función de estreno. De manera que dejó que hablaran por ella el franco-italiano Roberto Tricarri, responsable de la dirección musical del espectáculo. “Encuentro en el cine mudo un terreno de inspiración ilimitada –afirmó el director– pero no tengo una intención nostálgica sino que lo tomo como soporte para una creación contemporánea, para proponer una lectura actual, con una dimensión poética, onírica”, aclara. Con la idea de trabajar sobre el expresionismo alemán, Tricarri pensó que Schygulla sería la intérprete ideal del proyecto y la actriz se entusiasmó con la figura de Brook, a quien admira profundamente. “Primero pensamos en Lulú, la obra maestra de Pabst, pero después elegimos Diario... porque tiene imágenes que abren espacios para la voz y porque era más adecuada para este ensamble de música, texto y canto, que reúne canciones del cabaret alemán, canciones de cuna y hasta un blues”, aclara el director. “Estoy abierta a todas las formas de teatro, me gusta ser marioneta y marionetista a la vez”, dijo la actriz en una de sus contadas acotaciones (habló en un correcto castellano, aprendido en Cuba), al explicar su gusto por los unipersonales. También adelantó que está trabajando sobre un espectáculo que reunirá una serie de cuentos breves de Jorge Luis Borges, que será estrenado el próximo año. Borges y yo, según definió la actriz, entrelaza “la alta cultura y lo popular como si fuera un tejido: algunos de los tangos más conocidos –como ‘Volver’, ‘Uno’ y ‘El día que me quieras’– y los textos de Borges”.
La sala mayor del Teatro San Martín vio colmada su capacidad, como era de esperar: en su gira por Latinoamérica, la Schygulla –la apuesta mayor del festival– llegaba a Córdoba por una sola función y el público cordobés actuó en consecuencia. Cuando los seis músicos de la orquesta (vientos, cuerdas y piano) ocuparon sus lugares, detrás de la pantalla donde se vería la película, apareció la figura de la diva moviéndose alcompás de una melodía de cabaret. “Cual bello paisaje/ tu andar, tu manera/ la risa juega por tu rostro/ cual fresca brisa de primavera”, recitó la actriz al tiempo que se proyectaba el retrato de Brook sonriente, con su eterna melenita a la garçon. Schygulla ocupó el centro de la escena por un breve lapso, tras lo cual se dirigió hacia el costado opuesto al que ocupaban los músicos, para sentarse de espaldas al público, mirando la pantalla. Allí permaneció el resto del espectáculo. Lo que siguió fue la proyección casi completa de la película de Pabst, comentada musicalmente por la orquesta que puso sus melodías y apuntes sonoros al servicio de la historia de la niña que se corrompe ante la indiferencia familiar. En cuanto a la participación de la actriz, sorprendió (y desilusionó a algunos) que su presencia y su voz asumieran un segundo plano en el armado del espectáculo-homenaje a la actriz norteamericana: la frescura de la actuación de Brook, el tinte melodramático, subyugante, del film de Pabst, capturó la atención del público por completo. Vestida con un traje negro, Schygulla permaneció literalmente al margen de la escena, dejando que las imágenes hablaran por sí solas sumando, de tanto en tanto, algún texto hablado o cantado en castellano, alemán y francés, estos últimos no siempre subtitulados.

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