Jue 29.01.2004

ESPECTáCULOS

La Semana de la Crítica, un festival de estrenos

Con nombres de primera línea, hoy comienza en el Abasto una nueva edición del seleccionado de la crítica y se entregan los premios a las mejores películas nacionales y extranjeras 2003.

¿Qué tienen en común Tim Burton, Pablo Reyero, Hiroshi Shimizu, Santiago Loza, Christopher Boe, Richard Linklater y Sofia Coppola? Todos son directores de cine, premiados en los principales festivales del mundo, y comparten la VI Semana de la Crítica, siete jornadas de preestrenos que comienzan hoy en el complejo Hoyts Abasto, a $ 5.50 la platea. “El lugar común dice que un crítico de cine es un director frustrado”, escribe Gustavo Noriega en la introducción del catálogo de la muestra. “Nuestro secreto es que en realidad la tarea que más nos gustaría y no está a nuestro alcance es la del distribuidor. Al crítico le gusta ver muchas películas, y que aquellas que le gustan –si son un descubrimiento, mejor– sean vistas gracias a él por muchas más personas. Hay un cierto orgullo por llegar primero, por señalar, por individualizar aquellas obras que, fuera del torrente publicitario semanal, corren el riesgo de pasar inadvertidas. Ese probablemente sea el origen de la Semana de la Crítica que venimos organizando desde ya hace seis años. ‘Vean lo que elegimos para ustedes, éstas son películas que valen la pena’, decimos mentalmente, mientras se va armando la grilla de preestrenos.”
Organizada por la filial local de Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (Fipresci), esta nueva edición del ya tradicional encuentro celebrado por los críticos se abre con la primera proyección en Argentina de La cruz del sur, la opera prima del local Pablo Reyero (ganador en el último Festival de Cannes del premio al mejor director joven), protagonizada por Luciano Suardi, Letizia Lestido y Humberto Tortonese, como un trío de marginales que roban un cargamento de droga y deben escapar de la persecución policial y mafiosa por una zona costera semiabandonada de la provincia de Buenos Aires. “Una película al borde de la tormenta”, como señala Diego Lerer en el programa.
Previamente a la última exhibición de la noche, la Fipresci hará entrega de los premios a lo mejor de la temporada 2003, en las categorías cine nacional y extranjero. Entre las primeras, son candidatas Bonanza, de Ulises Rossel; El fondo del mar, de Damián Szifrón; Los Rubios, de Albertina Carri; Nadar solo, de Ezequiel Acuña, y Yo no sé qué me han hecho tus ojos, de Sergio Wolf y Lorena Muñoz. Y entre las segundas figuran El arca rusa, de Alexander Sokurov; El hombre sin pasado, de Aki Kaurismaki; El viaje de Chihiro, de Hayao Miyazaki; Embriagado de amor, de Paul Thomas Anderson; En construcción, de José Luis Guerin, y Lejos del Paraíso, de Todd Haynes.
La programación sigue mañana con la película más hot del momento, Perdidos en Tokio, de Sofia Coppola, ganadora de premios en Venecia, Toronto y Boston y desde anteayer también candidata al Oscar de la Academia al mejor film y al mejor actor, el gran Bill Murray. La hija de Francis Ford ya había sorprendido con su opera prima, Las vírgenes suicidas, pero a partir de aquí –en palabras de Marcelo Panozzo– es “el nombre a tener en cuenta en el cine norteamericano, por encima de cualquier otro”. El sábado va El gran pez, el nuevo delirio de Tim Scissorshands Burton, con un elenco bizarro que mezcla a Ewan McGregor con Albert Finney, Danny DeVito y Jessica Lange. “Si es cierto, como se dice en la película, que un hombre que cuenta tantas historias se vuelve ellas mismas y se convierte en inmortal, Tim Burton encontró aquí la utópica horma de su zapato”, dice Pablo Scholz.
El domingo es el turno de Reconstrucción de un amor, del danés Christoffer Boe, Cámara de Oro a la mejor opera prima del Festival de Cannes y ganadora del premio Fipresci al descubrimiento del 2003. Un hombre joven, enamorado de una chica, ve que su vida se transforma, extraña pero inexorablemente, en el curso de un día, como si fuera parte de un curioso e imposible enigma literario. “Un juego de espejos abstracto, cerebral, tortuoso por momentos y definitivamente sensual, con escenas eróticas exquisitamente filmadas”, según la definición de Diego Batlle. El lunes 2 se verá Ikinai, opera prima del japonés Hiroshi Shimitsu, que fue asistente de Takeshi Kitano, quien aquí se desempeña como productor y padrino. Premiada en Locarno, Pusan y Singapur, la película se inicia cuando una joven recibe un boleto para un tour de parte de su tío. El viaje parece normal, pero la chica pronto descubre el verdadero propósito: los pasajeros han hecho un curioso pacto que pondrá las vidas de todos en peligro. “Un film de un humor negro, una desesperanza y a la vez una ternura muy particulares”, en opinión de Luciano Monteagudo.
El martes 3 va la segunda producción argentina de la Semana, Extraño, del cordobés Santiago Loza, con Julio Chávez, Valeria Bertuccelli y Chunchuna Villafañe, ganadora del Tiger Award a la mejor película de Rotterdam 2003 y ganadora de la sección “Lo nuevo de lo nuevo” del último Festival de Cine Independiente de Buenos Aires. Axel es un doctor de unos 40 años que abandonó su profesión y vive temporariamente con su hermana y sus hijos mientras atraviesa una profunda depresión. Un día, conoce a una mujer joven y embarazada con la que inicia una tímida relación. Para Miguel Peirotti, de La voz del interior, “una película a contrapelo del canon realista instalado por ese recambio sanguíneo en ebullición que es el Nuevo Cine Argentino (cero urgencia social, cero arrebato gramatical). Sí comparte con la nueva camada de realizadores cierto laconismo existencial que obedece más bien a un deseo de contar la historia en voz baja, confiando en la atmósfera antes que en la estructura narrativa”.
Finalmente y para un cierre a toda orquesta el miércoles 4 se verá Escuela de rock, de Richard Linklater, con Jack Black y Joan Cusack. Cuando lo echan de su banda, un aspirante a estrella de rock, deprimido y lleno de deudas, toma un trabajo como maestro suplente en una escuela primaria. Allí trata de armar una banda con sus entusiastas alumnos. Escribió Quintín: “Un cuento de hadas en el que su buen humor contagioso está asociado a una energía liberadora que no es la de la comicidad a cualquier precio sino a la de una utopía que supo ser la del rock’n roll”.

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