Mié 15.10.2003

ESPECTáCULOS

Cómo secuestrar a Luisito Aguilé

Diego Capusotto y Luis Luque explican por qué “Soy tu aventura”, de Néstor Montalbano, escapa al mundillo del humor televisivo.

› Por Oscar Ranzani

La historia es bizarra. El pueblo de Patricios es invadido por dos delincuentes que raptaron al cantante Luis Aguilé en Bragado y que, con la intención de llevarlo a Santa Rosa en un rastrojero, sufren un percance que los deja varados allí. Damián (Diego Capusotto) es buen tipo, de profesión técnico pero sin trabajo fijo. Yaco (Luis Luque) es menos inocente, torpe, marginal y mentor del proyecto. La complicación comienza cuando los pobladores de Patricios se enteran de que tienen cautivo a Aguilé: allí aparece Hugo Herrera (Jorge Marrale), quien dice ser contratado de la congregación “AJY”, Ahora Jesús Ya. Surgirá, entonces, un acuerdo entre la gente y los secuestradores: el pueblo no los delatará a la policía a cambio de que traten bien a Aguilé y les permitan tener contacto con él.
Ese es el núcleo de Soy tu aventura, de Néstor Montalbano –director de “De la cabeza”, “Cha cha cha” y “Todo x 2$”– que se estrenará mañana. Para su segundo largo (el primero fue Cómplices), el realizador eligió también a Verónica Llinás, Laura Fidalgo y María Fiorentino, entre otros. La estrella y a la vez víctima es Luis Aguilé, quien hace de sí mismo. “Es un tipo pintoresco y fue pintoresco haber trabajado con un tipo que se encontró en otro medio”, dice Capusotto en diálogo con Página/12.
–Parte del público seguramente piensa en “Cha cha cha” o en “Todo x 2$”. ¿En qué se diferencia el humor de Soy tu aventura de esos programas?
D. C.: –Los programas viven en un mundo televisivo. Esto es una película, tiene un lenguaje cinematográfico y cuenta una historia. La película tiene un espíritu juguetón que es el que tiene Néstor y lo que cada uno aportó dentro de la película. Pero el film está planteado desde otro lugar. Tiene matices que se pueden relacionar con cosas que hacíamos, pero también lo que hacíamos no nos pertenece, ya que lo hacían otros también. Hay un lenguaje que yo tengo de otro, que otro tiene de otro. Pero esta película tiene su identidad.
–Algunos personajes son representantes de la chantada: el seudopastor que compone Marrale, ustedes en el rol de los secuestradores. ¿La película muestra ciertas miserias de las personas desde el humor?
L. L.: –Es un punto de vista bastante bufonesco. Néstor se divierte, a veces, con cosas espantosas (risas). Muchas cosas están cercanas a la realidad, a la miseria más íntima del hombre que vistas desde un lugar, son muy graciosas y generan un estilo. Y eso exacerbado sería como una especie de grotesco. Es espiar las pequeñas miserias y, simplemente, mostrarlas. Y ya con mostrarlas y ponerlas en evidencia generan un estilo.
D. C.: –El humor es también la mejor manera de burlarse de lo que nos duele. En la miseria también hay humor y, a veces, también hay ternura. Estos personajes son como grandes derrotados.
–Para mucha gente, Capusotto es un referente del humor. Sin embargo, está teniendo papeles más serios. ¿En qué género se siente más cómodo?
D. C.: –En poliéster (risas). Y más allá del poliéster, el pañolenci y me gusta mucho también el cuello Mao. A pesar de que yo soy peronista respeto el cuello Mao. Yo me siento cómodo participando en una historia que me guste. Y lo que más me gusta es hacer reír. Pero tampoco hago grandes diferencias. Disfruto tanto de personajes dramáticos como cómicos, porque estoy involucrado en una historia. Las dos cosas pueden dar muchas satisfacciones. Uno provoca y conmueve desde cualquier género.
–Para Luque, ¿drama o comedia?
L. L.: –Es lo que dice Diego. Depende de la historia. A mí me gusta actuar en una historia que me guste mucho. Me siento cómodo en la medida de entender lo que tengo que actuar. Y lógicamente estando de acuerdo con lo que relata el cuento.
–¿Tienen algún proyecto en danza?
D. C.: –En danza pienso bailar con Julio Bocca en el entretiempo de Racing-Quilmes.
–¿De local o de visitante?
D. C.: –De local y de visitante con Maximiliano Guerra. Ya me dieron el sí. Vamos a bailar “La muerte de Disney”.

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