ESPECTáCULOS
› LALO MIR TRABAJA A RAJATABLA, A PESAR DE LA CRISIS
“Atamos todo con alambre”
Su voz inconfundible llega al público en la mañana de Radio Del Plata y las tardes de Rock & Pop. En esta entrevista, el locutor explica por qué cree que hoy más que nunca vale la creatividad.
› Por Mariano Blejman
Lalo Mir se sienta en uno de esos almohadones circulares que se desinflan apenas el cuerpo hace contacto con la superficie. La sensación de relax contrasta con la imagen adrenalínica que proyecta a través de la radio. Mir patentó una marca caracterizada por el vértigo, que en estos momentos canaliza por partida doble: en la mañana de Radio Del Plata (AM 1030 de 9 a 12) y en el programa “Animal de radio” (FM Rock & Pop de 19 a 21). Pero en rigor habría que subrayar que Lalo transita entre la AM y la FM sin que se note demasiado la diferencia, como si sus tres décadas de trayectoria estuvieran por encima de los formatos y las estructuras. Además de eso, Mir es uno de los locutores en off de la programación de América, por lo que, en plena crisis, cada vez tiene más trabajo.
–¿Eso tendrá que ver con que su voz vende bien?
–Estoy tan acostumbrado a mi voz que no sabría decirlo. Es raro, pero nunca me senté arriba de esa idea. Ahora estoy sentado arriba de un mullido sillón que es mucho más cómodo.
–¿Puede intentar una reflexión fuera de ese sillón?
–Si utilizo los puntos opuestos, del que me critica, debería evaluar los pros y los contras. ¿Qué vendo?: un producto. ¿Para qué?: para que una persona que vende cosas se enriquezca. Si analizamos cómo funcionó esta sociedad libremercadista en la Argentina donde la distribución ha sido tan maldita, podría decir que estoy haciendo con este trabajo que estas cosas sucedan. Debería pensar si el producto que vendo es bueno o malo, porque si está aceptado por bromatología debería ser bueno. Pero también soy un engranaje para que la gente que trabaja en esas empresas cobre un sueldo. Si hay poco laburo, ¿tengo derecho a renunciar? Me quedo con lo más simple: mi trabajo es hablar. No me siento periodista de investigación. Creo que en el fondo, yo soy ese tipo de la mesa de café que comenta el diario, dándo por cierto todo lo que dice.
–¿Son los diarios la primera fuente informativa de la radio?
–Nosotros trabajamos con el diario como fuente, pero con ironía. También hemos creado un ranking de noticias; votan unas 300 personas. Es un ranking interno donde descubrimos montones de temas que no están en la tapa de los diarios pero son muy importantes. La tv se alimenta de la tv. Si observa los casos de la Rímolo, de Soldán, hay varias clasificaciones: en un canal se mira para saber lo que piensa el protagonista y en el otro para escuchar la respuesta. En el programa de la tarde pasan lo del mediodía y en el vespertino lo de la tarde. Después, “Televisión Registrada” pasa todo junto, lo que está bastante bueno para no ver tanta tele. Nosotros estamos obligados a traer temas de la calle.
–A 20 años de Malvinas, ¿cambió la estructura informativa del país o se podría pensar en una nueva campaña del “vamos ganando” versión 2002?
–Uno puede escuchar la radio por internet, que viene a reemplazar la onda corta. Pero no sería distinto el tema del “vamos ganando”. Durante la guerra de Afganistán, Estados Unidos armó una oficina de noticias falsas que no eran noticias. Después dieron cuenta de la desinstalación de la agencia, con lo cual uno ya no sabía si esa era una noticia o no. Estados Unidos trabaja mucho con el tema de propaganda. Europa es un poco más seria. Pero cuando la cosa se pone grave la gente tiende a creer cualquier cosa. Aunque ahora hay muchos más canales, ya no es tan monopólica...
–Dice que la cosa se está poniendo grave...
–Ya está grave. Durante la convertibilidad estábamos en terapia intensiva y nos daban morfina para que no nos doliera. Nos sentíamos bárbaros. Paséabamos por el mundo y todo era barato. Ahora no nos mandan al Mundial de Corea-Japón ni cagando. Mandar un periodista al Mundial vale U$S 25.000.
–¿Cómo le sienta el horario de la mañana en radio?
–El horario me sienta muy bien. Pero no es más que un micrófono, gente del otro lado y un parlante. No tengo criterios distintos para AM o FM. Escomo un diario en colores. Es más bonito y tiene otra calidad, pero lo que da es lo mismo: ideas y palabras. Tenemos una marca de estilo, otro ritmo, un poco más de excitación y humor. Pero están desdibujados los límites entre el humor y la información, por la ironía.
–¿Cómo afecta la crisis en la producción de sus programas?
–En la libertad no afecta, en la producción tampoco. Nosotros arreglamos todo "a la argentina", atamos todo con alambre, como bien diagnosticó Ignacio Copani. Se achican los costos pero se hacen las cosas. No hemos renunciado a cuestiones artísticas. Llegamos, eso sí, a usar el papel de los dos lados en las impresoras y usamos los espacios en blanco.
–¿Por qué cree que hay un auge de los programas vespertinos?
–No sé. Supongo que existe el efecto dominó, o cascada. Ari Paluch tenía dos horarios el año pasado. Julio Lagos también. Ergo: se puso de moda. Pero la tarde históricamente fue muy musical. Para mi, la gente se va a cansar de de tanta noticia a la tarde.
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