ESPECTáCULOS
› ANDY, EL VIEJO CARADURA COMO ENVIADO ESTELAR
Haciendo ruido en la alfombra roja
› Por Julián Gorodischer
Al tipo le tocó la peor parte: asumir el puesto siberiano para recibir el rechazo o el desdén. De Andy Kusnetzoff se esperaba ese cronista bufo que impuso desde los tiempos de CQC, un poco burlón y mal educado, pero sagaz para consumar unas pocas acciones de la consagración: saludar desde lejos o entregar un souvenir ridículo o, en el mejor de los casos, acertar en un levante culminado en un piquito. No le salió ninguna en su breve incursión en TNT, expulsado al otro lado del paraíso, en la vereda opuesta al reinado de Joan Rivers y su hija Melissa. Las damas atienden con turno previo y los famosos las esperan en fila india, deseosos de su “mano dura” que siempre se disfraza de cordialidad en el comienzo y vira al zarpazo: la búsqueda de un ranking del peor vestido. El latino Andy, en cambio, sabe bien qué compone una performance satisfactoria. Acercarse y ser reconocido por el ídolo para derrumbar la incerteza esencial: ¿el Sur también existe?
Es sólo eso: que se queden con un gorrito o una bandera, o que improvisen dos palabras en spanglish para dejar conforme a la señora del otro lado. Pero esta vez no quieren, demasiado intrigados por saber cuántas estatuillas se llevará El Señor de los Anillos, muy dispuestos a participar de una fiesta sin sobresaltos ni alegatos, desentendidos del cronista payaso. “Llamá a tu papá”, mostrando el caramelo al hijo del mejor actor secundario (Tim Robbins) para acercarlo a su destierro, apenas ranqueando por tener una tetona al lado que convoca. Pero los nominados hablan con la tetona, y frente a él pasan de largo. Salvo deshonrosas excepciones. Bill Murray le rechaza la frase de compromiso con cara de pensar en otra cosa. “¿Nervioso? Nervioso es perder el colectivo rumbo al colegio”, dice seriote y sin lugar a complicidad de ningún tipo. Robin Williams acepta (éste sí) el pedido de “Haceme el Mork”, pero se cobra la gentileza: “Estás atrasando 25 años”.
Mientras la Rivers se pavonea con su strapless, tentando famosos con el logo de E!, Andy se repliega al ocaso del indocumentado. Cuando nada queda por hacer, cambia el foco: habla con la secretaria de Holly Hunter, el novio de Charlize Theron o la movilera de al lado, la bendita tetona. A su favor se dirá que el puesto junto a la alfombra roja es ingrato desde el inicio de los tiempos. Andy, frente al sopor, opuso su ritmo acelerado, el tono fuerte con el que tapó a todo entrevistado, el inglés balbuceante, el piropo dirigido al montón, la destreza para contener las risitas maníacas de la periodista Ana María Montero. El cronista bufo recibió el bofetazo y miró a cámara, conocedor del “tiempo compartido” que le legó Alberto Olmedo, dispuesto a confirmar con su actuación no estelar la diatriba que promueve en su programa en Canal 13: “Lo atamos con alambre”. O aún más promocional: “Argentinos, somos como somos”.