Dom 25.01.2004

ESPECTáCULOS  › “FOUR FLICKS”, UN DVD REVELADOR DEL GRUPO INGLES

Viaje a la maquinaria Stone

La caja de cuatro discos que acaba de lanzarse aquí es un exhaustivo retrato de la gira 2002/2003, con tres shows distintos, entrevistas y documentales que cuentan los secretos del monstruo liderado por Jagger/ Richards.

› Por Eduardo Fabregat

“Hubo muchos Rolling Stones... Bill Wyman, Mick Taylor y, por supuesto, Brian Jones. Charlie, Mick y yo somos los sobrevivientes del pelotón que se internó en la jungla.” La cara del declarante es de por sí todo un mapa del rock and roll, profundas arrugas y rictus que le dan forma a uno de los rostros más célebres del género. Un tipo llamado Keith Richards, guitarrista de esa leyenda nacida hace 40 años, empecinada en activar la maquinaria cada tanto y, paradojas de algo que terminó convirtiéndose en un gran negocio, salir a demostrar que aún le corre sangre en las venas. Durante más de un año, The Rolling Stones llevaron adelante una gira que festejó sus cuatro décadas de actividad, con tres tipos diferentes de show y la acostumbrada parafernalia que significa cada movida de los veteranos. Y si de parafernalia se trata, los fanáticos del grupo inglés pueden advertir en estos días un objeto que los hará babear frente a la vidriera: el DVD Four Flicks, cuatro-discos-cuatro con el testimonio total de ese tour, concienzudo retrato del funcionamiento interno de un monstruo con mucho más que las cuatro cabezas de Mick Jagger, Richards, Charlie Watts y Ron Wood.
¿Un exceso? Puede ser. Todo en los Stones parece apuntar a eso, desde las fiestas salvajes y asuntos policíacos de los ‘60 y ‘70 hasta los megashows inaugurados ya a comienzos de los ‘80, cuando su gira norteamericana tomó por asalto los grandes estadios. Argentina vivió su parte cuando, a comienzos de 1995, el Voodoo Lounge Tour reventó cinco veces el estadio de River (350 mil personas), o en febrero/marzo de 1998, cuando al cartel se agregó nada menos que Bob Dylan y la serie volvió a llegar a cinco noches, marcando otro record mundial para la gira. Cuestiones de la devaluación, el Licks Tour 2002/2003 no llegó a estas costas, pero en el DVD los Stones demuestran que, a pesar de tener la piel bien curtida de tanto show, tanto público fanático, tanta cosa ya vista, conservan algo de la experiencia argenta. En el apartado Licks around the world, el paso por Barcelona dispara el mismo recuerdo en los cuatro protagonistas, que al escuchar a los españoles cantar el futbolero “olé, olé olé olé” inmediatamente disparan: “Buenos Aires”.
Ese pasaje, entonces, opera como pequeña revancha para quienes se quedaron con la espina clavada. De cualquier modo, Four Flicks permite una visión imposible de tener desde el césped de una cancha de fútbol. Por eso, el mejor lugar para iniciar el recorrido es Tip of the tongue, un documental del Disco 1 que cuenta la historia y producción del tour desde sus entrañas. Empeñados en sostener su leyenda con grandes gestos, los Stones decidieron llevar adelante tres shows distintos, diseñados para grandes estadios, auditorios cerrados y teatros. Así, la caja incluye las citas del Madison Square Garden neoyorquino (el 18 de enero de 2003), el Olympia de París (11 de julio) y el Twickenham Stadium de Londres (24 de agosto), con diferentes listas de temas y armados de escenario, que van de la simpleza de una banda sobre el escenario de la sala parisina al típico gigantismo de estadio, con una pantalla de video al estilo Pop Mart de U2 y llamas surgiendo del techo a la hora de Sympathy for the devil. Semejante decisión hizo que el grupo fuera en busca de material y rescatara del arcón canciones nunca antes tocadas en vivo (Monkey man, Rocks off, When the whip comes down, Heartbreaker, Worried about you, Hand of fate) e incluso temas nunca antes tocados como The nearness of you, un clásico de Hoagy Carmichael que Richards desentierra en París, quizá el show más interesante para el experto rolinga, dada la rareza de la lista y de la imagen de esos señores en un marco tan pequeño.
Pero, aunque presenta más de cincuenta canciones en vivo –y un atractivo chiche llamado Select a Stone, que permite seguir a cada integrante por la escena– Four Licks no es sólo un recuento de shows. Las entrevistas al cuarteto abundan en frases sabrosas (“En los ‘60 y ‘70 los shows comenzaban cuando yo me despertaba”, dice Richards, que luego asegura que “la única cláusula nueva en mi contrato es que Mick no puede practicar la escala cerca de mí en camarines”) y apreciaciones de cada uno sobre los demás, además de algunos secretos sobre canciones como It’s only rock ‘n’roll o Jumpin’ Jack Flash, el cruce de la banda con algunos colegas (ver aparte) y consideraciones sobre lo que significa impulsar semejante maquinaria.
En eso, también, Four Flicks resulta revelador: la visión más crítica siempre pone a los Stones en el lugar de “cuatro viejos que salen a robar”, pero tras ver los concienzudos ensayos en estudio, las reuniones para temas que van del diseño de escena y luces hasta los libros de gira y remeras que se venderán en los shows, las pruebas de cada uno de los escenarios, el entrenamiento físico de Jagger, el mundo de gente involucrado en el circo más grande del rock, algo viene a relativizar las opiniones más cínicas: para meterse en semejante baile hay que tener algo más que ganas de recaudar dinero, algo que no precisamente les falta a sus Majestades Satánicas. Four Flicks es, sí, un retrato de la elefantiasis a la que llegó una banda de bar, pero también la prueba de que, por encima de tantos espejitos de colores, a los tipos les gusta colgarse la guitarrita y salir al ruedo.
Es cierto, todo lo relativo al universo Stone ya está muy lejos de ser sólo rock and roll. Pero si no existiera cierto amor por el asunto, Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y hasta Ronnie Wood (“Hace más de treinta años que estoy en la banda y todavía soy el nuevo”) preferirían dedicarse a tomarse un daiquiri en el jardín de su mansión. Todavía podrían disfrutar su fama de sobrevivientes del pelotón que se internó en la jungla hace cuarenta años. Pero sería mucho más aburrido.

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