Vie 13.02.2004

ESPECTáCULOS  › DESDE HOY, “MUSICOS ARGENTINOS EN EL ND ATENEO”

El producto musical interno

El ciclo, que se desarrollará los viernes, buscará dibujar un mapa abarcativo de la música popular, en distintos géneros. La primera noche, con artistas independientes, estará dedicada al folklore.

› Por Karina Micheletto

Durante tres viernes, el ciclo Músicos Argentinos en el ND Ateneo propone mostrar un panorama de la producción nacional actual en los distintos géneros, con algunos de sus intérpretes y autores representativos. Hoy, en la noche del folklore, estarán Luna Monti y Juan Quintero, Tilín Orozco y Fernando Barrientos, Claudio Sosa, María de los Angeles Ledesma y Cosecha de Agosto. Cada uno con una propuesta personal, representativa de distintas regiones del país, con composiciones propias y un repertorio de referentes y nuevos autores. El ciclo de tres noches de música continúa el próximo viernes con el Trío Fattoruso, Liliana Herrero y el brasileño Arismar Do Espíritu Santo. El viernes 27, en la que se denomina Noche ultradeforme, estarán Daniel Maza Trío (con Osvaldo Fattoruso y Abel Rogantini) y Alejandro Herrera.
Los artistas de la primera noche no están reunidos por casualidad en un mismo escenario, y los puntos en común en sus carreras pasan, según explican, por “referentes y formas de trabajo comunes”. Todos transitan el camino de la música popular desde hace largo tiempo, aunque sus nombres no sean tan escuchados en la radio o la televisión, y aunque no le canten al amor como única forma posible de expresión folklórica. Con composiciones propias, o retomando temas y autores que superan al paisajismo y el costumbrismo del cancionero, forman parte de lo que podría definirse como “nueva guardia” del folklore o, más precisamente, de la música popular argentina. Una nueva guardia en la que, por supuesto, faltan muchos nombres más (El Duende Garnica, Pica Juárez o José Ceña, por ejemplo, por nombrar sólo algunos de los intérpretes y compositores actuales), pero de la que el comienzo de este ciclo brindará un buen panorama.
Luna Monti y Juan Quintero, ahijados artísticos de Juan Falú y de Raúl Carnota, respectivamente, conforman un dúo en el que el delicado contrapunto de voz y guitarra resalta todo lo que tocan. Acaban de editar El matecito de las siete, un trabajo en el que hay temas de autoría de Quintero, Pepe Núñez o Coqui Ortiz, un clásico de Zitarrosa, cuecas anónimas o vidalas populares recopiladas por Leda Valladares, o una particular versión de un tema infantil, Canción de bañar la luna, de María Elena Walsh. Tanta diversidad gana un sonido particular pasado por la bella voz de Monti y la guitarra de Quintero, que también acompaña a Monti en voz.
Los mendocinos Tilín Orozco y Fernando Barrientos están terminando de grabar un nuevo disco con composiciones propias, y en eso están también Claudio Sosa y María de los Angeles Ledesma, todos con producciones independientes, generadas con el esfuerzo y la imaginación que requiere la autogestión. “En la medida en que participás de un circuito de producción montado, te das cuenta de que hay ciertos límites muy marcados”, analiza Barrientos. “Nosotros elegimos trabajar por fuera de esos circuitos, y por eso podemos trabajar con total libertad. Esa libertad no tiene precio”, explica el músico.
En Buenos Aires, el espacio que reúne habitualmente a estos músicos son los encuentros de “Música de Provincias”, que se realizan todos los años en distintos escenarios de la ciudad. En el interior del país son muchos los festivales y espectáculos en los que se cruzan y comparten su música. La importancia de esta noche, destacan, es que es la primera vez que estarán todos juntos en un teatro comercial importante como el ND Ateneo. “Siempre decimos que es difícil competir con la industria; ahora entramos en el sistema, pero por la nuestra”, se ríen ellos.
El tema es dónde y cómo lograr espacios para dar a conocer lo que se hace ronda a todo artista independiente, más allá de géneros, edades y años de trayectoria. En estos músicos, los espacios ganados parecen ser la consecuencia lógica de un trabajo lento y constante, que consistió, simplemente, en tocar y tocar a lo largo del país, en festivales importantes o en peñas improvisadas. “Tampoco es que elegimos ser under”, aclara Claudio Sosa, por si hace falta. “Tratamos de ocupar los espacios, sin resignar lo que somos. De esta forma se puede trabajar tranquilo. Y se puede trabajar, que es lo importante.”

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